Julio Verne

Entrevista a Julio Verne

Entrevista a Julio Verne

     Última actualizacón: 9 junio 2018 a las 18:56

Hace unos meses recibí un mensaje de Galiana porque había leído mi anotación sobre Julio Verne y quería que preparásemos una recreación de una entrevista al escritor francés; ella prepararía el guión y yo pondría voz al maestro de las letras.

Acepté de inmediato aunque, como suele pasar en estos casos, cuando tuve que ponerme a la tarea y asimilé el trabajo que tenía por delante, me di verdadera cuenta de que quizás no estaba preparado. En fin, que al final lo hice lo mejor que pude. Estaba previsto que la grabación apareciese en el podcast El Astrolabio pero dado que el proyecto no siguió adelante lo metimos en un cajón.

Creo que el trabajazo de Galiana no merece perderse así que he decido publicar el audio aquí. Sean indulgentes conmigo ya que cualquier error es únicamente mío.

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Publicado por José Luis Moreno en BREVE, 6 comentarios
SeaOrbiter, la estación marina internacional

SeaOrbiter, la estación marina internacional

     Última actualizacón: 29 junio 2017 a las 17:24

Yo le conozco, señor Aronnax. Si no sus compañeros, usted, al menos, no tendrá tantos motivos de lamentarse del azar que le ha ligado a mi suerte. Entre los libros que sirven a mis estudios favoritos hallará usted el que ha publicado sobre los grandes fondos marinos. Lo he leído a menudo. Ha llevado usted su obra tan lejos como le permitía la ciencia terrestre. Pero no sabe usted todo, no lo ha visto usted todo. Déjeme decirle, señor profesor, que no lamentará usted el tiempo que pase aquí a bordo. Va a viajar usted por el país de las maravillas. El asombro y la estupefacción serán su estado de ánimo habitual de aquí en adelante. No se cansará fácilmente del espectáculo incesantemente ofrecido a sus ojos. Voy a volver a ver, en una nueva vuelta al mundo submarino (que, ¿quién sabe?, quizá sea la última), todo lo que he podido estudiar en los fondos marinos tantas veces recorridos, y usted será mi compañero de estudios. A partir de hoy entra usted en un nuevo elemento, verá usted lo que no ha visto aún hombre alguno (pues yo y los míos ya no contamos), y nuestro planeta, gracias a mí, va a entregarle sus últimos secretos.

Veinte mil leguas de viaje submarino. Julio Verne

Habré leído una docena de veces esta magnífica novela. Creo que al igual que muchos de ustedes porque, a pesar de que muchas editoriales catalogan las novelas del escritor francés como literatura juvenil (algo estupendo porque hacen volar la imaginación de los más jóvenes y los convierte en amantes de la buena literatura) lo cierto es que hace falta algo de madurez y conocimientos para apreciar en profundidad sus textos. En definitiva, es una excusa perfecta para releer nuestro ejemplar cada cierto tiempo, una tarea que tenía pendiente y que he recordado al tener noticias del Aquarius.

Hace pocos días se publicaba en varios medios (Vozpópuli y ABC) que Fabien Cousteau, nieto del genial Jacques Cousteau, va a emular a su abuelo y permanecerá durante 31 días en el laboratorio subacuático «Aquarius» llevando a cabo trabajos de investigación sobre el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos marinos. Aunque la duración de su estancia bajo el agua no será la más larga (el récord está en 69 días) ni tampoco es raro que el Aquarius tenga visitantes (la NASA lo utiliza desde hace décadas para el entrenamiento de los astronautas), este tipo de noticias sirven para llamar la atención del gran público, para hacer visible una realidad que a muchos les parecerá extraña: sabemos más, muchísimo más, del espacio exterior que de nuestros mares y océanos. Y los intentos por cambiar esta realidad —que podemos decir que proviene de la cantidad de recursos destinados a la carrera espacial por llegar a la Luna— no han cesado.

Jacques Rougerie es un visionario y un hombre de mar. Vive en un barco anclado en el Sena y con su estudio de arquitectura y diseño se dedica a construir submarinos y barcos vanguardistas, idear barrios residenciales en el lecho marino y levantar edificios en tierra con una idea como denominador común: el agua.

En los años setenta del siglo pasado realizó varios proyectos por encargo de la NASA (Agencia espacial norteamericana) y la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica). En 1973 proyectó la construcción de una aldea submarina situada entre 15 y 30 metros bajo el Mar Caribe que podría acoger hasta 250 personas. Aunque la idea no se llevó a la práctica, en 1976 vio la luz la Galathée (sumergida en el mes de agosto de 1977), una estación habitable y con capacidad de movimiento en la que seis científicos podían vivir y trabajar durante todo un año.

Un proyecto más modesto que los anteriores fue el Aquabulle, un hábitat submarino transparente anclado a 35 metros de profundidad que podía albergar hasta tres personas durante varias horas. Aún hoy se siguen utilizando algunos como laboratorios submarinos.

