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La arqueología del 99%

La arqueología del 99%

     Última actualizacón: 22 mayo 2020 a las 07:27

La gran mayoría de las personas en la antigüedad eran demasiado pobres para dejar atrás muchos artefactos. Pero los arqueólogos han aprendido a mirar más allá de los templos y los palacios.

Hasta hace pocas décadas, la arqueología tenía que ver con la grandeza y los ricos, centrada en templos, palacios y artefactos espectaculares: piense en la tumba del rey Tut o en los grandes templos y palacios de la ciudad maya de Tikal. Jeremy Sabloff, un arqueólogo ahora retirado de la Universidad de Pennsylvania y el Instituto Santa Fe, fue parte de la generación que cambió esto. Sabloff forjó su carrera estudiando a la gente corriente de la civilización maya de México y América Central, cartografiando y excavando ciudades enteras para estudiar quién vivía dónde y cómo.

En el número de 2019 de la Annual Review of Anthropology, Sabloff repasa sus más de 50 años de carrera y analiza lo que han aprendido los arqueólogos de los mayas a través del estudio de los patrones de asentamiento. Knowable Magazine habló con él sobre la arqueología de la gente corriente. Esta conversación ha sido editada por extensión y claridad.

¿Por qué los arqueólogos habían pasado por alto a la gente corriente durante tanto tiempo?

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la investigación arqueológica era financiada principalmente por museos, individuos ricos o fundaciones. Querían hallazgos espectaculares: templos y palacios, no los restos de estructuras perecederas de la vida cotidiana. Querían tumbas reales, como la tumba del rey Tut, los tesoros reales de Ur, grandes esculturas, murales, hermosa cerámica, jade. Buscaban materiales que pudieran traer de vuelta y exhibir en museos.

¿Y por qué cambió eso?

Hasta mediados del siglo XX, gran parte de la arqueología también se hacía por personas ricas. La composición de la disciplina cambió significativamente después de la Segunda Guerra Mundial, y quienes la practicaban fueron más de clase media. Una de las razones es que había muchos más trabajos disponibles, particularmente en las universidades estatales. Y pudieron obtenerse subvenciones para trabajo de campo que no se basaban en la búsqueda de objetos o hallazgos espectaculares. Todo esto está relacionado con el cambio del 1% al 99%, como lo llamé a la ligera.

Para el área maya específicamente, el catalizador fue Gordon Willey de Harvard. Ya había sido un pionero en lo que se llamó el «enfoque del patrón de asentamiento»: quería ver todo el asentamiento de un yacimiento arqueológico, no solo los edificios principales. Estaba tan interesado en cartografiar los restos de las chozas con techo de paja, lo poco que quedara de ellas, como en los templos de piedra y los palacios. No es que las casas de los antiguos campesinos mayas hubieran sido ignoradas, pero Willey fue el primero en concentrar su atención en ellas y preguntarse: ¿cómo podemos entender a la sociedad maya en su conjunto?

Esta preocupación por el patrón de asentamiento, mirando el 100% en lugar del 1%, no solo amplió nuestra comprensión, sino que la cambió por completo. La antigua visión de los mayas era la de un pueblo pacífico no urbano gobernado por sacerdotes-astrónomos. Se pensaba que los complejos templos que se habían encontrado en Tikal y en otros lugares eran simplemente centros ceremoniales con una población mínima, y no ciudades por derecho propio. Pero los proyectos de cartografiado en Tikal y otros lugares mostraron que no se trataba solo de centros ceremoniales: había un gran número de restos de casas. En realidad eran centros urbanos de algún tipo. Esto cambió totalmente nuestra comprensión de los mayas precolombinos.

¿Por qué eligió centrarse en la arqueología de la gente corriente?

Realmente hay dos respuestas para eso. Una es que era estudiante de Willey. En 1965 comencé en un proyecto en la selva de Guatemala que analizaba toda la gama de restos mayas. Así que me metí en eso. Pero también estaba relacionado con mi interés general, que era: ¿cómo entendemos el desarrollo a través del tiempo de la civilización maya? Obviamente, si vas a hacer preguntas como esa y quieres obtener respuestas útiles, tenías que mirar toda la antigua sociedad maya al completo.

¿Cómo estudia los patrones de asentamiento?

Queremos tener una idea de la distribución de todos los tipos de viviendas y cómo están situadas en el paisaje y, en particular, queremos encontrar información sobre los habitantes de los diferentes tipos de arquitectura a través de la recopilación detallada de materiales en la superficie y mediante la excavación donde ello sea posible.

Uno de los proyectos que codirigí fue en el yacimiento de Sayil, en el norte de Yucatán, al sur de la actual Mérida. En primer lugar solo queríamos hacer un mapa del área urbana para poder tener una idea del alcance y la naturaleza de las estructuras. Una razón por la que elegimos trabajar en Sayil es que hubo muy poca perturbación después del siglo XVI. Donde hubo una choza con techo de paja, todavía se conservaba la única hilera de piedras que sostenía los postes de madera de las paredes, por lo que de hecho podías ver el diseño de las habitaciones, las plataformas sobre las que se habían construido etc.

