Última actualizacón: 22 abril 2021 a las 15:37

Introducción

Todo aquel que se enfrenta al estudio de la prehistoria de América se ve abocado a responder una serie de grandes cuestiones, que hoy en día no están completamente resueltas y que, por tanto, son objeto de vivos debates entre los especialistas:

  • ¿Cómo y por dónde se produjo el poblamiento del continente americano?
  • ¿Cuándo tuvo lugar ese poblamiento?
  • ¿Quiénes fueron los primeros colonizadores?

Para tratar de responder estas preguntas tenemos que acudir a los datos que nos ofrecen la arqueología, la paleoantropología, los estudios lingüísticos y antropológicos tanto de las poblaciones pasadas como actuales y, por descontado, la información que aportan los análisis genéticos. Además, no podemos dejar de lado la importancia de los estudios geológicos ya que el análisis de la extensión y la duración de los glaciares es fundamental para comprender, sobre todo, cuándo y por dónde se produjo la colonización del continente ya que supusieron barreras infranqueables.

Para llevar a cabo este tipo de análisis ha sido necesario esperar al desarrollo de los conocimientos sobre la paleogeografía, la estratigrafía y la cronología glacial del Pleistoceno Superior (en este punto, debemos señalar que la última fase glacial en América del Norte se conoce como el estadio «Wisconsin», que sería el equivalente al «Würm» europeo).

En conjunto, estas investigaciones han permitido formular diferentes modelos sobre las posibles rutas de migración seguidas por nuestros antepasados en su afán por alcanzar nuevos territorios.

Rutas migratorias

Se han planteado tres posibles rutas de acceso:

  1. Desde Oceanía, a través de Polinesia, hasta Sudamérica.
  2. Desde Europa, bordeando las masas glaciares de las latitudes septentrionales, hasta llegar al noreste de América.
  3. Desde el noroeste de Asia, por Beringia, hasta el noroeste de América.

1. La ruta polinesia

Quienes defienden la posibilidad de que nuestros antepasados llegaran a las costas de América del Sur navegando directamente a través del Pacífico se apoyan en la antigüedad de algunos yacimientos sudamericanos como Monte Verde, en Chile (del que hablaremos más extensamente), y en las supuestas semejanzas anatómicas entre los esqueletos más antiguos de Sudamérica y los de los habitantes de Polinesia.

En contra de esta hipótesis se presentan multitud de argumentos. En primer lugar, la mayoría de las evidencias lingüísticas y biológicas indican que los nativos americanos tienen su origen en el noreste de Asia. Del mismo modo, según las investigaciones de Turner, los nativos americanos y los del noreste de Asia muestran similitudes en una serie de rasgos dentales que han sido agrupados en un patrón conocido como sinodontia, presente en los nativos americanos y del noreste de Asia. Por el contrario, la sundadontia es un patrón dental más generalizado, una dentición menos especializada, que caracteriza a los pueblos del sureste de Asia y sus descendientes polinesios.

Por otro lado, hace más de 10000 años los humanos no contaban con los suficientes conocimientos ni tenían suficiente tecnología como para navegar desde Australia y Nueva Guinea hasta Polinesia y América. De hecho, las islas más orientales de Polinesia fueron pobladas hace menos de 2000 años, mientras que las evidencias de poblamiento en Hawái y en la isla de Pascua, situadas a unos 4000 km del continente americano, solamente se remontan a hace alrededor de 1200 o 1500 años.

2. La ruta atlántica

Los defensores de la ruta atlántica (conocida también como «hipótesis solutrense») citan como argumento fundamental la similitud morfológica de las puntas de flecha talladas por la cultura Clovis (datadas entre hace 11500 y 10900 años) y las talladas por la cultura solutrense europea.

Según esta hipótesis, los cazadores y pescadores solutrenses pudieron desplazarse a lo largo de los límites meridionales de las masas de hielo del Atlántico norte en dirección a América durante la fase final de la última glaciación (denominada en América del Norte, como ya hemos apuntado, «Wisconsin»). Este trayecto implicaría haber recorrido alrededor de 5.000 km. Aun así, quienes propugnan esta hipótesis no niegan la existencia de otras posibles rutas de entrada en el continente.

Entre los argumentos en contra podemos citar las semejanzas en los rasgos dentales que existen entre los nativos americanos y los nativos del noreste de Asia. Además, la travesía siguiendo las masas de hielo es muy complicada ya que durante toda su extensión los migrantes tendrían que vivir de la pesca y caza de mamíferos marinos, al no disponer de recursos vegetales a su alcance. En lo que hace referencia a las similitudes en la talla de puntas de flechas, en América del Sur hay yacimientos tan antiguos como los de América del Norte, pero que muestran una tecnología más simple que la usada por los Clovis. Además, tampoco hay evidencias de que hubiera humanos viviendo al norte de los 49de latitud en Europa durante el último máximo glacial.

