Confía en mí, tengo una intuición… (I)

     Última actualizacón: 15 marzo 2018 a las 22:07

El ser humano es un animal racional. Uno de los principales rasgos que nos definen como especie es nuestra capacidad de desarrollar pensamientos abstractos y resolver problemas teóricos. Sin embargo, en ocasiones nuestra mente nos juega una mala pasada y nos hace pensar que tenemos razón cuando en realidad estamos equivocados. En estos casos, la mayoría de nosotros tenemos que hacer un esfuerzo extra para darnos cuenta de nuestro error.

Para comprender mejor lo que digo, os propongo participar en un pequeño experimento.  A continuación os dejo un total de cuatro problemas bastante sencillos que deben resolverse sin utilizar lápiz ni papel.  Una vez resueltos, pasaremos a analizarlos e intentar ofrecer una explicación científica del fenómeno.

Tienes delante veinte interruptores iguales. Diez de ellos —desconocemos cuáles— encienden diez bombillas en la habitación de la izquierda, mientras que los diez restantes encienden otras diez bombillas en la habitación de la derecha. ¿Cuántos interruptores deberemos pulsar para tener la certeza de que hemos encendido al menos dos bombillas en una de las habitaciones?

He comprado un lápiz y una goma de borrar por un total de 1,10 euros.  El lápiz ha costado un euro más que la goma.  ¿Cuánto he pagado por la goma?

Un nenúfar dobla su tamaño cada día.  Si tardó 48 días en cubrir por completo el estanque, ¿cuántos días le llevó ocupar la mitad del estanque?

Cinco máquinas necesitan cinco minutos para fabricar cinco tuercas.  ¿Cuánto tiempo tardarán 100 máquinas en fabricar 100 tuercas?

Las soluciones

Comencemos con el primer problema.  ¿Has respondido 11 interruptores, o tal vez 12?  Salvo que pulsemos 11 interruptores no podremos tener la certeza de haber encendido al menos una bombilla en cada habitación: esto es así porque los 10 primeros siempre podrían corresponder a bombillas situadas en una misma habitación.  Por otra parte, si el objetivo consistiese en encender dos bombillas en la habitación de la izquierda, podríamos tener que pulsar hasta 12 interruptores; de otro modo, siempre existiría la posibilidad de haber encendido una bombilla en la habitación de la izquierda y 10 en la de la derecha.  Aunque tal vez ambas respuestas resulten intuitivas, ninguna de ellas es la correcta.  Volvamos a leer lo que pide el problema con más detenimiento: no preguntaba cuántos interruptores deberíamos accionar para encender al menos una bombilla en cada habitación, ni cuántos para estar seguros de haber encendido dos bombillas en la habitación de la izquierda o en la de la derecha.  En realidad, basta con pulsar tres interruptores para asegurarnos de que hemos encendido dos bombillas en alguna de las habitaciones.  Tres interruptores siempre encenderán tres bombillas, dos de las cuales han de hallarse por fuerza en una misma habitación.

Los tres últimos problemas forman parte de un test (llamado cognitive reflection test ―CRT por sus siglas en inglés y cuya traducción puede ser «prueba de reflexión cognitiva») diseñado por Shane Frederick, profesor de mercadotecnia en la Universidad de Yale.  En el artículo Cognitive reflection and decision making publicado en 2005 muestra los resultados de un experimento: incluyó estos problemas en encuestas planteadas a estudiantes de varias universidades norteamericanas (entre ellas el MIT, la Universidad de Princeton, Carnegie Mellon y Harvard) con el objetivo de averiguar qué tipo de razonamiento sigue una persona al enfrentarse a un problema en su vida cotidiana.  En el estudio, que comenzó en enero de 2003, participaron 3.428 estudiantes durante 26 meses.

Las respuestas 10 céntimos, 24 días y 100 minutos son las respuestas intuitivas ―pero erróneas― que nos vienen a la mente cuando oímos los problemas por primera vez.  De hecho, los resultados del estudio vienen a corroborar el planteamiento inicial: el 33% de los participantes no dio con ninguna solución correcta; el 28% acertó uno de los problemas; el 23% dos y únicamente un 17% acertó las respuestas a los tres problemas.

Analicémoslos uno a uno.  El enunciado del problema del lápiz y la goma (un bate y una pelota en el artículo original) nos hace prestar atención a las cifras 1,10 y 1 que inmediatamente sugieren 0,10 céntimos como respuesta.  Sin embargo, como puede comprobarse con facilidad, si por el lápiz pagué un euro más que por la goma, esta me costó 5 céntimos, y aquel 1,05 euros.