Palacio de Sayil. CC. Fuente: Andreas Bossard

También hicimos una pequeña excavación de estas estructuras más perecederas, para poder completar un poco más. ¿Podríamos captar una idea de la composición del hogar? ¿Cuántas habitaciones habría tenido una familia? ¿Qué encontraríamos en el área de la cocina? Una de las cosas interesantes que encontramos fue que los espacios abiertos entre las casas, que solían considerarse pequeñas plazas o algo así, de hecho eran huertos donde habían estado cultivando judías, calabazas, tomates, etc.

Encontramos herramientas de piedra hechas de obsidiana, que no está disponible localmente. Así que empiezas a preguntarte cosas sobre el comercio. Económicamente, ¿dónde podrías encontrar los mercados? ¿Qué se vendía allí? ¿Los bienes eran accesibles tanto para la élite como para quienes no lo eran, o había algunas cosas disponibles solo para unos y no para otros? Todo esto hace que te preguntes cómo funcionaba la sociedad, y también cómo podría haber cambiado todo eso con el tiempo. Es una imagen mucho más rica de la sociedad maya precolombina.

Esta imagen más rica que estamos obteniendo del 100% depende de herramientas que los arqueólogos simplemente no tenían a su disposición hace 50 años. En términos de cartografiado de patrones de asentamiento, uno de los grandes avances técnicos de los últimos años es la teledetección, particularmente el LIDAR, donde aviones volando a baja altura o drones envían rayos láser hacia abajo de forma que puedes ver el suelo sin los árboles. Puedes ver caminos de piedra. Puedes ver los restos de las casas, calzadas, caminos, y fortificaciones defensivas. Esta técnica hará que el cartografiado de los yacimientos sea mucho más simple, particularmente en situaciones difíciles como en la selva tropical o un área muy boscosa. Podemos cubrir áreas mucho más extensas con mayor detalle y precisión que nunca. Los nuevos estudios de las tierras bajas mayas del sur basados en LIDAR muestran que muchas ciudades mayas precolombinas eran más extensas de lo que se pensaba anteriormente, aunque estos nuevos datos están a la espera de ser confirmados por investigaciones sobre el terreno.

¿Cómo era la vida de la gente corriente?

En primer lugar, lo que aprendimos es que es difícil hablar sobre los pueblos mayas en conjunto en un momento dado. En toda el área maya, que cubre parte de los modernos México, Belice, Honduras, Guatemala y El Salvador, hubo una gran variabilidad, tanto en el espacio como en el tiempo. Alguien que viviera en un pequeño pueblo en el norte de Yucatán puede ser diferente de los mayas que vivieron en las tierras altas de Guatemala u Honduras.

Es una sociedad agrícola. Pero evidentemente tenías artesanos de todo tipo. Algunos de ellos estaban centrados en la familia, produciendo cerámica, herramientas de piedra, materiales decorativos; otros, por ejemplo, los tejedores o quienes producen una cerámica pintada especialmente hermosa, podrían estar apoyados por la élite.

¿Ver el panorama completo les ha dado a los académicos una visión diferente de la civilización maya posclásica?

Uno de los mejores yacimientos para comprender esto es la ciudad de Mayapan, no muy lejos de la actual Mérida en Yucatán. Se ha venido trabajado allí durante varios años por un gran equipo internacional. Fue una ciudad amurallada que prosperó principalmente entre mediados del siglo XIII hasta mediados del siglo XV. Se pensaba que fue un período decadente –los mayas yendo cuesta abajo–, porque no veías grandes inversiones en bella arquitectura, en templos y palacios.

Pero descubrimos que económica y socialmente las cosas eran igual de complejas, si no más complejas. Los gobernantes de la ciudad no estaban invirtiendo su capital en una gran arquitectura o tumbas elaboradas, lo estaban usando para desarrollar almacenes, rutas comerciales, barcos, toda la infraestructura de un comercio local y de larga distancia. En mi opinión, nada decadente.

Mayapan. CC. Fuente: John

¿Hay lecciones de los mayas que podamos poner en práctica hoy?

La civilización maya clásica se desmoronó en el siglo IX, pero los mayas no desaparecieron: hoy hay más de 10 millones de hablantes mayas. ¿Qué les permitió continuar después del colapso de sus ciudades? Hay que tomar en consideración cuestiones sobre el crecimiento de la población, la guerra, la sequía y el cambio climático, que tienen relevancia. Las respuestas no necesariamente resolverán los problemas modernos, pero creo firmemente que podemos extraer potenciales lecciones del pasado. ¿En qué tuvieron éxito? ¿Qué es lo que no funcionó? ¿Cómo hicieron frente a la sequía o la guerra? Obviamente, los mayas precolombinos y otros estados antiguos son diferentes de los actuales, pero al menos nos pueden ofrecer antecedentes y contexto para iluminar los problemas modernos. Creo que por ese motivo las clases de arqueología todavía están en auge por todo el país.

