Reseña: Genes, reyes e impostores. Una historia detectivesca tras los análisis genéticos de reyes europeos

     Última actualizacón: 26 octubre 2020 a las 11:58

Ficha Técnica

Título: Genes, reyes e impostores. Una historia detectivesca tras los análisis genéticos de reyes europeos.
Autor: Carles Lalueza-Fox
Edita: Cálamo, 2016
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Número de páginas: 156 p.
ISBN: 9788416742028

Reseña del editor

El origen de las casas reales europeas se suelen remontar a siglos y, en muchos casos, más de un milenio. Todos los seres humanos poseemos vínculos, pero los linajes monárquicos casi son un compartimento estanco desde ese punto de vista genético. Eso se traduce en una diferencia notable con las poblaciones de sus respectivos reinos, tanto en el pasado como en el presente.

El dramático fin de la familia real francesa y la destrucción sistemática de los restos de los monarcas durante la Revolución propició la aparición de impostores que pretendían ser el Delfín, Luis XVII, así como un insólito tráfico de presuntas reliquias reales.

Los avances genéticos permiten un nuevo enfoque sobre algunos misterios históricos, dudosas paternidades y falsas identidades. Carles Lalueza-Fox cuenta de forma amena en este libro una sucesión estrambótica de aventuras científicas: el análisis de la presunta sangre de Luis XVI conservada dentro de una calabaza, de la cabeza momificada de Enrique IV, de los corazones de Luis XVII y de San Luis, de unos pelos de Napoleón o de una pierna anónima perteneciente a una reina de Francia.

Pero estos estudios, a veces disparatados, son una excusa que le sirve al autor para proponer una nueva visión de la historia basada en la interpretación de los datos genómicos de sus protagonistas principales: la ‘genohistoria’.

Reseña

Estamos ante un libro tremendamente interesante. ¿Quién no ha sentido curiosidad por conocer los afanes y avatares de los miembros de la nobleza y las casas reales europeas? Desde hace siglos conforman un grupo de personas «privilegiadas» –aunque esta afirmación exigiría más de un matiz– que con sus decisiones han cambiado, literalmente, la historia. Gracias al libro que el experto en paleogenética Carles Lalueza-Fox ha puesto en nuestras manos, no volverás a verlos de la misma forma.

Párate a pensar en esto un momento: la nobleza y la realeza conforman líneas hereditarias (y por lo tanto, combinaciones particulares de genes) que han tratado de mantenerse separadas, aisladas del resto de la población. Por eso, el estudio de esos genomas nos permitiría obtener un tipo de información inalcanzable a través de los medios «clásicos» de investigación histórica.

Sin embargo, el marco temporal en el que nos movemos es demasiado corto para que la población general haya experimentado grandes cambios genéticos, para que haya habido un verdadero «aislamiento reproductivo» dentro de la nobleza y la aristocracia (y ello sin contar con la existencia de relaciones fuera de los matrimonios). Y todo es porque existe una gran interconexión entre todos nuestros antepasados: dado que este número se dobla en cada generación, un cálculo superficial indica que en tiempos de Roberto el Fuerte (que vivió entre los años 815/20 y 866), cada uno de nosotros tendría unos 255 antepasados (tomando unos 20 años como intervalo entre generaciones). Este valor absurdamente elevado equivale a multiplicar por unos 5 millones de veces la población mundial actual.

Esta imposibilidad numérica se debe a que en realidad nuestros antepasados se comparten entre sí y con otras personas: al retroceder en el tiempo, las genealogías comienzan a superponerse en una red realmente compleja (algo similar a la teoría de los «seis grados de separación» que sostiene que cualquiera de nosotros puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios).

«Estudios llevados a cabo con datos genómicos europeos actuales han demostrado que, en promedio, dos europeos tomados al azar, procedentes de dos poblaciones vecinas, comparten entre dos y doce antepasados en los últimos 1 500 años». Si retrocedemos 1 000 años más, el número de antepasados compartidos aumenta a 100. Por lo tanto, independientemente de su lugar de origen, cualquier europeo actual tiene antepasados en cualquier europeo pasado de los últimos 1 000 años; o como explica Adam Rutherford en su «Breve historia de todos los que han vivido», todos los que tenemos ascendencia europea procedemos, por una vía u otra, de Carlomagno. Todos pertenecemos, por lo tanto, a un linaje real.

Lo que el doctor Lalueza nos ayuda a comprender, en definitiva, es que «no somos individuos genéticamente aislados», sino que pertenecemos a genealogías fuertemente compartidas que hace que estemos, en un sentido más o menos lejano, emparentados. Si contáramos con nuestra información genética completa, podríamos descubrir conexiones con cualquier personaje relevante del pasado, ya lo odiemos o lo admiremos.