El siguiente problema menciona la cifra 48 y la palabra “mitad”, lo que de manera inconsciente nos hace pensar en el número 24.  Sin embargo, cuando lo estudiamos detenidamente comprendemos que la respuesta correcta es 47: si el nenúfar dobla su tamaño cada día, para que el día 48 cubriese todo el estanque, el día anterior debía ocupar ya la mitad del mismo.

Por último, al oír el número 5 en tres ocasiones diferentes, podemos pensar de manera inconsciente que, al cambiar dos de los parámetros de 5 a 100, lo mismo debería ocurrir con el tercero, lo que nos impulsa a contestar «100 minutos».  Sin embargo volvemos a equivocarnos.  Cuando se multiplica el número de máquinas también lo hace el número de tuercas que estas pueden fabricar, por lo que no necesitan más tiempo para ello.  La respuesta correcta es 5 minutos.

Algunos detalles del estudio

Frederick observó una correlación entre aquellos participantes que tendían a razonar de manera más reflexiva (los que respondían con acierto a los tres problemas) y aquellos que preferían asumir un mayor riesgo en la toma de sus decisiones (también había una  diferencia entre sexos ―los hombres tendían a acertar más que las mujeres― aunque no ofrece una explicación detallada de este sesgo).

Como hemos visto, se trata de problemas que, al oírlos por primera vez, evocan una primera respuesta que podemos llamar intuitiva.  Aunque muchos de nosotros ―si no la mayoría― tendemos a dar por buena esa primera respuesta, hay personas que logran reprimirla y proceden a razonar con mayor detenimiento.  Los tres problemas son sencillos en el sentido de que la solución se comprende fácilmente cuando se explica, aunque alcanzar la respuesta correcta requiera desechar la respuesta errónea ―e intuitiva― que nos viene impulsivamente a la mente.

Los resultados del estudio demostraron que entre todas las posibles respuestas erróneas que podían darse, las respuestas intuitivas antes indicadas (10 céntimos, 24 días y 100 minutos) dominaban.  Del mismo modo, incluso entre aquellos que finalmente acertaron, estas respuestas intuitivas se tuvieron en cuenta en primer lugar.  Por último, y quizás lo más llamativo, cuando se pidió a los entrevistados que juzgaran la dificultad de los problemas, aquellos que fallaron pensaron que eran más sencillos que quienes acertaron (por ejemplo, aquellos que respondieron 10 céntimos en el problema del lápiz y la goma opinaron que el 92% de la gente podría resolverlo, mientras que aquellos que respondieron correctamente 5 céntimos, opinaron que “solo” el 62% podría).

¿A qué obedece esta forma de razonar?, ¿son todas las intuiciones son erróneas?, ¿por qué la evolución ha mantenido este razonamiento intuitivo si, a priori, puede resultar engañoso?.  Frederick no contesta estas preguntas en su estudio, que por otro lado se limita a dar cuenta del fenómeno y analizar los resultados obtenidos.  Por lo tanto, para buscar una explicación ―si la hay― tendremos que adentrarnos en el maravilloso mundo de las neurociencias.  A esto dedicaremos la siguiente parte de esta anotación.

Referencia

Frederick, S. (2005). Cognitive Reflection and Decision Making Journal of Economic Perspectives, 19 (4), 25-42 DOI: 10.1257/089533005775196732

Artículo
Confía en mí, tengo una intuición... (I)
Título del artículo
Confía en mí, tengo una intuición... (I)
Descripción
Primera parte de un post que intenta descubrir qué hay detrás de las intuiciones, ¿existen?, ¿por qué se producen? ¿tienen una explicación científica? Pasen y lean...
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Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

7 comentarios

No sé si ya lo has leído, pero me recordó a esta serie de artículos 😉 http://feelsynapsis.com/jof/008/index.html?pageNumber=6

No lo había leído aún… muchas gracias como siempre por ampliar mis lecturas 🙂

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¡Qué interesante! He acertado la del lápiz y las bombillas 😉 Las otras dos ni las pensé: decidí que si el nenúfar dobla el tamaño, en superficie sería el cuadrúple así que dividí entre 4 jajaja 😀 y con las máquinas ganó la respuesta intuitiva. Quizá te interese este artículo http://www.experientiadocet.com/2012/11/sabes-distinguir-un-neuromito-mas-del.html.

Cambiando de tema: ¿has visto la película «La habitación de Fermat»? Hay un montón de juegos de ingenio tipo los de tu post. Escribí una reseña (perdona la publicidad :P) en Hablando de Ciencia (http://www.hablandodeciencia.com/articulos/2013/01/19/resenas-hdc-la-habitacion-de-fermat/)

Ví la película hace mucho tiempo pero he de reconocer que después de leer tu reseña (la ví cuando se publicó) tengo pendiente volver a verla con más detenimiento y seguir tus comentarios… Por cierto, puedes publicitarte cuanto quieras, esta es tu casa…

Información Bitacoras.com…

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