La marcha del progreso: ilustrando la evolución.

     Última actualizacón: 24 febrero 2018 a las 18:51

Durante los últimos 10.000 años, Homo sapiens se ha acostumbrado tanto a ser la única especie humana que es difícil para nosotros concebir ninguna otra posibilidad. Nuestra carencia de hermanos y hermanas hace que nos resulte más fácil imaginar que somos el epítome de la creación, y que una enorme brecha nos separa del resto del reino animal.

Sapiens: De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Yuval Noah Harari.

 

He dicho en más de una ocasión y lugar que la imagen que está sobre estas líneas es una de las que más daño ha hecho a la comprensión de la evolución humana y a cuál es el lugar que corresponde a Homo sapiens en ese proceso. Lo que esta imagen nos transmite es una evolución lineal: a la izquierda vemos a nuestro antepasado más «primitivo», y vamos avanzando progresivamente hasta llegar al ser más evolucionado y «perfecto» en el extremo derecho (nosotros). No es de extrañar que hoy en día se conozca esta ilustración con el nombre de «La marcha del progreso».

Con el tiempo han aparecido –literalmente– miles de imágenes que en mayor o menor medida han parodiado esta idea, aunque hemos de saber que instituciones del ámbito científico y cultural también han acogido con gusto este diseño, movidos quizás porque ya se ha convertido en un icono con un significado que va más allá de lo que la paleoantropología nos enseña.

THE SIMPSONS: Flanders calls Homer an ape and makes a case for evolution revolution in THE SIMPSONS episode «The Monkey Suit» airing Sunday, May 14 (8:00-8:30 PM ET/PT) on FOX. THE SIMPSONS™

Logo del podcast Origin Stories de la Fundación Leakey (detalle).

Así que un día me pregunté de dónde habían salido todas estas imágenes, de dónde habían tomado esta idea que vemos repetida hasta la saciedad. Finalmente conseguí dar con la respuesta:

Se trata de una ilustración que apareció publicada por vez primera en el libro «El hombre primitivo» (Early man) escrito por el antropólogo Francis Clark Howell con la colaboración de los editores de Time-Life y publicado en 1965.

La ilustración, que por su tamaño hubo de reproducirse en una sección plegable (que comprende las páginas 41 a 45 del libro) lleva por título «El camino hacia Homo sapiens» y fue dibujada por Rudolph Franz Zallinger, ilustrador mundialmente famoso entre otras obras por un mural titulado «The Age of Reptiles» que se halla en el Museo Peabody de Historia Natural de la Universidad de Yale.

Portada «El hombre primitivo»

«La marcha del progreso» es una representación de los últimos 25 millones de años que incluye a 15 de nuestros «antepasados» alineados como si estuvieran marchando en un desfile. Como he comentado antes, la idea de evolución «lineal» que refleja esta imagen está muy lejos de ser cierta, por lo que una ilustración de este tipo no hace sino confundirnos acerca de la forma real en que se produjo la evolución humana. Hoy en día sabemos que este proceso se parece más a un arbusto intrincado que a una línea recta, y tampoco debemos olvidar las erróneas connotaciones de la «superioridad» de Homo sapiens que «La marcha del progreso» lleva aparejada.

Sin embargo, para mi sorpresa he de reconocer que en el libro escrito por Howell se explica bastante bien cómo se produjo la evolución del hombre y también por qué se escogió una representación gráfica como esa. Os traduzco algunos párrafos del texto para ofreceros una idea más completa del contexto:

Es un hecho científico probado que el hombre estuvo evolucionando durante millones de años. El camino de su evolución está marcado por callejones sin salida y nuevos comienzos, y los arcenes cubiertos de reliquias de sus variadas formas. Aunque muchos de estos restos son en el mejor de los casos mínimos, son suficientes para bosquejar las fases claves de su marcha a lo largo del tiempo; el principal problema al que se enfrentan los antropólogos hoy es rellenar los huecos.