A la hora de realizar sus diseños, Rougerie no se dedica únicamente a copiar las formas de la naturaleza, sino también sus funciones. Parte de esta filosofía es que la mejor forma de observar la vida submarina es alterando lo menos posible el entorno. Así, con influjos de Verne, fue concretando poco a poco un proyecto que tenía en mente desde hacía mucho tiempo, construir un tipo de estación sumergible tripulada que estaría en funcionamiento las 24 horas del día y atraería a los animales marinos en lugar de espantarlos: el SeaOrbiter. Aunque el diseño ha sufrido importantes modificaciones durante los últimos diez años, tras conseguir en enero de 2014 cerrar una financiación de más de 300.000 € gracias a la microfinanciación colectiva, la construcción del SeaOrbiter por fin ha dado comienzo en Francia.

Como hemos apuntado, el diseño original ha atravesado por numerosos cambios debido sobre todo a los resultados de las incesantes pruebas que se han realizado en los tanques de agua del Instituto Noruego Marintek (uno de los más importantes del mundo en este campo) con un modelo a escala. Gracias a estos ensayos se han desarrollado mejores cualidades de conservación del disco estabilizador y la quilla, el sistema de propulsión y se han ampliado los espacios interiores para acoger una tripulación de entre 18 y 22 personas.

A modo de una gigantesca vela, la estación tiene 58 metros de altura (27 de los cuales se encuentran por encima de la superficie), y se estabiliza gracias a una quilla circular de 10 metros de diámetro. Con diez niveles de trabajo (seis de ellos bajo el mar), imita el desplazamiento del hielo a la deriva ya que no posee un motor convencional para navegar, solo cuenta con dos motores eléctricos que sirven para corregir el rumbo en caso de necesidad. Desplaza un total de 2.600 toneladas y la estructura se construirá a partir de «sealium», una aleación de aluminio que brinda una mayor fuerza mecánica y mejores características frente a la corrosión del mar al tiempo que reduce el peso del conjunto.

La construcción ha comenzado por el llamado “ojo” del SeaOrbiter, una estructura de 18 metros situada sobre la superficie, que constituye el puesto de observación y donde se encuentran todos los sistemas de comunicación. Una vez en funcionamiento, desde aquí se hará el seguimiento de la singladura y se llevarán a cabo las retransmisiones vía satélite para el resto del mundo: conoceremos la vida a bordo, podremos seguir las exploraciones submarinas y participaremos de los descubrimientos y los avances científicos que se vayan produciendo. Para ello cuenta con tres vehículos de exploración diferentes: un vehículo operado por control remoto que puede tomar muestras o realizar grabaciones de audio y vídeo hasta una profundidad de 1.000 metros; un submarino autónomo con capacidad para dos tripulantes (que también puede descender hasta los 1.000 metros); y un vehículo submarino autónomo que puede descender hasta los 6.000 metros y que está especialmente preparado para cartografiar el fondo marino.

En cualquier caso, el verdadero logro del SeaOrbiter es el módulo de alta presión compuesto por varios niveles y que adapta la presión interior de los compartimentos sumergidos a las condiciones de presión del agua que los rodea (el módulo está herméticamente aislado del tercio superior). De esta forma, los miembros de la tripulación que permanezcan bajo el agua podrán salir y regresar a la estación sin necesidad de procesos de descompresión.

Según informa el consorcio que está construyendo la estación ya disponen de un 70% de los 35 millones de euros necesarios para terminar el proyecto. El “ojo” del SeaOrbiter representa el 1% del presupuesto total pero esperan que con la publicidad que se ha generado y gracias al efecto «bola de nieve», encontrarán rápidamente la financiación necesaria para el 30% restante.

Nota: Todas las imágenes han sido tomadas con autorización de la página web del proyecto.

Publicado por José Luis Moreno en NAUTA, 1 comentario
Julio Verne y la ciencia … ¿ficción?

Julio Verne y la ciencia … ¿ficción?

     Última actualizacón: 16 marzo 2018 a las 10:26

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Julio Verne es considerado uno de los escritores más leídos de todos los tiempos (es el segundo escritor más traducido en el mundo después de Agatha Christie) y uno de los padres del género literario de ciencia-ficción.

Sus novelas son un reflejo de los avances científicos, las innovaciones tecnológicas y los grandes descubrimientos geográficos del tiempo que le tocó vivir en suerte. Salta a la vista, para cualquier lector mínimamente meticuloso, el enorme trabajo de documentación que hubo de realizar para componer cada una de las novelas que conformó la serie de los “Viajes extraordinarios”. Míticos títulos como Cinco semanas en globo (1863), Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Los hijos del capitán Grant (1867), Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) o La vuelta al mundo en 80 días (1873) se han convertido en libros de cabecera para varias generaciones 1: gracias a sus minuciosas descripciones y la vitalidad y complejidad de sus personajes, ha sido capaz de llevarnos de la mano de nuestra imaginación a los más variopintos rincones del globo, desde las selvas impenetrables del Amazonas hasta las profundidades oceánicas; lugares que por aquel entonces (mediados del siglo XIX) aún se hallaban en gran parte inexplorados.

