Huellas humanas en la isla Calvert

     Última actualizacón: 15 junio 2018 a las 09:40

Hemos comentado en varias ocasiones (ver por ejemplo las anotaciones «¿Cómo llegaron nuestros antepasados a América?» o «La ruta costera de entrada en América») que se están haciendo importantes esfuerzos por recuperar restos arqueológicos que permitan conocer con más detalle cuál fue la ruta seguida por nuestros antepasados para entrar en el continente americano.

Los últimos descubrimientos apuntan a que la hipótesis de que los colonizadores emplearon una ruta costera con la ayuda de embarcaciones cobra cada vez mayor fuerza. La utilización de esta ruta no excluye que el llamado «corredor libre de hielo» 1 jugara un papel relevante, pero lo que los investigadores tratan de averiguar es por dónde y cuándo se produjo esa migración.

Hoy traemos a este blog la publicación de un artículo científico 2 en la revista PLoS ONE que describe un total de 29 huellas halladas en la isla Calvert situada en la provincia canadiense de la Columbia Británica. El pasado mes de febrero ya nos hicimos eco de este descubrimiento cuando se anunció en un congreso de arqueología, pero no hemos podido profundizar hasta conocer todos los detalles gracias a este trabajo.

Localización de la isla Calvert. Fuente imagen: Google Earth.

Contexto geológico

Durante el último máximo glaciar, el borde occidental del glaciar de la Cordillera llegó a cubrir casi por completo la costa del Pacífico de América del norte. Sin embargo, algunas porciones de tierra permanecieron libres de hielo durante largos periodos de tiempo, convirtiéndose en refugios donde la vegetación y los grandes mamíferos terrestres pudieron prosperar. Las pruebas geológicas demuestran que hace entre 19.000 y 16.000 años antes del presente 3 estos refugios se hicieron cada vez más grandes y más abundantes a lo largo de la costa.

Por ese motivo, esa región es un lugar ideal para intentar localizar rastros de la presencia humana aunque, hasta ahora, las pruebas arqueológicas recuperadas a lo largo de esta posible ruta de migración han sido escasas. Esta situación se debe en parte al hecho de que pocos de los arqueólogos que están trabajando allí se han planteado sacar adelante proyectos de investigación con el objetivo de probar si esta hipótesis es correcta.

Sin embargo, los yacimientos arqueológicos de la costa noroeste del continente americano demuestran que las poblaciones humanas del Pleistoceno final utilizaron embarcaciones para llegar a las islas donde la mayoría de ellos están localizados. Por eso es muy probable que aprovecharan esos refugios costeros para su subsistencia.

En cualquier caso, lo cierto es que los arqueólogos que trabajan en esta región se enfrentan a numerosos problemas:

  • Es difícil localizar posibles yacimientos porque la erosión que podría facilitar la tarea, dejando al descubierto pistas de la presencia humana, es bastante rara.
  • A lo dicho anteriormente se suma que la acumulación de materia orgánica en el suelo es abundante, lo que complica esa labor.
  • La mayor parte de la línea de costa actual solo es accesible en barco ya que existen un sinnúmero de archipiélagos, canales marinos y vías fluviales. La logística es enormemente compleja.
  • Por último, la línea de costa durante el Pleistoceno final variaba mucho de una región a otra debido a los complejos procesos geológicos relacionados con las masas glaciares.

Por eso, para afrontar estos inconvenientes, las investigaciones arqueológicas que tratan de descifrar cómo se produjo el poblamiento de América comienzan a menudo con estudios para comprender los procesos geomórficos y, en particular, cartografiando cuál era el nivel del mar en diferentes lugares y momentos.

Hemos de tener en cuenta que en la mayor parte del planeta el nivel del mar se encontraba por entonces 120 metros más bajo que hoy en día –ya que las masas glaciares acumulaban una enorme cantidad de agua. Sin embargo, en algunas regiones a altas latitudes, ese descenso se vio contrarrestado por la isostasia mientras los glaciares avanzaban hacia los márgenes continentales (es decir, el peso de los glaciares hundía la masa continental y de esa forma aumentaba el nivel del mar). Por lo tanto había un enorme contraste: en algunas zonas de la costa el nivel del mar se encontraba hasta 200 metros por encima del actual, mientras que en las islas exteriores podía estar 150 metros más bajo.

La isla Calvert se encuentra entre dos de esas áreas de enorme variación de nivel del mar. Concretamente, hace entre 14.000 y 11.000 años el nivel del mar se encontraba 2 o 3 metros más bajo que hoy en día.