3. El acceso por Beringia

Eurasia y América estuvieron separadas por el estrecho de Bering hasta el último periodo glaciar, iniciado hace unos 100.000 años. A partir de entonces, el descenso del nivel del mar provocado por la extensión de las masas de hielo creó un puente terrestre, libre de hielo, que conectaba los territorios de las actuales Siberia y Alaska a lo largo del Pleistoceno superior.

La extensión de las tierras emergidas de Beringia alcanzó su máximo apogeo en los momentos del máximo glaciar, cuando el nivel del mar llegó a descender cerca de 150 metros por debajo de su situación actual (la profundidad media hoy en día es de 37 metros). Esta masa terrestre no volvió a sumergirse definitivamente hasta hace unos 10.000 años, cuando se produjo el deshielo de los glaciares del continente americano.

Hace unos 30.000 años el hielo de dos de estos glaciares, el Laurentino y de la Cordillera, cubría gran parte de lo que hoy en día es Canadá, impidiendo el paso tanto de la fauna como de la flora al resto del continente. Sin embargo, diferentes periodos cálidos provocaron la progresiva retirada del hielo y, con ello, la apertura de vías de paso a lo largo tanto de la costa del Pacífico como de las llanuras al este de las Montañas Rocosas.

Esta vía fue la ruta natural de expansión de diversas especies animales asiáticas (como el antílope saiga y el yak) y también debió de ser la que utilizaron los pobladores neolíticos siberianos para colonizar América en los compases finales del Pleistoceno superior.

Aunque la postura más aceptada es que los primeros colonos debieron llegar al continente americano con posterioridad a hace 40000 años (cuando se constata la ocupación de Siberia por parte de Homo sapiens), existe un encendido debate sobre cuál es el marco temporal en el que debe situarse este fenómeno. Una postura sugiere que la fecha más probable de acceso a estas nuevas tierras debe situarse en torno a los 12000 años, mientras que otra estima que la entrada se produciría mucho antes, hacia los 30000 años.

Datos para el análisis

Contexto geológico. Situación de los glaciares

Lo primero que hemos de señalar es que durante el último máximo glaciar, enormes masas de hielo mantenían aislada Beringia del resto de América. Sin embargo, hace aproximadamente 15000 años se abrió un corredor de unos 1500 km de longitud que permitió el paso entre ambas regiones. Hasta ahora se desconocía a ciencia cierta cuándo se había producido la colonización de dicha franja de terreno por animales y plantas, cuestión de crucial importancia ya que la presencia de caza y vegetación para su recolección es una premisa ineludible para cualquier migración humana (insistamos en que nuestros antepasados tenían que recorrer a pie 1500 kilómetros).

Este modelo, llamado del «corredor libre de hielo»  (ice-free corridor, IFC, en inglés), se estableció en los años treinta del siglo XX tomando en consideración el retroceso de los glaciares Laurentino y de la Cordillera, que abrió un paso a través del valle del Yukón y que continuaría hacia el sur por el valle del río Mackenzie al este de las Montañas Rocosas.

Evolución glaciares América del Norte. Tomado de Madsen, D. B. (2004), Entering America: northeast Asia and Beringia before the last glacial maximum.

Por otro lado, también hay investigadores que postulan que la entrada en América se produjo a través de una ruta costera que pudo quedar libre de hielo, y por tanto abierta a la colonización humana, hace al menos 15000 años (de hecho, entre hace 30000 y 11500 años BP sólo hay un intervalo de 2000 años –entre hace 14000 y 12000 años– durante el que fue posible el paso por la costa).

¿Qué nos dice la arqueología?

Uso de embarcaciones

Aunque aún falta encontrar pruebas arqueológicas de la presencia humana en ese corredor (y es algo que quizás nunca logremos), los restos humanos hallados en Arlington Springs, en la isla Santa Rosa (en la costa de California) y que han sido datados en 13000 años, demuestran a las claras que los primeros americanos usaban embarcaciones y conocían los rudimentos de la navegación.

En este sentido, es prometedor el anuncio realizado por el Instituto Hakai que lleva a cabo investigaciones en la Columbia Británica (Canadá) relativo al yacimiento de Triquet Island. Se han recuperado distintos utensilios que incluyen anzuelos, herramientas para encender fuego y lanzaderas de dardos, que confirman la ocupación humana en la zona 14000 BP 1.

Cultura Paleoindia

De otro lado, la cultura arqueológica más antigua y mejor definida en toda América es el Paleoindio, cuya representación más antigua es el «complejo Clovis». Hace aproximadamente 13500 años, nuestros ancestros desarrollaron un complejo de herramientas de piedra distintivo que hoy conocemos como «cultura Clovis». Siguiendo la abundante caza representada por los grandes mamuts, bisontes y otros animales —fáciles de cazar debido a que no estaban acostumbrados a la presencia humana— se expandieron rápidamente hacia el sur colonizando todo el continente en un corto plazo de tiempo (alrededor de 1000 años). Otros grupos humanos que no están relacionados arqueológicamente con el complejo Clovis (quizás por tratarse de incursiones ligeramente anteriores a aquéllas o debido a la rápida diversificación tecnológica que pudo producirse en el camino) se expandieron rápidamente hacia América del Sur y, en torno a los 11000 años, alcanzaron la Tierra del Fuego.

