No, Homo erectus no se extinguió por ser «vago»

     Última actualizacón: 14 septiembre 2018 a las 17:11

Hace algunos días nos «asaltó» una noticia relacionada con la evolución humana que causó una gran impresión. Es cierto que ya estamos acostumbrados a este tipo de anuncios dado que la paleoantropología despierta cada vez más curiosidad entre el público. Sin embargo, los titulares y el contenido de la noticia chocaban tanto con lo que sabemos, que decidí estudiar el trabajo científico original para aclarar la cuestión. Me estoy refiriendo en definitiva al anuncio de que «según una nueva investigación», la especie Homo erectus se había extinguido porque eran «vagos».

Titular peiódico ABC (13/08/2018)

Titular periódico DailyMail (10/08/2018)

Titular medio digital Institución Smithsonian (13/08/2018)

Podemos resumir el contenido de las noticias publicadas en los medios de comunicación de la siguiente manera 1:

  • La conclusión principal es que «la vaguería 2 fue en parte responsable de la extinción de Homo erectus».
  • Tras el estudio de un yacimiento situado en Saffaqah, cerca de Dawadmi (Arabia Saudita), los investigadores comprobaron que Homo erectus optó por una «estrategia del mínimo esfuerzo» a la hora de fabricar herramientas de piedra y obtener recursos.
  • Esta actitud contrasta con la de los «excelentes constructores de herramientas» que eran los neandertales y Homo sapiens.
  • No hubo ningún tipo de progreso por parte de Homo erectus en la fabricación de herramientas.
  • Finalmente, no fueron capaces de adaptarse al cambio climático en la región –que derivaba hacia una mayor aridez– y desparecieron.

El artículo original: Tecnología Achelense y aprovechamiento del paisaje en Dawadmi, Arabia central («Acheulean technology and landscape use at Dawadmi, central Arabia»).

El artículo del que estamos hablando apareció publicado en la revista de acceso abierto PLoS ONE el 27 de julio de 2018.

Como su título indica, los investigadores publican los resultados de nuevas investigaciones de campo (realizadas en 2014), así como un nuevo análisis de trabajos de excavación previos llevados a cabo en el yacimiento de Saffaqah (206-76) cerca de Dawadmi, en Arabia central. El objetivo era saber cómo se adaptaron nuestros antepasados a vivir en esta región que hoy en día es una de las más áridas del planeta. Para ello es necesario conocer el comportamiento de esas especies en diferentes lugares de su ámbito de expansión geográfica. La información con la que contamos actualmente proviene de lugares como el Este de África (el Valle del Rift), el Levante y Europa occidental, por lo que es posible establecer comparaciones.

La importancia de realizar trabajos de este tipo en una zona como la península arábiga no es desdeñable. Hemos de tener presente que la colonización de Eurasia por debajo de los 55o de latitud da muestra del éxito evolutivo y de adaptación del género Homo durante el Pleistoceno Inferior y Medio. Sin embargo, hoy en día seguimos sin tener claro de qué eran capaces esos homininos cuando debían hacer frente a los paisajes que se encontraban en las latitudes medias.

Y es que Saffaqah es el lugar en el que sueña trabajar todo arqueólogo. Se trata de uno de los yacimientos Achelenses más grandes de Arabia, y se estima que en la superficie se pueden encontrar cerca de un millón de artefactos. Está situado en la intersección de dos grandes sistemas fluviales que estuvieron activos de forma periódica en el pasado: el Wadi al Batin y el Wadi Sabha, que fluyen hacia el norte y el sur del Golfo Pérsico. Además, es el primero que conserva depósitos estratigráficos con abundantes artefactos, lo que permite un estudio de las fases de ocupación del territorio.

Las dataciones con series de uranio-torio de la capa de nitratos adheridos a las herramientas de piedra arrojan la cifra de 200.000 años, lo que convierte a Saffaqah en el yacimiento arqueológico más antiguo de la península arábiga encontrado hasta el momento.

El estudio de la industria lítica

Ya hemos adelantado que el trabajo de los investigadores se ha centrado fundamentalmente en análisis de la abundante industria lítica recuperada en el yacimiento. Lo primero que podemos decir es que las herramientas eran en general bastante grandes: la gran mayoría de lascas medían más de 5 cm de largo, llegando a alcanzar una longitud máxima de 39 cm (sin embargo, también es posible que algunas de las lascas más pequeñas se hayan destruido o quedado irreconocibles debido a la erosión del viento).

Respecto a la formación del yacimiento en sí, se constata que la deposición de los restos tuvo lugar durante un considerable periodo de tiempo, lo que permitió la acumulación de más de un metro y medio de sedimentos en siete capas claramente diferenciadas (esto demuestra la permanencia prolongada en el lugar de nuestros antepasados).

Por último, otra característica que salta a la vista es el poco refinamiento en los bifaces. No se ha identificado modificaciones en las herramientas ni tampoco diferencias en su fabricación. En pocas palabras, la tecnología empleada a lo largo de la secuencia es la misma.