Acto seguido explica con más detenimiento la ilustración en sí misma:

¿Cuáles fueron las etapas en la larga marcha del hombre desde los ancestros simiescos a sapiens? Comenzando por la derecha y avanzando a lo largo de cuatro páginas más se muestran los hitos de la evolución de los primates y los humanos tal y como los científicos los conocen hoy, reconstruidos a partir de pruebas fósiles incompletas. Es una historia reveladora, no sólo por las criaturas que muestra, sino también porque ilustra gráficamente cuánto podemos aprender de tan poco: la aparentemente caótica colección de huesos de la izquierda, por ejemplo, puede dar una imagen bastante completa acerca de cómo pudo haber caminado Australopithecus ­–una criatura bípeda en los mismos albores del hombre [aquí se está refiriendo a los restos fragmentarios atribuidos a Australopithecus y que se muestran en la página 40].

Muchas de las ilustraciones mostradas aquí han sido desarrolladas a partir de muy pocos fragmentos –una mandíbula, quizás algunos dientes, tal y como indican las partes resaltadas en blanco– y por lo tanto son producto de hipótesis fundamentadas. Pero incluso si descubrimientos posteriores impusieran cambios, estas reconstrucciones cumplen la función de mostrar cómo podrían haber sido. Puede verse cuándo vivieron gracias a la escala de tiempo geológico de la parte superior –en azul para los proto-simios, rojo y violeta para los homínidos y los primeros hombres, verde para Homo sapiens. Las discontinuidades de las barras indican la extinción de una línea evolutiva o los vacíos en el registro fósil. Aunque los proto-simios y los simios eran cuadrúpedos, se muestran todos de pie a efectos de comparación.

Algo que debemos tener presente es que las páginas 41 y 42 se pueden ver como una etapa independiente. La escala geológica incluida en la parte superior va desde los 25 a los 3 millones de años, y recoge los llamados proto-simios. Aunque los vemos dibujados caminando erguidos (en realidad eran cuadrúpedos), el texto recalca que se ha hecho así a efectos de comparación de tamaño:

Early man. Página 41.

Early man. Páginas 41 y 42.

Como vemos, al extender estas dos páginas podemos apreciar una verdadera separación entre los proto-simios y los parántropos, australopitecos y humanos que se analizan en el resto de páginas desplegables.

Estos son los proto-simios que el texto describe:

Pliopithecus

Uno de los proto-simios más antiguos, Pliopithecus se parece a un gibón moderno aunque sus brazos no eran tan desproporcionadamente grandes ni especializados para balancearse por los árboles. Sobre la base de sus dientes y cráneo ahora se clasifica como un antepasado de la línea evolutiva de los gibones.

Proconsul

Conocido por numerosos fragmentos que casi suman un esqueleto completo, se considera que Proconsul es uno de los primeros simios, el antepasado del chimpancé y quizás del gorila. Contemporáneo de Pliopithecus, a menudo se le encuentra junto a él en el mismo yacimiento fosilífero.

Dryopithecus

Aunque su esqueleto está incompleto, Dryopithecus puede describirse a partir de unas pocas mandíbulas y dientes. El primer fósil de un gran simio en ser descubierto, tuvo una distribución muy amplia: se han encontrado restos en Europa, el norte de la India y en China.

Oreopithecus

Sus dientes y la pelvis llevaron a los científicos a preguntarse si pudo ser un antepasado del hombre, pero ahora se conoce mejor y claramente era un simio aberrante [sic].

Ramapithecus

El primate más antiguo parecido al hombre encontrado hasta ahora, se considera que es el antepasado más antiguo en línea directa. Esta conclusión se alcanza a partir de unos pocos dientes, algunos fragmentos de mandíbula y un paladar con una forma inconfundiblemente humana.

Cuando volvemos la página 42 ya sí podemos contemplar de un vistazo el resto de nuestros antepasados hasta llegar a Homo sapiens:

Early man. Páginas 43 a 45.