La lengua

Diversos estudios antropológicos y lingüísticos llevados a cabo por Joseph Greenberg 2 sostienen que la separación de los nativos americanos de sus ancestros asiáticos y el origen de las tres familias diferentes de lenguas habladas por ellos (amerindia, Na-Dene y eskimo-aleutiana) se corresponden con tres oleadas sucesivas que se iniciaron en torno a fechas similares. Por su parte, Johanna Nichols 3 señala que la diversidad de lenguas habladas por los nativos americanos es tan compleja (mucho mayor que la propuesta por Greenberg) que para que las más de 140 familias lingüísticas que éste reconoce en todo el Nuevo Mundo pudieran haber llegado a desarrollarse habría sido necesario un periodo de entre 20000 y 40000 años.

Datos de la genética

Los datos obtenidos del estudio de los marcadores genéticos, del ADN mitocondrial (ADMmt, o mitogenoma) y del cromosoma Y, indican que todos los nativos americanos actuales provienen de Asia, y que todos ellos descienden de una misma población. Además, su diversidad genética se agrupa en cinco haplogrupos de ADNmt (A, B, C, D y X) y dos del cromosoma Y (C y Q) que encontramos en las poblaciones indígenas del sur de Siberia. Si usamos la tasa de variación actual del ADNmt y del cromosoma Y como un reloj, veremos que los seres humanos (recordar que todos los restos hallados en América pertenecen a nuestra especie Homo sapiens) se dispersaron por Asia central hace alrededor de 40000 años.

Diversos estudios también apuntan a que todos los nativos americanos forman un grupo monofilético (es decir, que todos descienden de una misma población) que se dividió en dos ramas: la primera representada por los Amerindios (que en engloba poblaciones del sur de Norteamérica, así como de Centro y Sudamérica); y la segunda por los Atabascas (que son los nativos hablantes de las lenguas atabascanas).

Los Amerindios y los Atabascas se separaron de las poblaciones del este de Asia hace alrededor de 23000 años. La hipótesis que los investigadores plantean es que las duras condiciones climáticas provocaron el aislamiento geográfico de los antepasados de los nativos americanos, aislamiento geográfico que provocó el genético. La fecha más probable para esta separación es la de 22000 años, aunque parece que el flujo genético continuó hasta hace unos 12000 años, momento que coincide con el aumento del nivel del mar y la desaparición bajo las aguas del puente de Beringia.

La cuestión de si ese aislamiento se produjo en Siberia o en Beringia no obtiene respuesta aún.

Yacimientos

Datación de los principales yacimientos de América del Norte: Cactus Hill: ~16.700; Cerutti Mastodon: ~130.000; Cuenca de Chapala: 80.000-50.000; Cuevas Blue Fish: 24.820; Cueva Fort Rock: ~13.000; Cueva Pendejo: ~15.000; Cueva Wilson Buttle: 14.600; Dutton: 17.000-12.000; Fairbanks: ~24.000; Frenske: ~13.400; Hebior: ~12.500; Jensen: 14.830; Lamb Spring: ~13.000; La Sena: ~18.000; Little Salt Spring: ~13.400; Lovewell: ~18.200; Manis Mastodon: 12.000; Meadowcroft: ~19.000; Mud Lake: ~13.440; Page-Ladson: 14.550; Rancho la Amapola: ~38.000; Saltville: 13.950; Schaefer: ~12.400; Shaffert: 16.500; Tlapacoya: ~24.000; Topper: 16.000; Trail Creek: ~15.300; Triquet Island: 14.000; Varsity States: ~13.000?.

Datación de los yacimientos de América del Sur: El Abra II: 12.400; Fell´s Cave: 13.500; Guitarrero: 12.560; Lapa do Boquete: 12.000: Lapa Vermelha: ~25.000; Los Toldos: 12.600; Monte Verde: ~14.500; Pedra Furada: 47.000; Pedra Pintada: 16.000; Piedra Museo: 12.890; Piquimachay: ~20.000; Santa Elina: ~27.000; Taima Taima: ~14.000; Toca do Sitio do Meio: 14.300.

Notas

  1. Analizaremos en detalle este descubrimiento tan pronto se publiquen las conclusiones y las dataciones.
  2. Language in the Americas.
  3. Nichols, J. (1990), «Linguistic diversity and the first settlement of the New World». Language: Journal of the Linguistic Society of America, vol. 66, núm. 3, p. 475-521.
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Análisis general de los datos multidisciplinares de que disponemos para reconstruir la forma en que se produjo la colonización del continente americano.
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