Y la arqueología continúa hasta nuestros días. Hay un gran interés en este país en la arqueología de la esclavitud. Aunque es una historia reciente, la historia escrita no te da el mismo tipo de detalles sobre la vida de los esclavos que sobre la de quienes vivieron en la casa principal. La arqueología está ayudando a poner todo esto al descubierto.

Hay arqueólogos que se fijan en los restos de los campamentos de personas sin hogar para tratar de obtener más información acerca de algo que está sucediendo hoy. Es un ejemplo de una arqueología más completa sobre todos los grupos, sin importar cuán espectaculares o aparentemente no espectaculares sean sus restos materiales.

Este artículo, escrito por Bob Holmes, apareció publicado por primera vez en Knowable Magazine from Annual Reviews. Se publica esta traducción con autorización. Lee el original aquí.

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Reseña: Disclosing the past. An autobiography

Reseña: Disclosing the past. An autobiography

     Última actualizacón: 16 mayo 2020 a las 16:53

Ficha Técnica

Título: Disclosing the past. An autobiography
Autor: Mary Leakey
Edita: Weidenfeld & Nicolson, 1984
Encuadernación: Tapa dura.
Número de páginas: 224 p.
ISBN: 0297785451

Reseña del editor

La reconocida arqueóloga ofrece una mirada incisiva y detallada de su notable familia y analiza su trabajo con su marido en África Oriental, así como sus descubrimientos, que alteraron para siempre el curso de la antropología moderna.

Reseña

Lo primero que debemos señalar en honor a la verdad es que no estamos ante una verdadera «autobiografía». Mary Leakey, siempre reacia a hablar de su vida privada, necesitó de la ayuda de un escritor profesional para dar forma al texto que ahora tenemos entre manos. En cualquier caso, este dato no desmerece el contenido ni la importancia de contar con un libro gracias al que podemos conocer de primera mano las inquietudes y vivencias de quien ha sido una de las arqueólogas más importantes del siglo XX.

Lo segundo, pese a que a estas alturas no debiera ser necesario, es apuntar que Mary Leakey no fue solo «la mujer de Louis Leakey». Aún hay textos en los que se deja entrever que ese dato es todo lo que tenemos que saber. En realidad, la valía profesional e intelectual, así como los logros científicos de Mary Leakey superaron en muchos aspectos a los de su marido.

Mary divide su biografía en tres fases: desde la niñez hasta que conoce a Louis Leakey; sus años con él que terminan con al morir en 1972 y, por último, el periodo «post-Louis», donde destacan sus hallazgos en Laetoli.

Sin embargo, ella reconoce que todo comenzó en el verano de 1935 cuando, con apenas 22 años, visitó por primera vez África Oriental. Tras conducir por la ladera rocosa del cráter del Ngorongoro en Tanzania, se encontró frente a una vista que dejó una huella indeleble en su espíritu y marcó su futuro. Esa vista era la de la vasta llanura del Serengeti, «que se extendía hasta el horizonte como el mar… siempre igual, pero siempre diferente».

Según sus palabras, ese fue el momento en que África se apoderó de ella. A pesar de que vivió y viajó por diferentes lugares del mundo, los barrancos, los cauces de los arroyos, los acantilados y las laderas de ese paisaje africano iban a constituir su hogar durante casi medio siglo. Fue allí donde se vio involucrada en algunos de los hallazgos más importantes y dramáticos que han rodeado al mundo de la arqueología prehistórica y el estudio de la evolución humana.

Mary Nicol nació en Londres en 1913, hija única de Cecilia Frere y Erskine Nicol, un pintor de éxito de quien heredó no solo el amor al aire libre y la curiosidad por la vida de nuestros antepasados, sino un destacado talento para el dibujo. Era descendiente de John Frere, un anticuario (como se los conocía entonces) que encontró diversas herramientas de piedra y que en 1797 argumentó que fueron hechas por quienes aún no conocían el metal -una idea considerada por aquel entonces casi una herejía-.

Mary nos cuenta que tuvo una infancia alegre, dividida entre Londres y Europa, a donde su padre viajaba cada año para pintar. También nos explica que hacía sufrir terriblemente a las jóvenes institutrices que sus padres contrataban para darle una educación formal. En el suroeste de Francia comenzó su interés por la arqueología, participando en excavaciones arqueológicas y recogiendo herramientas de piedra con su padre. Por supuesto, también visitó las famosas pinturas rupestres de esa región. Tras la muerte de su padre, su madre y ella se vieron obligadas a regresar a Inglaterra, en ese momento sus intereses cambiaron hacia la historia y arqueologías británicas. Al final de su adolescencia ya conocía a muchos de los principales arqueólogos de la época y tenía perfectamente claro a qué quería dedicarse el resto de su vida. Sus visitas a Stonehenge y Avebury no hicieron sino reforzar ese interés.

Su sobresaliente capacidad para dibujar herramientas de piedra le llevó a reunirse con Louis Leakey, que buscaba un ilustrador para uno de sus libros, dando así comienzo la segunda fase de su vida.