Teniendo esos datos en cuenta, los firmantes de este estudio desarrollaron un programa de muestreo en las playas –haciendo pequeñas prospecciones– entre la subida y la bajada de la marea con la intención de localizar depósitos arqueológicos de esa época. La sorpresa para todos fue enorme cuando se encontraron un conjunto de huellas humanas.

Detalle de la zona de excavación en la isla Calvert. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

La excavación arqueológica

La primera huella apareció en 2014 a una profundidad de 60 cm del actual nivel de la playa. Justo debajo de esa huella se encontraron varios trozos de madera, dos de los cuales fueron datados mediante la técnica del radiocarbono arrojando una antigüedad el primero, de entre 13.169 y 13.095 años antes del presente; y el segundo, de entre 13.317 y 13.241 años antes del presente.

Fotografía de la huella #17, correspondiente a un pie derecho. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

En las campañas de 2015 y 2016 se amplió la zona de excavación y así aparecieron 28 huellas adicionales que estaban orientadas en diferentes direcciones. En algunas de ellas se podían distinguir claramente los dedos de los pies, mientras que en otras fue necesario aplicar técnicas digitales para apreciar todas sus características. En realidad se encontraron muchas más huellas que las 29 descritas en el estudio, pero dado que eran parciales y no se podían estudiar en detalle, no fueron incluidas finalmente.

Vista general del yacimiento. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

Plano general de la zona de excavación (4×2 metros) donde se incluyen las muestras utilizadas para la datación y las fechas que arrojaron los análisis de radiocarbono. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

Estratigrafía y datación

La excavación sistemática del yacimiento (denominado Meay Channel I o EjTa-4) ha revelado la existencia de doce (XII) niveles o estratos de deposición. Vamos a centrarnos en los estratos inmediatamente superiores e inferiores a las huellas:

El estrato X es un paleosuelo que conforma la superficie donde quedaron impresas las huellas.

El estrado IX, que es el inmediatamente superior, constituye el relleno superpuesto a las huellas.

Las fechas radiocarbono de este estrato son inconsistentes, es decir, arrojan unas cifras muy dispares, que van desde la horquilla de 12.640 y 12.576 años, a entre 5.706 y 5.608 años antes del presente.

En la parte sudeste de la zona de excavación se halló parte de lo que se ha interpretado como un hogar, aunque no se han recuperado restos de carbón vegetal o de otros materiales que hubieran permitido una datación. Es posible que dado que la zona ha estado sometida a la acción del agua de forma continuada, todo resto de fuego haya desaparecido.

En el estrato VIII se tomaron muestras de madera –restos de los árboles circundantes– que arrojaron una datación con una horquilla que va de los 12.849 a los 12.751 años antes del presente. También se encontraron en esta capa ocho láminas, ocho herramientas líticas. El estrato VIII recubre claramente las huellas, por lo que la fecha indicada permite suponer –de forma conservadora– que el límite temporal superior de las huellas es ese, es decir, al menos son así de antiguas.

Los sedimentos del estrato VII se han datado entre los 2.757 y 2.764 años y los 2.752 y 2.742 años antes del presente.

Niveles estratigráficos. Las zonas marcadas con letras C, D, E, F y G son huellas. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

El estudio de la estratigrafía del yacimiento ha permitido aventurar una hipótesis acerca del proceso de formación del mismo:

Al final del último evento glacial se depositó una arcilla marina (estrato XI) hace entre 14.500 y 14.000 años antes del presente cuando el nivel del mar era superior al actual. Cuando el nivel del mar descendió hace aproximadamente 13.300 años, se formó una capa por encima de esa arcilla (el actual estrato X). Este es el suelo donde quedaron impresas las huellas. De hecho, los trozos de madera y demás restos de los árboles que han permitido las dataciones que se publican en el artículo, quedaron presionados y hundidos por las pisadas de nuestros antepasados.

Las huellas quedaron finalmente cubiertas por arena y guijarros (estrato IX) y después otra capa de arcilla (estrato VIII) en algún momento hace entre 12.850 y 12.750 años antes del presente. Entre estas fechas y hace 11.350 años, la superficie de las huellas quedó en una zona intermareal donde se formaron piscinas de agua que dieron lugar a los hoyos con forma de campana que interrumpen la superficie de las huellas en la parte suroriental del área de excavación.

Procesos de formación del yacimiento. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

Huellas humanas

De todos los elementos que pueden encontrarse en una excavación arqueológica las huellas tienen un carácter muy especial. Desde que salieron a la luz las que quizás sean las huellas más famosas de nuestros antepasados –las que posiblemente dejaron miembros de Australopithecus afarensis en Laetoli (Tanzania)– este tipo de restos levantan un enorme interés.