Vivimos un momento en el que «el estudio del ADN antiguo (paleogenómica) está haciendo que cambie completamente la forma en que vemos nuestro pasado». Con el importante desarrollo de las técnicas genéticas al que hemos asistido en los últimos años, se ha producido una explosión en el conocimiento científico de personajes del pasado, logrando obtener una información «íntima» que antes no estaba disponible. No solo podemos deducir el ADN de personas famosas analizando marcadores genéticos de algunos de sus descendientes vivos, sino que también es posible recuperarlo directamente de los restos esqueléticos o momificados de dichos personajes. Y en esta labor el doctor Lalueza ha tenido un considerable éxito, como muestran las numerosas publicaciones científicas que recogen los resultados de sus investigaciones (destacaría los estudios de la sangre de Jean-Paul Marat y de Luis XVI, rey de Francia).

No voy a darte muchos detalles de qué es lo que vas a encontrarte en este libro –arruinaría la sorpresa–, aunque me gustaría dar algunas pinceladas más del trabajo donde se analizó restos de sangre que podían pertenecer al rey de Francia Luis XVI, porque es realmente llamativo y da pistas acerca de cómo se llevan a cabo este tipo de estudios.

En primer término, debes saber que todo comenzó cuando un profesor de antropología biológica de la Universidad de Bolonia, Davide Pettener, se puso en contacto con el doctor Lalueza para pedirle que hiciera un análisis genético del contenido de una calabaza. Sí, una calabaza. Concretamente ésta:

Dentro podía estar la sangre del rey de Francia Luis XVI, guillotinado en 1793 en plena revolución. La calabaza había sido desecada y decorada con una técnica conocida como pirografía. El objeto es realmente hermoso, y se muestran los rostros y nombres de personajes relevantes de la Revolución francesa. La cosa es que en las inscripciones se puede leer que un tal Bourdaloue había subido al cadalso después de la ejecución del rey, mojado su pañuelo en la sangre para guardo acto seguido en su interior.

El doctor Lalueza nos cuenta que era técnicamente posible recuperar no solo parte de los genes de la muestra de sangre de la calabaza, sino el genoma completo. Así, su análisis permitiría obtener el primer genoma de un personaje histórico jamás obtenido, y se convertiría en una referencia futura en el campo de la genómica personalizada. En el artículo científico (Genomic analysis of the blood attributed to Louis XVI (1754–1793), king of France –acceso abierto) donde se hicieron públicos los resultados se demostró que la sangre de la calabaza no había pertenecido a Luis XVI, pero abrió el camino a recuperar genomas completos de nuestras forenses y a obtener genomas de periodos históricos que pueden proporcionar información sobre la génesis de las poblaciones modernas.

Termino estas líneas recomendándote su lectura, e indicándote los títulos de los capítulos en que se divide el libro, no tienen desperdicio:

Naundorff el impostor
El pelo de María Antonieta
El corazón del Delfín
La cabeza momificada de Enrique IV
El pelo de Napoleón
La pierna de alguien
El corazón de San Luis
El genoma de la calabaza
¿Vuelve Naundorff?
Ricardo III, el rey villano
La genohistoria


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Reseña: Genes, reyes e impostores. Una historia detectivesca tras los análisis genéticos de reyes europeos
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Reseña: Genes, reyes e impostores. Una historia detectivesca tras los análisis genéticos de reyes europeos
Descripción
El origen de las casas reales europeas se suelen remontar a siglos y, en muchos casos, más de un milenio. Todos los seres humanos poseemos vínculos, pero los linajes monárquicos casi son un compartimento estanco desde ese punto de vista genético. Eso se traduce en una diferencia notable con las poblaciones de sus respectivos reinos, tanto en el pasado como en el presente. El dramático fin de la familia real francesa y la destrucción sistemática de los restos de los monarcas durante la Revolución propició la aparición de impostores que pretendían ser el Delfín, Luis XVII, así como un insólito tráfico de presuntas reliquias reales. Los avances genéticos permiten un nuevo enfoque sobre algunos misterios históricos, dudosas paternidades y falsas identidades. Carles Lalueza-Fox cuenta de forma amena en este libro una sucesión estrambótica de aventuras científicas: el análisis de la presunta sangre de Luis XVI conservada dentro de una calabaza, de la cabeza momificada de Enrique IV, de los corazones de Luis XVII y de San Luis, de unos pelos de Napoleón o de una pierna anónima perteneciente a una reina de Francia. Pero estos estudios, a veces disparatados, son una excusa que le sirve al autor para proponer una nueva visión de la historia basada en la interpretación de los datos genómicos de sus protagonistas principales: la ‘genohistoria’.
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Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

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