En 1935 visitó Kenia y Tanzania con él, y en 1936 se casaron y se mudaron al este de África. Aquí profundizamos en los primeros años de sus trabajos en la garganta de Olduvai; los sempiternos problemas de financiación que obligan a Louis a centrarse en el objetivo de conseguir patrocinadores; el nacimiento de cuatro hijos (la pequeña Deborah murió a los tres meses de disentería) y el descubrimiento de Zinjanthropus boisei.

La muerte de Louis obligó a Mary a ocupar el centro del «escenario». Además de dirigir sus proyectos de investigación, tuvo que asumir los papeles de recaudadora de fondos, organizadora, publicista y conferenciante (roles que Louis había desempeñado siempre con enorme energía y entusiasmo). Para ella supuso un enorme desafío ya que se desenvolvía con más soltura en un yacimiento que en un salón repleto de público. Sin embargo, superado el rechazo inicial, lo aceptó con determinación y pronto destacó en la escena internacional, siendo reclamada como conferenciante en todo el mundo.

No vamos a encontrar en este libro referencias a la bochornosa conducta de Louis Leakey, tanto en lo personal como en lo profesional. Mary se limita a decir que llegó un momento en sus vidas en que ella había perdido el respeto por su marido, aunque refiriéndose más a su capacidad intelectual que a sus relaciones extramatrimoniales (la insistencia de Louis en defender el yacimiento californiano de Calico tuvo un papel determinante). Estuvieron bastante tiempo haciendo vidas separadas antes de su fallecimiento en 1972.

Estamos, en definitiva, ante un texto imprescindible para todo amante de la arqueología y la historia de la ciencia.

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Reseña: Ancestral passions

Reseña: Ancestral passions

Ficha Técnica

Título: Ancestral passions. The Leakey family and the quest for humankind’s beginnings
Autor: Virginia Morell
Edita: Simon & Schuster, 1995
Encuadernación: Tapa dura.
Número de páginas: 638 p.
ISBN: 0684801922

Reseña del editor

Esta es una biografía de la primera familia de la antropología: Louis, Mary y Richard Leakey, cuyos descubrimientos han sentado las bases de gran parte de nuestro conocimiento acerca de los orígenes del hombre. Los Leakey han dominado esta ciencia. No solo cada uno de ellos hizo descubrimientos fósiles clave, sino que Louis (quien defendió que el hombre no se había originado en el continente euroasiático hace decenas de miles de años, sino que era más probable que hubiera evolucionado en África hace millones de años) ayudó a establecer las bases teóricas para la ciencia de la paleoantropología.

Esta biografía explora los hallazgos significativos de los Leakey, que ponen al descubierto nuestra ascendencia y articulan nuestra relación con los otros primates, especialmente los primeros homínidos. También nos muestra la rivalidad y los celos dentro de la familia; así como con otros científicos.

Reseña

Han pasado varias décadas desde la publicación del libro que ahora reseño, pero su interés reside en la enorme cantidad de información que atesora sobre la vida de quienes han sido referentes en el campo de la arqueología y la paleoantropología. Estamos ante, en mi opinión, las biografías más completas de Louis, Mary y Richard Leakey, y el texto constituye, por tanto, una obra esencial para todo aquel que tenga interés en el estudio de la evolución humana. Quizás me repita demasiado, pero creo que este tipo de libros –que te llevan tras las bambalinas– permiten comprender mejor lo que luego leemos en los artículos científicos. Las historias personales de quienes se han convertido en personajes públicos, el conocer sus bondades pero también sus debilidades, rencillas y obsesiones, nos permiten tener una visión más completa de su ciencia.

Hemos de saber que se trata de una biografía «no autorizada». Aunque numerosos miembros de la familia cooperaron con la autora del libro, no ejercieron ningún control sobre lo que ésta debía escribir y nunca le pidieron leer el manuscrito antes de su publicación. Virginia Morell ha interpretado la información que ha ido recopilando, y realizado sus juicios de valor, siguiendo únicamente su propio criterio (al menos así lo afirma ella misma). Para obtener información de primera mano, la extensa familia Leakey no sólo facilitó a la autora cartas no publicadas, diarios y fotografías, sino que mantuvieron largas conversaciones con ella sin negarse en ningún momento a tratar hasta los temas más espinosos (y hay muchos).

De hecho, la autora participó en las campañas de excavación de 1984 y 1987 en la orilla occidental del lago Turkana (West Turkana) dirigidas por Richard Leakey, y éste le dio acceso ilimitado a los archivos familiares que se conservaban en los Museos Nacionales de Kenia.

Del mismo modo, Mary Leakey le entregó sus cartas personales –la autora y su marido se hospedaron en su casa de Olduvai–; Jonathan y Philip también contestaron a sus preguntas, y Frida, la primera mujer de Louis Leakey, compartió sus recuerdos que fueron de gran ayuda para completar los primeros capítulos del libro.

Es importante señalar –y es algo relevante a la vista de los acontecimientos– que ni Donald Johanson, Tim White ni Vanne Goodall (madre de Jane Goodall) quisieron conceder entrevistas a la autora para ofrecer sus puntos de vista acerca de distintos aspectos de la vida de los Leakey.