Muestra de la industria lítica recuperada. Fuente: Shipton, C., et al. (2018), «Acheulean technology and landscape use at Dawadmi, central Arabia». PLoS ONE, vol. 13, núm. 7, p. e0200497.

Conclusiones

Yacimientos como el estudiado no son únicos. En otros lugares de la península arábiga poblaciones de homininos fabricaban lascas y hendedores (usando la misma técnica Achelense) en yacimientos como Wadi Fatima, en la costa del Mar Rojo, y en el sur del desierto del Nefud. En Levante encontramos un yacimiento similar: Gesher Benot Ya’aqov. La industria lítica presente en este yacimiento sirve para trazar la ruta que siguieron nuestros antepasados al salir de África durante un periodo húmedo. El Achelense de Dawadmi representa la ocupación de la zona cuando los sistemas fluviales de Arabia permitieron a los homininos penetrar hacia el interior.

Lo que distingue el Achelense de Saffaqah del recuperado en Gesher Benot Ya’aqov es la relativa escasez de hendidores en el primero. Se piensa que los hendidores eran herramientas para trabajar la madera, por lo que su ausencia se podría explicar por la escasez de árboles en el centro de Arabia en comparación con el Levante, no por una falta de conocimientos técnicos.

Del mismo modo, la estabilidad en la tecnología que ya hemos comentado —el modo de fabricar las herramientas— coincide con el conservadurismo documentado en el yacimiento de Gesher Benot Ya’aqov.

Del mismo modo, los investigadores constatan una «estrategia del mínimo esfuerzo» en los pobladores de este yacimiento. Existe una pequeña colina en cuya cima hay material lítico de mejor calidad, pero se ha comprobado el uso sistemático de rocas situadas en la base. La explicación que ofrecen en este trabajo es bastante sensata: andar o correr cuesta arriba incrementa dramáticamente el gasto energético, mientras que el camino de vuelta hacia abajo incrementa el riesgo de sufrir lesiones. De nuevo, este comportamiento se ha documentado en otros yacimientos Achelenses donde los homininos fabricaron de forma preferente bifaces y eligieron lugares donde tenían fácil acceso tanto a la piedra como a fuentes de agua.

Resumiendo

  1. El artículo analiza la industria lítica de un yacimiento concreto para tratar de extraer conclusiones acerca de la forma de aprovechar el paisaje por parte de nuestros antepasados, en una región poco estudiada hasta la fecha.
  2. Dado que no se han hallado restos fósiles, en ningún lugar del trabajo se dice que Saffaqah fuera habitado por una población de Homo erectus (se emplea continuamente la expresión «población Achelense». Lo más probable es que se tratara de Homo erectus, aunque también pudieron llegar allí los neandertales, Homo sapiens u otros (teniendo en cuenta además la antigüedad atribuida al yacimiento). El análisis exclusivo de la cultura material no permite decir con certeza quienes fabricaron esas herramientas.
  3. La densidad de yacimientos alrededor de Saffaqah sugiere que nuestros antepasados florecieron en la región.
  4. La ausencia de características de transición en su tecnología y la baja densidad de artefactos del Paleolítico Medio (más avanzados) sugieren que la zona fue abandonada con la llegada de una fase más severa, árida, a la que no pudieron adaptarse.
  5. Finalmente, Arabia central quedó despoblada probablemente debido a un deterioro de las condiciones climáticas.

Mi crítica a los artículos periodísticos

La primera crítica que podemos hacer de los distintos artículos periodísticos que han «popularizado» el trabajo publicado en PLoS ONE (independientemente de si lo fueron en medios generalistas, en medios especializados en ciencia, e independientemente del idioma), es la burda generalización. Los investigadores exponen sus conclusiones al interpretar los hallazgos de un único yacimiento. Pasar de ahí a que toda una especie —Homo erectus, o cualquier otra— se extinguió por lo que allí vemos es absurdo.

Del mismo modo, argumentar que la «pereza» pudo ser la causante de la extinción de toda una especie carece del más mínimo sentido, no sólo científico, sino común.

Lo que sabemos en cambio de Homo erectus es que se trata con toda probabilidad del primer representante del género humano que salió de África, la cuna de todos nuestros antepasados. Esa primera oleada de migración los llevó a lugares tan distantes del continente africano como el Este de China. Más de 8.000 kilómetros de migración recorriendo los más dispares lugares que se pueda imaginar. Eso los obligó a adaptarse a muy diferentes ambientes. Constatar que un yacimiento situado en la península arábiga fue abandonado cuando el clima se volvió demasiado opresivo es adaptación pura y dura. Nuestros antepasados se marcharon de allí para buscar fortuna en otro lugar.

Por último, los autores explican los motivos por los que no han visto una «evolución» en la técnica empleada para la fabricación de las herramientas. No se trata de una conducta extraña —ni siquiera llamativa— porque ya se ha verificado en otros yacimientos del mismo periodo.