Sin embargo, debemos ser conscientes de que algunos animales pueden dejar unas huellas similares a las nuestras. De todos los grandes mamíferos que viven en la zona de la Columbia Británica hoy en día, sólo las huellas que deja la pata trasera de un oso pardo o un oso grizzli son parecidas a la del ser humano. En este sentido, los investigadores concluyen que se trata de las huellas de seres humanos y no de animales por varias razones:

  • La presencia de un arco plantar y talones claramente definidos.
  • Ausencia de marcas de garras.
  • Las huellas no son triangulares en su forma general.
  • Ausencia de una tercera falange larga (al contrario, las primeras y segundas falanges son más largas).
  • En conjunto son más estrechas que las huellas de oso.

Quizás lo más importante sea que no se han encontrado huellas de las patas delanteras de oso, que son completamente diferentes a las humanas. En cualquier caso, los investigadores son cautos dado que el rastro de huellas se extiende más allá del perímetro de la actual zona de excavación, por lo que es posible que se encuentren otras huellas realizadas por animales cuando la excavación se extienda.

Fotografía de la huella #22, correspondiente a otro pie derecho. Fuente: McLaren, D., et al. (2018).

Conclusiones

Las huellas desenterradas en la isla Calvert demuestran la presencia humana en el margen occidental del glaciar de la Cordillera durante el Pleistoceno final, hace entre 13.300 y 13.000 años antes del presente. Este marco temporal es algo más tardío que la antigüedad atribuida al yacimiento de Manis Mastodon, situado en el borde sur del área sobre la que influyó esa masa de hielo 4.

Las mediciones de las huellas han permitido determinar que al menos tres individuos diferentes dejaron aquellas marcas y que, al contrario de otros yacimientos famosos, las huellas no forman una línea, no indican un camino, sino que más bien representan una congregación. Este tipo de patrón es el que se produce cuando las personas concentran su actividad en un área, centradas quizás alrededor de un punto central. Aquí cobra especial relevancia los rastros de un posible hogar, una zona de cocina, identificado en el estrato IX.

La información paleoambiental del norte de la isla Calvert ofrece un contexto que apoya la afirmación de los investigadores de que las huellas se realizaron en el Pleistoceno final. Las pruebas recopiladas en los sedimentos muestran que la isla no estaba «congelada», no estaba sometida a la acción de masas de hielo hace 15.000 años. Después de ese momento, la parte norte de la isla sí que estuvo sometida a un avance local y corto en el tiempo del glaciar del Monte Buxton, periodo que finalizó hace 14.500 años.

Los datos combinados de la estratigrafía, los paleoambientes y del nivel del mar apoyan la horquilla de fechas conservadoras de entre 13.317 y 12.633 años que se ofrecen en este estudio para la antigüedad de las huellas. Los investigadores sin embargo son conscientes de que existen limitaciones en las pruebas aportadas como la presencia de dataciones que no encajan, concretamente en el estrato IX, que es el que cubre la superficie de las huellas y que ha sufrido una perturbación en algunos puntos debido a la erosión.

Dado que la investigación continúa al haberse decidido ampliar la zona de excavación, más pronto que tarde tendremos nuevos datos que, probablemente, vendrán a confirmar y ajustar en el tiempo las fechas y datos expuestos en este trabajo.

Notas

  1. El camino que se abrió tras el retroceso de los glaciares Laurentino y de la Cordillera, y permitió el paso a través del valle del Yukón hacia el sur por el valle del río Mackenzie al este de las Montañas Rocosas.
  2. McLaren, D., et al. (2018), «Terminal Pleistocene epoch human footprints from the Pacific coast of Canada». PLoS ONE, vol. 13, núm. 3, p. e0193522.
  3. Mientras no se indique lo contrario, todas las fechas incluidas en esta anotación están calibradas.
  4. Ver por ejemplo Waters, M. R., et al. (2011), «Pre-Clovis mastodon hunting 13,800 years ago at the Manis Site, Washington». Science, vol. 334, núm. 6054, p. 351-353.
Artículo
Huellas humanas en la isla Calvert
Título del artículo
Huellas humanas en la isla Calvert
Descripción
Hace aproximadamente 13.000 años, dos adultos y un niño pisaron con sus pies descalzos un terreno arcilloso cercano a la orilla de una playa en lo que hoy es la isla Calvert (Columbia Británica, Canadá), dejando huellas que aún existen en la actualidad.
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Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

2 comentarios

Gracias por su divulgacion de la ciencia.

Muchas gracias por su comentario! Un saludo

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