El texto, pese a su extensión, está escrito en un lenguaje bastante accesible para alguien con conocimientos medios de inglés. No me voy a detener en demasiados detalles para no estropear la lectura a quien quiera adentrarse en la vida de los Leakey, pero no quería dejar pasar un par de anécdotas de Louis Leakey.

Gracias al texto he sabido que en las navidades de 1915 un primo de Louis le regaló el libro «Days before history» (que he reseñado en un vídeo), una historia de aventuras acerca de los hombres de la Edad de Piedra en Reino Unido y que narraba las hazañas de un joven llamado Tig. Julia, la hermana de Louis, comentó que «vivía en ese libro», «que se había convertido en su Biblia». Tras su lectura, éste comenzó a coleccionar las piedras que encontraba cerca de su casa buscando vestigios de herramientas del pasado.

Y fue una tarea que no se tomó como un mero pasatiempo. Para asegurarse de que sus hallazgos eran verdaderas herramientas de piedra prehistóricas, enseñó su colección a Arthur Loveridge, primer conservador del Museo de Historia Natural de Nairobi. Louis consideraba un héroe a este joven zoólogo que conocía los nombres latinos de todos los pájaros, animales y flores que encontraba a su paso. Gracias a los viajes de exploración y recolección de especímenes que Loveridge realizaba por la región llegó a Kabete donde vivían los Leakey, y donde pasó largas temporadas. De él aprendió Louis a clasificar los pájaros y a preparar especímenes para las colecciones del museo.

Pues bien, Louis le enseñó sus rocas y Loveridge, en vez de reírse de él como temía, las examinó con calma y le aseguró que algunas eran verdaderas herramientas prehistóricas, sobre todo las fabricadas con obsidiana. Gracias a los ánimos que recibió, Louis redobló sus esfuerzos con gran entusiasmo. De los escasos libros acerca de la prehistoria que Loveridge le prestó, Louis dedujo que se sabía muy poco acerca de esos hombres de la Edad de Piedra, y que nada se sabía de quienes habían vivido concretamente en el este de África, así que decidió rellenar ese vacío. Acaba de cumplir 13 años.

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Reseña: Editando genes: recorta, pega y colorea

Reseña: Editando genes: recorta, pega y colorea

     Última actualizacón: 13 mayo 2019 a las 08:37

Ficha Técnica

Título: Editando genes: recorta, pega y colorea. Las maravillosas herramientas CRISPR
Autor: Lluís Montoliu José
Edita: Next Door Publishers, 2019
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Número de páginas: 436 p.
ISBN: 978-8494924514

Reseña del editor

La edición genética ha irrumpido con fuerza tanto en los laboratorios como en la sociedad. En particular desde que aparecieron las herramientas CRISPR, descubiertas en bacterias por un microbiólogo español, Francis Mojica, de la Universidad de Alicante, hace más de 25 años. Con ellas se han propuesto multitud de aplicaciones en biología, en salud y en biotecnología, algunas de las cuales plantean dilemas éticos, como su uso en embriones humanos. Este libro pretende aportar información básica y asequible sobre la edición genética y sobre esta novedosa tecnología. Resaltar tanto las ventajas como las limitaciones o problemas no resueltos asociados a este método para ofrecer al lector una visión honesta y realista de lo que podemos esperar de esta revolución tecnológica. Su autor, Lluís Montoliu, es un investigador pionero en la utilización, implantación y diseminación de las herramientas de edición genética CRISPR en nuestro país.

Reseña

Padezco dos enfermedades raras (y soy pelirrojo, como me dijo nada más verme Lluís Montoliu cuando nos conocimos en Granada). Partiendo de este dato podrás imaginar fácilmente el interés que para mí tienen los avances en biomedicina. Me refiero a todos aquellos descubrimientos que auguran un futuro mejor, que suponen una esperanza para cientos de enfermos –«esperanza» no en el sentido religioso, sino como recoge la primera acepción del diccionario de la RAE: «Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos».

Y eso es exactamente lo que suponen las herramientas CRISPR, una posibilidad. La posibilidad real de que en un plazo relativamente corto de tiempo podamos utilizar, de forma segura, todo el enorme potencial de una herramienta que promete soluciones a problemas médicos hasta hace poco inimaginables (salvo en la fértil mente de algunos escritores de ciencia-ficción).

Pues bien, el libro escrito por Lluís Montoliu tiene como objetivo el explicarnos qué son y para qué sirven estas herramientas. Este libro es un camino. A través de sus páginas  seguimos un interesante y detallado recorrido por las experiencias del Dr. Montoliu, su toma de contacto y trabajo diario con un complejo sistema de defensa que se descubrió en bacterias, y que gracias a la perspicacia de varios científicos –y la serendipia– se ha convertido en la más potente herramienta de edición genética con la que contamos en la actualidad.