En definitiva, parece que nos encontramos ante un caso más de falta de interés y desconocimiento por parte unos periodistas que tienen mucho trabajo y poco tiempo para publicar. Sin embargo, no creo que debamos culpar en exclusiva a los periodistas de lo sucedido en este caso concreto.

Las notas de prensa

Una cosa importante que debéis saber —si no lo sabéis ya— es que la mayoría de noticias relacionadas con la ciencia están sometidas a «embargo». El embargo significa que cuando se va a publicar un artículo científico lo normal es que tanto la revista especializada donde se va a publicar (Nature, Science, PLoS ONE etc.), como la universidad o centro de investigación del que depende/n el/los científico/s que han llevado a cabo la investigación, emitan una nota de prensa cuyo destino es los profesionales de los medios de comunicación acreditados. Estas notas de prensa, donde se explica de forma «sencilla» el propio artículo, se envían con suficiente antelación a la fecha de publicación del trabajo en la revista científica. El objetivo no es otro que los periodistas dispongan de tiempo suficiente para preparar sus artículos y cuenten con suficiente información de «contexto» con la que producir sus piezas.

No entraremos ahora a valorar este sistema, pero baste decir que ese es el motivo por el que en un mismo día podemos ver la misma noticia publicada en numerosos medios de comunicación con escasos minutos de diferencia. Todos los periodistas han tenido acceso a la misma nota de prensa.

Y de nuevo, ese es el motivo por el que la mayoría 3 de noticias tienen el mismo contenido. Los periodistas no tienen tiempo de leerse en profundidad, por ejemplo, los 36 folios de este artículo científico para redactar algo que se salga de la misma idea común contenida en la nota de prensa; ni tampoco el científico que tiene que atender a los medios puede estar disponible las 24 horas del día.

Volviendo al caso que estamos viendo, mi impresión es que todo el problema con la desastrosa interpretación del artículo publicado en PLoS ONE tiene su origen en la nota de prensa que emitió la Universidad Nacional de Australia (donde el investigador principal de este trabajo, el Dr. Ceri Shipton, desarrolla su labor).

En esa nota de prensa aparecen recogidas las declaraciones textuales del profesor Shipton acerca del trabajo que él y el resto del equipo hicieron en Saffaqah:

  • «They really don’t seem to have been pushing themselves» («No parece que se hayan esforzado»)
  • «I don’t get the sense they were explorers looking over the horizon. They didn’t have that same sense of wonder that we have» («No tengo la sensación de que fueran exploradores que miraran hacia el horizonte. No tenían la misma capacidad de asombro que nosotros»)
  • «Not only were they lazy, but they were also very conservative» («No solo fueron perezosos, sino que también fueron muy conservadores»)

Lo importante es que estas frases (cuya traducción es propia) son textuales.

Creo que, como poco, las palabras del Dr. Shipton han sido poco afortunadas. Básicamente no reflejan la realidad de las conclusiones que él mismo, y el resto del equipo, firman en su trabajo, echando por tierra su credibilidad (esta es mi opinión personal, por supuesto).

Quizás por ese motivo, esta nota de prensa, publicada originalmente en la página web de noticias de la propia universidad, a día de hoy no puede leerse.

Nota de prensa. ANU

No sé si haberla eliminado de su repositorio ha sido un intento de enmendar su error (cosa harto complicada) haciendo que sea más difícil llegar a las declaraciones originales que el Dr. Shipton hizo a Aaron Walker, redactor de la nota de prensa y responsable ante los medios de comunicación. Aunque basta acceder al archivo del WayBackMachine para ver el contenido original de la nota (la página, según la información de ese servicio, debió borrarse entre el 10 de agosto y el 3 de septiembre pasados).

Las declaraciones del Dr. Shipton fueron repetidas textualmente en la nota de prensa emitida por el servicio EurekAlert! (servicio de comunicación de la ciencia de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, AAAS) y, por supuesto, en todos los artículos periodísticos que se nutrieron de ella.

Debemos señalar con justicia que el «culpable» del embrollo en este tema fue el investigador principal del artículo científico.

Referencias

Shipton, C., et al. (2018), «Acheulean technology and landscape use at Dawadmi, central Arabia«. PLoS ONE, vol. 13, núm. 7, p. e0200497.

Notas

  1. Cada imagen de más arriba enlaza con el artículo completo publicado en los diferentes medios.
  2. «Vaguería» es el término que aparece en el artículo publicado en ABC aunque yo prefiero utilizar, y así lo hago en esta anotación, el término «pereza» como traducción castellana del inglés «laziness».
  3. Digo «mayoría» porque hay muy honrosas excepciones, sobre todo en algunos medios de comunicación españoles.
Artículo
No, Homo erectus no se extinguió por ser «vago»
Título del artículo
No, Homo erectus no se extinguió por ser «vago»
Descripción
Con motivo de la publicación de varias noticias sobre lo vagos que fueron los Homo erectus, y que eso les llevó a la extinción, analizamos el artículo original y la labor de los medios de comunicación y los propios científicos al dar a conocer sus trabajos al público en general.
Autor
Blog
Afán por saber
Logo

Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

Deja una respuesta