Un cuchillo de heces humanas, o como funciona la ciencia

     Última actualizacón: 18 septiembre 2019 a las 13:09

Hace unos días publiqué un par de fotos en Instagram haciendo un comentario sobre un artículo que acaba de aparecer en la revista Journal of Archaeological Science. El trabajo llevaba por título «Experimental replication shows knives manufactured from frozen human feces do not work» 1, y en él, un equipo de investigadores describe que ha realizado un experimento que demostraba que los cuchillos fabricados a partir de heces humanas congeladas no servían para cortar.

Como imaginarás, el artículo (que puedes descargar a partir del enlace que facilito en las referencias) dio pie a todo tipo de comentarios jocosos. Sin embargo, como me hicieron ver varias personas, el trasfondo de esta investigación no era una broma y tenía más sentido del que yo le había otorgado al principio. Así que, siguiendo el lema informal de los premios Ig Nobel que dice que se premian aquellas investigaciones que «primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar», he decidido escribir sobre este tema tras reflexionar un poco (y, por cierto, al final este trabajo no recibió ningún Ig Nobel).

La arqueología experimental

El equipo que ha publicado el artículo pertenece al departamento de antropología de la Universidad de Kent State, donde llevan años trabajando en el laboratorio de arqueología experimental.

Su trabajo consiste en tratar de recrear la vida de nuestros antepasados estudiando y analizando la cultura material que dejaron tras de sí: sus artefactos, ropas, los patrones de asentamiento, herramientas etc.

La mejor forma de averiguar cómo se ha fabricado un objeto, o cuál era su funcionamiento, es usarlo. Sin embargo, uno no puede coger una punta de flecha o un raspador recuperado en un yacimiento arqueológico y ponerse a trastear con él. Dado el incalculable valor de todo lo que se obtiene tras una excavación arqueológica, es preciso hacer réplicas de los mismos, lo que a su vez obliga a los investigadores a tratar de reproducir los mismos pasos que se dieron en su fabricación y, por supuesto, usar los mismos materiales. De esta forma, es posible fabricar puntas de flecha exactamente iguales a las originales que pueden disparar y someter a otros tipos de pruebas tantas veces como sea necesario.

En definitiva, gracias a la arqueología experimental somos capaces de saber cómo se fabricaban y usaban las herramientas, se construían las cabañas, se tejía la ropa etc. permitiendo a los especialistas entender cómo se comportaban nuestros antepasados.

En España contamos con el excepcional CAREX de Atapuerca que realiza esta misma labor 2.

Los antecedentes de la investigación

Wade Davis, antropólogo, etnobotánico, y fotógrafo canadiense, ha enfocado su trabajo en el estudio de las culturas indígenas de diferentes partes del mundo, especialmente del continente americano.

En 1998 publicó un libro titulado «Shadows in the sun: Travels to landscapes of spirit and desire» donde contaba esta anécdota:

Hay un relato bien conocido sobre un anciano que se negó a marcharse a un asentamiento. A pesar de las objeciones de su familia, hizo planes para quedarse en el hielo. Para evitarlo, le quitaron todas sus herramientas. Entonces, en medio de un temporal de invierno, salió de su iglú, defecó y le dio a las heces una forma de una hoja congelada, que afiló con un chorro de saliva. Con el cuchillo mató a un perro. Usando su caja torácica como un trineo, y su piel para enganchar a otro perro, desapareció en la oscuridad 3.

«Shadows in the sun: Travels to landscapes of spirit and desire» . Página 20.

Esta historia se ha repetido en innumerables documentales, charlas TED (puedes ver el fragmento concreto más abajo), conferencias, libros e incluso anuncios publicitarios.

Pero Davis no ha sido el único en llamar la atención sobre los cuchillos fabricados con heces. Lorenz Peter Elfred Freuchen, un explorador danés, describe un episodio que le ocurrió mientras estaba en el Ártico en su libro «Vagrant viking: my life and adventures» publicado en 1953: una noche de fuerte ventisca quedó bloqueado en su refugio por la densa capa de hielo y nieve que había caído. Pese al miedo inicial a quedar sepultado para siempre, Freuchen afirma que recordó la historia del cuchillo de heces y finalmente pudo salir fabricando uno y usándolo a modo de cincel para retirar la nieve.

Fabricando un cuchillo de heces

Tomando como base estas anécdotas, lo que hizo el equipo de Metin Eren fue contrastar, ni más ni menos, la veracidad de esas afirmaciones.