En mi ordenador tengo varias carpetas donde guardo noticias y artículos interesantes que son la base para futuros artículos. Abrí la carpeta llamada «CRISPR» en febrero de 2015 tras leer un artículo en la revista «Investigación y ciencia» titulado «La edición genética, más precisa». A partir de ese momento reconozco que me centré más en conocer los detalles de la lucha por la patente que se disputaban dos importantes centros de investigación y universidades americanas, que en estudiar cómo funcionaba y qué podíamos hacer con la propia herramienta (sobre todo porque no entendía realmente el mecanismo).

No fue sino más adelante cuando supe que quien descubrió e investigó en profundidad el mecanismo de defensa de las bacterias que supone CRISPR, fue el español Francisco Juan Martínez Mojica. Y es que el término CRISPR (del inglés Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats; o en español «Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente interespaciadas») es una palabra que se inventó en Alicante por Francis Mojica, ahora firme candidato a obtener el premio Nobel.

Como ha sucedido antes con otros descubrimientos trascendentales, el artículo donde anunciaba su hallazgo no se publicó en una revista de alto impacto. Una versión más reducida del artículo inicial fue aceptada en octubre de 2004 para su publicación en el Journal of Molecular Evolution, viendo la luz definitivamente en febrero de 2005: Intervening Sequences of Regularly Spaced Prokaryotic Repeats Derive from Foreign Genetic Elements. Este artículo, a día de hoy, ha sido descargado más de 22.000 veces (de forma «oficial» a través de la página web de la revista), y citado más de 660 veces. Como nos cuenta el Dr. Montoliu en el libro, «un editor que rechazó el artículo en una revista de alto impacto le pidió perdón [a Francis Mojica] diciéndole: “Lo siento, pero, sinceramente, es que no me lo podía creer”».

Pero, ¿qué es lo que suponen los sistemas CRISPR?  Estas herramientas, que han sido llamadas «tijeras moleculares», son capaces de cortar el ADN en una posición determinada. Para ello necesitan la «colaboración» de otras proteínas (siendo la más habitual «Cas9» de Streptococcus pyogenes), que son las que sitúan a las «tijeras» en un lugar determinado (por ejemplo, «Cas9» corta en el tercer nucleótido –la tercera letra– contando a partir del motivo PAM, en dirección a la secuencia complementaria a la guía de ARN). Dicho así puede sonar un galimatías, pero no quiero profundizar más en los detalles de este mecanismo porque, créeme, disfrutarás más siguiendo las explicaciones del autor para entender cómo funcionan exactamente.

Bueno, ya tenemos el corte pero, ¿dónde está la edición? Sabemos que cualquier corte en la doble cadena del ADN rompe la continuidad física del cromosoma. Sin embargo, todas las células están equipadas con unos sistemas de reparación del ADN que se ponen en marcha tan pronto se produce esa rotura para solucionar el problema.

Hay por lo menos dos tipos de sistemas de reparación (y este es un aspecto esencial de las herramientas CRISPR). La que se activa por defecto en todas las células (con resultado de inactivación), se llama técnicamente «unión de extremos no homólogos». Este sistema de reparación implica la introducción y eliminación de nucleótidos (letras) al azar en el ADN alrededor de la cicatriz causada por Cas9; hasta que las «aes» acaban enfrente de las «tes» o las «ges» enfrente de las «ces», para que según la homología y los nuevos apareamientos se restablezcan rápidamente estas parejas: A-T y G-C y, con ellas, la continuidad física del cromosoma, que acaba sellándose al final del proceso. El resultado son los llamados INDEL (del inglés insertions and deletions, inserciones y deleciones).

La ruta alternativa de reparación se llama técnicamente de «reparación dirigida por homología». Aquí, tras el corte por la proteína Cas9, si le damos a la célula una secuencia de ADN muy parecida a la que está representada alrededor del corte, esta podrá usarla como molde para repararlo.

Entonces decimos que hemos «editado» la secuencia inicial, pues hemos usado el ADN molde para dirigir la reparación a nuestra voluntad.

Por lo tanto, las herramientas CRISPR nos permiten «cortar» el ADN, pero para «pegarlo» tenemos que recurrir a los sistemas de reparación que poseen todas las células.

Sin embargo, y pese a lo que hayas podido leer en algunos artículos y medios de comunicación, los experimentos de edición genética con CRISPR no son infalibles ni los resultados son predecibles con total seguridad o certeza:

Una guía de ARN se apareará con su secuencia complementaria al 100% en el gen deseado, pero puede que también se aparee cuando solo coinciden 18 de las 20 letras (o sea, al 90%) en otra zona del genoma.

Este proceso de posible generación de mutaciones no deseadas se denomina, en inglés, off-target (fuera de la diana) porque ocurre en lugares distintos a los inicialmente previstos. Por lo tanto, hemos de reconocer que no tenemos una fiabilidad y precisión absolutas, aunque se investiga intensamente para solucionar estos inconvenientes. Como el propio autor resalta:

Seguimos necesitando más investigación básica de los procesos de reparación del ADN. […] Hay que volver a la bioquímica, a la enzimología, a entender cómo la célula decide reparar un corte en el ADN a través de una ruta o de otra.