Mucho se ha escrito acerca de su carácter “visionario”, su capacidad para imaginar cómo sería el futuro de la sociedad y describir en sus novelas algunos artilugios e inventos que hoy consideramos cotidianos: el submarino, el helicóptero, el metro, las naves espaciales, internet, motores de combustión interna y eléctricos, armas de destrucción masiva etc.


Nemo visita la Atlántida (ilustración de Veinte mil leguas de viaje submarino).

Sus dos novelas sobre viajes espaciales, De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna (1869) son las que más llaman la atención de los críticos. Baste citar algunas curiosidades: el vehículo que emplean los protagonistas es una bala de cañón con una longitud y un diámetro cuyas dimensiones son casi idénticas a la cápsula norteamericana que finalmente lograría el alunizaje 2. Calculó que la velocidad necesaria para que ese objeto escapase de la fuerza gravitatoria de la Tierra era de unos 11 km/s, una aproximación bastante correcta. Por último, concretó que la ubicación del cañón que dispararía la bala con los tres tripulantes a bordo 3 debía estar entre los 28 grados al norte y los 28 grados al sur del Ecuador, escogiendo finalmente Estados Unidos, y el estado de Florida concretamente, como el lugar del lanzamiento. No se sorprendan cuando comprueben que el paralelo 28 de latitud norte cruza el continente americano un poco más abajo de Cabo Cañaveral 4.

Con estos datos sobre la mesa no han faltado, como era de esperar, quienes han apuntado a su pertenencia a la masonería u otras sociedades secretas como el origen de sus “premoniciones”, como la fuente de tanto conocimiento. Sin embargo, la realidad es más prosaica, y podemos decir que son dos los motivos por los que nuestro insigne personaje parece que se adelanta a su tiempo: uno es su desbordante imaginación, y otro, su gran curiosidad e interés por la ciencia. Dejemos que sea el mismo quien nos lo explique:

“Bueno, en ningún momento he aparentado ser un científico, pero me siento afortunado por haber nacido en una época de notables descubrimientos, y quizás invenciones aún más maravillosas”.

“Usted sin duda será consciente”, intervino Mme. Verne, con orgullo, “que muchos fenómenos científicos aparentemente imposibles de las novelas de mi marido se han hecho realidad”.

“Tut, tut», exclamó el señor Verne con desaprobación, “es una mera coincidencia, y es sin duda debido al hecho de que incluso cuando invento fenómenos científicos siempre trato y consigo hacer que todo parezca tan verdadero y simple como sea posible . En cuanto a la exactitud de mis descripciones, se lo debo en gran parte al hecho de que, incluso antes de empezar a escribir las historias, tomo muchas notas de cada libro, periódico, revista o informe científico que me encuentro. Estas notas eran, y son, clasificadas de acuerdo al tema que tratan, y no tengo ni que decirle lo valiosas que muchas de ellas han sido para mí”.

“Estoy suscrito a más de veinte periódicos”, continuó, “y soy un asiduo lector de cada publicación científica; incluso al margen de mi trabajo, disfruto con entusiasmo al leer o escuchar acerca de cualquier nuevo descubrimiento o experimento en los mundos de la ciencia, la astronomía, la meteorología, o la fisiología”

Entrevista en la revista Strand Magazine. 1895

No podía terminar este breve relato sin mencionar otro dato interesante relacionado con nuestro personaje. Existe un punto en el planeta llamado punto Nemo (en honor al capitán Nemo del Nautilus) 5 que es el lugar del océano más alejado de cualquier tierra firme. No existe en la Tierra sitio más aislado. De hecho, si tenemos en cuenta que la Estación Espacial Internacional orbita entre 330 y 410 km sobre la superficie de la Tierra (distancia significativamente menor que la del punto Nemo a la primera tierra habitada), y que pocas rutas marítimas pasan por esta zona del Pacífico, los humanos que pasan más cerca del polo de inaccesibilidad son los astronautas en misión en la ISS.

¿Qué mejor homenaje para Verne que unir en un punto el mar, la soledad y el espacio?

Más información

Para los más curiosos, dejo la entrevista completa que le hace la periodista Marie A. Belloc a Julio Verne en otoño de 1894, y que fue publicada en la revista Strand Magazine en febrero de 1895. Recomiendo su lectura porque es sencillamente deliciosa.

Notas

  1. El mismísimo Yuri Gagarin llegó a confesar que la lectura de las novelas de Verne hicieron que quisiera convertirse en astronauta.
  2. Además coincide no sólo el material de que está hecha, aluminio, sino su grosor.
  3. El mismo número que las misiones norteamericanas.
  4. Otros datos curiosos son que en la novela el aterrizaje de la nave se produce en el mar, a escasas cuatro millas del lugar en el que amerizó realmente el Apolo 11; y que la novela se publicó justo 100 años antes de la llegada del hombre a la Luna.
  5. También llamado polo de inaccesibilidad del Pacífico.
Publicado por José Luis Moreno en BREVE, 8 comentarios