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Reseña: La piedra que se volvió palabra: Claves evolutivas de la humanidad

Reseña: La piedra que se volvió palabra: Claves evolutivas de la humanidad

Ficha Técnica

Título: La piedra que se volvió palabra: Claves evolutivas de la humanidad
Autor: Camilo J. Cela Conde, Francisco José Ayala Carcedo
Edita: Alianza, 2006
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Número de páginas: 184 p.
ISBN: 978-8420647838

Reseña del editor

Los humanos nos consideramos excepcionales: creemos ser los únicos entre todos los seres vivos que estamos regidos por la sabiduría y la razón. Hay motivos para creer que es así. Nuestra tendencia a crear obras de arte, nuestros códigos morales muy complejos y nuestro lenguaje plagado de metáforas nos distinguen de cualquier otro primate. Pero, desde la perspectiva de la evolución, ¿por qué razón surgieron tales capacidades y cuándo lo hicieron? Si lo que nosotros somos capaces de hacer ahora se define como «lo humano», ¿eran humanos los neandertales? ¿Y los australopitecos? ¿Lo serían tal vez los chimpancés? En este libro se narra en el lenguaje más sencillo posible, pero riguroso, lo que se conoce desde el punto de vista científico sobre una especie que cuenta con poetas, héroes y genios, y también con maleantes, asesinos y vándalos. Sabemos que somos eso y muchas otras cosas pero ¿cómo comenzó esa saga con tantos y tan contradictorios personajes?

Reseña

Mi idea cuando decidí leer este libro era encontrar un complemento o, sin querer ser tan exigente, una introducción a un tema que no aparece –o se toca de forma muy tangencial– en la obra divulgativa fundamental de estos dos autores: «Senderos de la evolución humana» 1. Ese texto, junto con la segunda edición puesta al día, es una guía esencial para el estudio de la evolución humana aunque centrada fundamentalmente en el estudio del registro fósil y su interpretación filogenética, dejando de lado otros temas tan importantes como la cognición o, por decirlo con otras palabras, el estudio de lo que nos hace «humanos».

Y es que nos consideramos seres excepcionales, creemos ser los únicos entre todos los seres vivos que estamos regidos por la sabiduría y la razón. Aunque los etólogos han desmontado parte de los argumentos acerca de nuestra superioridad en estos ámbitos, no es menos cierto que nuestra tendencia a crear obras de arte, construir códigos morales muy complejos y poseer un lenguaje plagado de metáforas, son suficientes para pensar que somos distintos de cualquier otro primate y del resto de seres vivos.

La pregunta que me interesaba responder, y el libro prometía resolver era: ¿por qué surgieron esas capacidades y cuándo lo hicieron? Si lo que nosotros somos capaces de hacer ahora se define como «lo humano», ¿eran humanos los neandertales? ¿Y los australopitecinos?

En este sentido, al final del prólogo encontré lo que yo buscaba saber:

«Pretendemos narrar lo que se conoce desde el punto de vista científico sobre una especie que cuenta con poetas, héroes y genios y también con maleantes, asesinos y vándalos».

El problema es que, y siento decirlo, conforme iba avanzando en la lectura –por otro lado bastante rápida– me di cuenta de que nada de lo que prometía el libro iba a cumplirse. Este texto que ahora reseño es sencillamente prescindible 2.

El libro, bastante breve, se divide en nueve capítulos. De éstos, solo dos (el primero, titulado «En busca de las claves evolutivas», y el séptimo, «De la biología a la cultura») aportan información relevante para el pretendido objetivo perseguido por los autores.

En el primer capítulo, que sirve como introducción general, se nos explica que las pruebas acerca la evolución de la mente se basan en tres tipos de indicios: las extrapolaciones al comparar nuestra conducta con la de otros animales, el registro arqueológico y el registro fósil.

La búsqueda de respuestas acerca de la cognición humana en el registro fósil es quizás la más compleja dado que los procesos cognitivos no fosilizan, como tampoco lo hace el cerebro. Sin embargo, sí podemos obtener información de los moldes endocraneales –las improntas que quedan en el interior de los cráneos fósiles– y, para comprender el origen del lenguaje, del estudio de la forma del hueso hioides.