Leyendo este libro aprenderás lo que es un ratón «avatar»: los modelos animales que portan mutaciones específicas de pacientes y que son utilizados para validar la seguridad y eficacia de los diferentes tratamientos antes de administrárselos a los propios enfermos; también conocerás que el mayor aprovechamiento de estas técnicas está ahora mismo en la  biotecnología animal (cerdos, vacas, ovejas) y la vegetal; y que el impulso génico (en inglés gene drive) permite que a partir de muy pocos individuos consigamos forzar la distribución de un alelo mutante rápidamente en una población (técnica que se está investigando con la idea puesta en erradicar, por ejemplo, la malaria).

Como enfermo –y como miembro de una asociación de pacientes– debo agradecer enormemente al Dr. Montoliu que sea tan honesto y sincero a la hora de explicar el estado actual en que nos encontramos con estas herramientas. A día de hoy no podemos intervenir directamente en pacientes en la mayoría de los casos (en otros casos muy concretos sí que se están utilizando) por lo que debemos ser pacientes (hemos de tener paciencia). Aunque ser pacientes no implica «no hacer nada». Debemos ser es beligerantes, combativos, debemos comprender que como enfermos y ciudadanos tenemos el deber de exigir a nuestros gobernantes una mayor implicación con la ciencia: es fundamental que los científicos tengan los medios necesarios para desarrollar sus investigaciones. Por eso nosotros, como sociedad, tenemos que presionar a nuestros políticos para ello.

Para concluir, me parece enormemente interesante y enriquecedor que se incluyan varios capítulos dedicados a las cuestiones éticas (el tema se trata en varios capítulos como: ¿Curamos al enfermo o al bebé que todavía tiene que nacer?, ¿Todo lo que podemos hacer lo debemos hacer?). Es un debate que debemos afrontar de manera clara y abierta. Ahora estoy terminando un máster en bioética y tengo claro que mi TFM versará sobre esta cuestión ya que considero un aspecto esencial que como sociedad nos planteemos hasta dónde podemos/queremos llegar con el uso de una técnica que puede, literalmente, afectar al futuro de nuestra propia especie.

No voy a extenderme más en analizar el libro porque os aseguro que cada capítulo daría para un debate en profundidad. Así que os voy a dejar mi última impresión personal.

Jorge Wagensberg ha descrito maravillosamente bien cuál es la sensación que tenemos cuando llegamos a «comprender» algo realmente. Lo llamó «gozo intelectual». Es lo que ocurre en el momento exacto de una nueva comprensión o de una nueva intuición. Definió «comprender» como «caer en la mínima expresión de lo máximo compartido», es decir, en lo común entre lo diverso; mientras que «intuir» por otro lado es «experimentar un roce entre dos estados de la mente, un roce entre la incertidumbre resuelta y la incertidumbre por resolver, un roce entre lo percibido por primera vez y lo percibido por segunda vez, un roce entre lo comprendido y lo que se pretender comprender, entre lo ocurrido y lo que aún ha de ocurrir, entre lo ocurrido aquí y lo ocurrido allí. La intuición es una especie de revelación de la propia mente, y se reconoce, entre otras cosas, por el gozo intelectual que trae bajo el brazo».

Yo he sentido un profundo gozo intelectual al terminar de leer este libro. Desconozco si mi experiencia podría encajar con plenitud en el planteamiento que expuso tan magistralmente Jorge Wagensberg,  

El gozo intelectual es al conocimiento lo que la sed es a la hidratación, lo que el hambre es a la nutrición, lo que el dolor o el bienestar es a la salud, lo que la libido es a la reproducción, lo que el miedo es al riesgo. ¿Qué papel desempeña el gozo intelectual? El gozo intelectual quizá sea un logro de la selección natural en favor de la selección cultural, la pieza precisa y preciosa que hace posible el tránsito de la una a la otra.

Lo que sí puedo asegurar es que el magnífico libro que ha escrito el Dr. Montoliu ha supuesto un enorme estímulo. Ahora comprendo no solo cómo funcionan las herramientas CRISPR, sino que las investigaciones para ampliar su funcionalidad, seguridad y eficacia avanzan sin descanso. Ahora quiero seguir aprendiendo, seguir comprendiendo porque, como afirmara Wagensberg, «la idea del gozo intelectual es proponer, justamente, un método de entrenar al cerebro para capturar ideas relevantes, para darse cuenta de que lo son y para embarcarse en adquirir comprensiones radicalmente nuevas».

Comencé esta reseña diciendo que este libro es un camino. Ahora la termino diciendo que también es un vehículo. Es un medio para comprender mejor el mundo que nos rodea; para saber cómo funciona la ciencia; cómo desarrollan su labor cientos de científicos en todo el mundo; para saber en definitiva que, si nos lo proponemos, podemos ofrecer a quienes lo necesitan un poco de esperanza.

Por mi parte, y en nombre de muchos enfermos anónimos, no puedo más que dar las gracias por este trabajo.