Australopithecus

Ramapithecus y esta forma primitiva de Australopithecus, el primer homínido incuestionable, están separados por un vacío de 9 millones de años. En esta época, los prehumanos hicieron grandes avances –caminaban erguidos, vivían en el suelo y podían haber usado piedras para defenderse.

Paranthropus

Aunque caminaba erguido y tenía características homínidas, Paranthropus representa un callejón sin salida en el linaje del hombre. Vegetariano, según indican su gran mandíbula y los dientes adaptados para moler, compitió con los australopitecinos avanzados que pudieron acelerar su extinción.

Australopithecus avanzado

Se distinguen de los primeros australopitecinos por su mayor capacidad craneal. Eran contemporáneos de los parántropos. Se han recuperado herramientas primitivas junto a ambos, pero si uno u otro ­­­­–o los dos– produjeron esas herramientas es una cuestión no resuelta todavía.

Homo erectus

El primer miembro de nuestro propio género. Es moderno en las extremidades, pero más primitivo en las manos y el cerebro, con una capacidad craneal que llega únicamente a la parte baja del rango de Homo sapiens. Llevaba una vida en comunidad y sabía usar el fuego.

Primeros Homo sapiens

Tres fósiles europeos ­–Swanscombe, Steinheim y Montmaurin– quizás son los primeros ejemplos de Homo sapiens modernos. Su dentición es primitiva, pero la parte posterior del cráneo y la cara son modernos; la capacidad craneal está dentro del rango moderno.

Hombre de Solo

Una raza extinta de Homo sapiens hallada en Java. Reconocida hasta ahora por dos huesos de la barbilla y algunos cráneos fragmentados. Indican que sus extremidades eran modernas en apariencia; su cráneo sin embargo, era masivo y grueso con arcos superciliares muy marcados y una frente inclinada.

Hombre de Rhodesia

Otra raza extinta de Homo sapiens que vivió en África. Era más moderno que Homo erectus pero más primitivo que los primeros aborígenes. Se han encontrado los restos junto a herramientas de piedra.

Hombre de neandertal

No tan tosco como su nombre ha llegado a significar. El hombre de neandertal vivió en las riberas del Mediterráneo y salpicó toda Europa, con una capacidad craneal en algunos casos mayor que la del hombre moderno. Fabricó una variedad de herramientas con un diseño avanzado.

Hombre de Cromañón

A sólo un paso cultural tras el hombre moderno. Ha legado al mundo su arte –pinturas rupestres, grabados en la roca y figuras talladas. Reemplazó a los neandertales en Europa y, diferenciado en varias poblaciones, parece que colonizó el mundo.

Hombre moderno

Físicamente, el hombre moderno se diferencia poco del hombre de Cromañón. Lo que los separa es la cultura: el hombre moderno aprendió a cultivar su propia comida y domesticó los animales. Pudo permitirse abandonar la vida nómada y fundar asentamientos permanentes y civilizaciones.

 

Si pasamos por alto que muchos de los términos empleados en este texto han cambiado bastante en relación a los que se utilizan hoy en día (algo perfectamente comprensible dado que se escribió hace 60 años cuando la ciencia paleoantropológica todavía estaba comenzando a despegar), nos damos cuenta que la ilustración que se emplea no es tan desacertada como pudiera pensarse. El texto recalca que ha habido muchos callejones sin salida (extinciones) en la ruta que lleva a Homo sapiens, y que aún existían varios huecos en el registro fósil por rellenar. El hecho de haberse dibujado todos los ejemplares en línea obedece, sencillamente, a la intención de facilitar la comprensión del texto ya que de un vistazo podemos ver los principales rasgos que distinguen a cada uno de ellos.

El principal problema, bajo mi punto de vista, es que las reproducciones posteriores han malinterpretado la idea original y han pecado de simplismo.

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La marcha del progreso: ilustrando la evolución.
Título del artículo
La marcha del progreso: ilustrando la evolución.
Descripción
Analizamos la ilustración original que dio pie a la icónica representación de la evolución humana que la presenta como un proceso lineal hacia la perfección de Homo sapiens.
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Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

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