El argumento de partida fue que si un cuchillo fabricado con heces humanas no podía cortar la piel, los músculos y los tendones de un cerdo en un ambiente controlado, la posibilidad de que ese tipo de herramienta pudiera servir para descarnar un animal completo tenía que descartarse. Para el caso de que esa primera prueba fuera positiva, se plantearía un segundo experimento para hacerlo con un animal completo.

Lo primero que tenía que hacer el equipo era proveerse del «material» adecuado para fabricar los cuchillos. Tan delicada tarea recayó en dos miembros de equipo, quienes se sometieron a una dieta controlada: por un lado, Eren siguió una dieta rica en proteínas y calorías –similar a la alimentación de los Inuit– durante ocho días 4.; mientras que Michelle R. Bebber siguió una dieta más tradicionalmente «occidental».

Acto seguido se fabricaron dos tipos de cuchillos. En unos casos se usó un molde de arcilla para darles forma; mientras que otros se moldearon con las propias manos, tal y como refieren las historias que hemos descrito más arriba. Una vez completado el proceso, todos los cuchillos se conservaron a -20 ºC hasta el comienzo de los experimentos.

Tanto la piel, como el músculo y los tendones del cerdo se mantuvieron a -20 ºC hasta dos días antes de comenzar el experimento. A partir de ahí se permitió que se calentaran hasta una temperatura de 4 ºC.

Los cuchillos se extrajeron del congelador y se afilaron con una lima. Acto seguido se introdujeron en hielo seco a -50 ºC durante unos minutos para asegurarse de que estaban completamente congelados antes de comenzar los cortes…

Y el resultado fue que ninguno de los cuchillos consiguió hacer el más pequeño corte.

Conclusiones

Este experimento ha demostrado que, aun contando con las mejores condiciones para que el cuchillo pudiera hacer cortes, no fue capaz de hacer un mínimo arañazo en la piel.

Como adelantamos al principio, la publicación de este artículo ha generado una cascada de bromas y chistes de todo tipo. Sin embargo, hubo unos pocos que manifestaron un genuino interés por este estudio ya que el trabajo de un arqueólogo experimental es precisamente este: tratar de comprender cómo vivieron las personas en el pasado, fabricando y usando sus herramientas y objetos. Con este trabajo se ha seguido el método científico de esta disciplina: hacer una réplica del objeto y probar su uso. Y gracias a él, se ha conseguido desmontar una historia falsa, o cuando menos, con unos aderezos que la hacen poco verosímil.

Hoy en día resulta incuestionable que las observaciones etnográficas, arqueológicas y experimentales respaldan la idea de que los indígenas actuales y sus antepasados prehistóricos eran y son personas tecnológicamente ingeniosas, innovadoras y con un profundo conocimiento de su ambiente. Basta que pensemos cuánto tiempo podría sobrevivir cualquiera de nosotros —personas acostumbradas al tipo vida cómoda que nos ofrece nuestra sociedad— en un lugar como Groenlandia sin disponer de herramientas. La verdad es que duraríamos muy poco.

Por este mismo motivo, si una historia como la del cuchillo de heces se difunde sin contrastar, por más que se emplee para apoyar el argumento de que el pueblo Inuit es ingenioso, no estamos haciendo ningún bien. Por más que esta anécdota pueda parecer inocua, estamos abriendo la veda a aceptar cualquier argumento espurio: no habría ninguna razón por la cual no se pueda emplear otra historia falsa en apoyo de proposiciones que sí que puedan ser perjudiciales para esas sociedades.

El artículo que hemos analizado termina así:

Los antropólogos deben recabar de forma activa afirmaciones sin contrastar, suposiciones, rumores y leyendas urbanas, para ponerlas a prueba y asegurarse de que cualquier narrativa que se apoye en ellas sea lo más sólida posible.

Y tú, ¿qué opinas de este tema?

Referencias

  1. Eren, M. I., et al. (2019), «Experimental replication shows knives manufactured from frozen human feces do not work«. Journal of Archaeological Science: Reports, vol. 27, p. 102002.
  2. Te recomiendo que visites la siguiente página web: «Arqueología experimental en el «Diario de Atapuerca».
  3. La traducción es propia, puedes leer aquí el original.
  4. Aparece detallada en la información complementaria publicada junto al estudio
Artículo
Un cuchillo de heces humanas, o como funciona la ciencia
Título del artículo
Un cuchillo de heces humanas, o como funciona la ciencia
Descripción
Un equipo de investigadores ha realizado un experimento que demuestra que los cuchillos fabricados a partir de heces humanas congeladas no sirven para cortar. ¿Debemos reírnos sin más, o podemos extraer alguna conclusión interesante?
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Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

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