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Reseña: Del mito al laboratorio. La inspiración de la mitología en la ciencia

Reseña: Del mito al laboratorio. La inspiración de la mitología en la ciencia

     Última actualizacón: 5 mayo 2019 a las 18:56

Ficha Técnica

Título: Del mito al laboratorio. La inspiración de la mitología en la ciencia
Autor: Daniel Carlos Torregrosa López
Edita: Ediciones Cálamo, 2018
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Número de páginas: 208 p.
ISBN: 978-8416742110

Reseña del editor

La mitología clásica ha alimentado durante miles de años todas las formas de expresión en las humanidades y las bellas artes. Los mitos surgieron como posible explicación de fenómenos naturales, pero también para responder a eternas preguntas sobre el origen y destino de nuestra especie, un esfuerzo imaginativo para superar los límites del saber racional de cada época. Por eso, no resulta extraño que la ciencia y la tecnología se hayan impregnado a menudo de la mitología clásica, y en especial para inspirar la nomenclatura de invenciones y descubrimientos. ‘Del mito al laboratorio’ nos habla de esos personajes mitológicos, cuyos nombres e historias captaron la atención de la comunidad científica hasta el punto de homenajearlos al bautizar muchas «criaturas» nacidas de sus investigaciones.

Reseña

Los mitos clásicos nos hablan de personajes extraordinarios, seres imposibles, habitantes de un mundo que no se corresponde con la realidad que conocemos. Un lugar regentado por dioses y diosas, animales increíbles, hombres y mujeres inmortales, guerreras y guerreros invencibles, gigantes, sirenas y monstruos.

Con esta descripción, Daniel Torregrosa nos invita a comenzar un viaje por la mitología. No hay mejor forma de empezar un libro que nos da a conocer algunas de las historias y leyendas que han cautivado a diferentes pueblos durante miles de años; hasta el punto de que numerosos científicos –también de diferentes épocas– han acudido a ellas cuando han tenido que nombrar algún nuevo descubrimiento.

A los seres humanos nos encanta contar y que nos cuenten historias. Estudios recientes sostienen que nos apasiona la narrativa desde que nos reuníamos alrededor del fuego para hablar de nuestros antepasados; y que esta necesidad ha llegado hasta nuestros días, como cuando nos sentamos delante del televisor y hacemos un «maratón de series». Se trata de un rasgo cultural que nos ha ayudado a articular unos sistemas de cooperación eficaces tanto a las sociedades de cazadores-recolectores como, extrapolando la situación hacia el pasado, a los primeros miembros de nuestra especie.

Joseph Campbell, que dedicó toda su vida a estudiar los mitos de diferentes pueblos y escribir sobre ellos (fue un pensador excepcional), defiende que «la reliquia de esas “viejas historias” adornan las paredes de nuestro sistema interior de creencias, como restos de antiguos utensilios en un yacimiento arqueológico». Y es que encontramos en todo el mundo, y en momentos diferentes de la historia, que estos «arquetipos» o «ideas elementales» han aparecido con vestimentas muy diferentes; diferencias que tienen que ver con las cambiantes condiciones ambientales e históricas.

El libro que ahora reseño tiene una estructura muy sencilla que le otorga un toque de frescura y facilita su lectura: en cada capítulo se presenta a un personaje mitológico que ha sido utilizado por distintos científicos para nombrar algún descubrimiento (constelaciones, planetas, elementos químicos, especies animales etc.). A través de sus páginas nos adentramos en detalles fascinantes de la mitología grecorromana y nórdica sobre todo; pero también de la mitología inuit, de la isla de Pascua (Rapa Nui), de la isla de Hawái, la mitología egipcia, la hindú o la fenicia. Y por supuesto, nos daremos cuenta que los científicos no son personajes extraños que viven «encerrados» en sus laboratorios o universidades, sino que están conectados con su cultura y sus raíces sociales.

Volviendo a Campbell, el mito sirve básicamente para establecer cuatro funciones:

  • La primera es la función mística, la que nos hace advertir cuán maravilloso es el universo, y te hace experimentar un pavor reverencial ante este misterio.
  • La segunda es una dimensión cosmológica, la dimensión relacionada con la ciencia: mostrarte cuál es la forma del universo, pero mostrártela de tal modo que el misterio se haga patente.
  • La tercera función es la sociológica: fundamentar y validar un cierto orden social. Y aquí es donde los mitos varían enormemente de un lugar a otro.
  • Y hay una cuarta función del mito, y es ésta la que creo que hoy debería interesarnos a todos: la función pedagógica, la enseñanza de cómo vivir una vida humana bajo cualquier circunstancia. Los mitos pueden enseñártelo.

«Del mito al laboratorio. La inspiración de la mitología en la ciencia» es un libro repleto de curiosidades y que despierta curiosidad.

Ahora que lo he leído, lo estoy leyendo con mis hijas (tienen ocho años) y os puedo asegurar que están disfrutando muchísimo: no solo quieren saber más sobre los diferentes mitos, sino también sobre astronomía, biología, historia etc. Estamos, en definitiva, ante un libro que hará las delicias de toda la familia.

No hay mejor complemento a esta reseña que la entrevista que Luis Quevedo le ha hecho al autor para su podcast «El Método»:

Publicado por José Luis Moreno en RESEÑAS, 0 comentarios