Aún así, la mejor información que podemos obtener acerca del desarrollo de nuestras capacidades cognitivas quizás venga del estudio de aumento del volumen craneal o, mejor dicho, del incremento del coeficiente de encefalización, es decir, el aumento del tamaño relativo del cerebro, descontando el aumento de ese tamaño que se debe al crecimiento general del tamaño del resto de cuerpo.

Respecto a las pruebas arqueológicas, si bien los artefactos culturales parecen objetos idóneos para entender la posible evolución de la mente, lo cierto es que en la mayoría de casos es imposible (o es muy fácil equivocarse) asignar más allá de cualquier duda unos artefactos concretos –herramientas de piedra por ejemplo– a una especie fósil determinada.

Por último, en lo tocante al estudio del origen del lenguaje, desde hace décadas se viene ligando el gen FOXP2 a la función del habla. Aunque se trata de un gen muy común, que está presente en animales muy alejados de nuestra filogénesis como el ratón, desde la separación de los linajes que conducen a los seres humanos y a los chimpancés la versión humana de la proteína que codifica sufrió cambios en dos aminoácidos, mientras que la forma de esa proteína en los chimpancés no ha variado. Por lo tanto, muchos investigadores afirman que hay un gen FOXP2 «específicamente humano» y que ahí residiría nuestra capacidad para articular un lenguaje complejo.

Sin embargo, hoy en día hay un consenso bastante amplio que entiende que es poco probable que haya genes específicos y exclusivos del lenguaje. Los hallazgos relacionados con este gen sugieren:

  1. Que la facultad del lenguaje, aunque pudo aparecer de forma «repentina», está basada en circuitos neuronales implicados en otros procesos cognitivos y de control motor.
  2. La evolución del lenguaje no depende de la creación de nuevas áreas cerebrales sino que está relacionada con el cableado fino de estructuras cerebrales preexistentes.
  3. Que la relación entre los genes y el lenguaje es más compleja de lo que se pensaba con anterioridad.

En conclusión, si desechamos los datos morfológicos (como el incremento del tamaño del cerebro) y los arqueológicos (los objetos recuperados en los yacimientos) porque no podemos precisar en qué medida asignan a una u otra especie una cierta capacidad cognitiva, podemos concluir que hablar de la filogénesis de los procesos mentales que caracterizan a los humanos es una tarea sin un éxito previsible.

Porque debemos reconocer que si sabemos tan poco de nuestra propia mente, ¿cómo vamos a comprender la de nuestros ancestros? Los autores defienden en este libro que el punto de partida para el estudio de la evolución de la cognición humana debería ser tratar de desvelar los procesos cerebrales subyacentes a nuestras capacidades cognitivas y, mediante una perspectiva evolucionista, plantearnos después en qué forma llegaron a ser como son.

El primer capítulo termina con una declaración de intenciones:

El objetivo principal del libro es saber cómo llegó a ser nuestra especie como es: ¿Quiénes fueron los primeros bípedos? ¿Quiénes, cuándo y cómo tallaron las primeras herramientas? ¿Qué lograron hacer gracias a las técnicas descubiertas? ¿De qué forma se convirtieron aquellas primeras piedras en palabras?

Y a partir de aquí, los autores deberían ofrecer respuestas a estos interrogantes, pero en su lugar nos encontramos con temas tan genéricos como las «bases biológicas de la evolución» (capítulo 2, donde se habla de Darwin, la selección natural, y conceptos básicos de genética); la «historia filogenética» (capítulo 3, donde se estudian los primeros seres vivos, el origen de los primates, y los hominoideos del Mioceno); los «inicios de la evolución humana» (capítulo 4, donde se explica la aparición de los primeros homínidos, Sahelanthropus, los australopitecinos gráciles y los robustos); la «salida de África» (capítulo 5, donde vemos a los primeros Homo, el Homo erectus de Java, los erectus africanos y los europeos más antiguos); y «la humanidad moderna» (capítulo 6, con los neandertales y la hipótesis «Desde África» como origen de los humanos modernos).

Estos cinco capítulos, que conforman la parte más importante en extensión del libro, se dedican a temas tangenciales al objetivo fundamental del texto, por lo que si bien son necesarios para comprender aspectos básicos de la evolución humana, no enfrentan el tema principal del libro, dejando poco margen para profundizar en lo realmente importante.

El capítulo 7 está dedicado al paso de la «biología a la cultura». Según la hipótesis de Sherwood Washburn y Raymond Dart, la postura erguida dejó libres los miembros superiores de nuestros ancestros, que así podían utilizar para manejar objetos como piedras y palos para cazar. Mediante el carroñeo y la caza, la dieta se vería incrementada con el aporte de proteínas de la carne, permitiendo la pérdida de los grandes aparatos masticatorios propios de los australopitecinos y los parántropos. La desaparición de las estructuras óseas necesarias para la sujeción de la musculatura permitió la expansión del cerebro.

La cadena bipedia – caza – alimentación carnívora – disminución del aparato masticatorio no termina ahí. La presión selectiva en favor de las estrategias de caza actuaría también en el incremento del cerebro, ya que los individuos con cerebros mayores serían más inteligentes y anticiparían mejor el uso posible de los utensilios, llevándolos a construir más y mejores herramientas. Como consecuencia de esa presión selectiva coordinada, el cerebro fue aumentando de tamaño a través de miles y miles de generaciones.

A pesar de lo interesante y extendida de esta hipótesis, lo cierto es que los homininos con mayores aparatos masticatorios fueron coetáneos y no antecesores de los primeros Homo fabricantes de herramientas. Las grandes crestas sagitales y la construcción de herramientas supusieron estrategias adaptativas alternativas de una misma época, y no dos estados sucesivos en la evolución.

Además de la herencia biológica, los humanos pasamos a otros miembros de la especie una muy importante herencia cultural. Consiste en la transmisión de información a través de la enseñanza y la imitación, al margen del parentesco biológico. La cultura se recibe no sólo de los padres, sino de todos los seres humanos con los que se entra en contacto. En un sentido amplio, la «cultura» es todo lo que la humanidad conoce o hace como resultado de haberlo aprendido de otros seres humanos.

Las características que distinguen la evolución cultural de la biológica y hacen que la primera sea más efectiva pueden resumirse en tres:

  1. La herencia cultural puede ser dirigida para conseguir los objetivos deseados, mientras que las mutaciones biológicas son aleatorias.
  2. La herencia biológica se transmite verticalmente, sólo de padres a hijos (a través de los genes), mientras que la herencia cultural lo hace de forma tanto oblicua como horizontal, es decir, entre los miembros de la misma generación y entre los de distintas generaciones.
  3. La herencia biológica es «mendeliana»: sólo se transmite lo que se ha recibido de los padres y se posee desde el nacimiento. La herencia cultural es «lamarkiana»: incluye la transmisión de caracteres adquiridos, todo lo que se ha aprendido o descubierto durante la vida y no sólo aquello que se heredó de los padres.

Los dos últimos capítulos («Evolución cultural de la humanidad» e «Ingeniería genética y futuro biológico humanidad») hablan de la evolución actual de nuestra especie y las posibilidades de la clonación.

En definitiva, la corta extensión de cada capítulo hace que los temas tratados, por muy interesantes que puedan ser, resulten demasiado superficiales. Esto, unido al hecho de que sólo hay dos capítulos en todo el libro que realmente responden al interrogante que se plantea como objetivo del texto, hace que el libro sea completamente prescindible. Además, ni siquiera hay referencias bibliográficas.

Notas

  1. Que cuenta con una segunda edición actualizada y puesta al día: «Evolución humana: el camino de nuestra especie».
  2. Que quizás sea lo peor que se puede decir de un libro de divulgación científica.
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Primates con plumas. La inteligencia de los córvidos

Primates con plumas. La inteligencia de los córvidos

Huginn ok Muninn
fljúga hverjan dag
Jörmungrund yfir;
óumk ek of Hugin,
at hann aftr né komi-t,
þó sjámk meir of Munin.
Hugin y Munin
vuelan todos los días
alrededor del mundo
temo menos por Hugin
de que no regrese,
aún más temo por Munin.
Edda poética – Grímnismál, estrofa 20

En la mitología nórdica, Hugin y Munin son un par de cuervos asociados con el dios Odín. Hugin –el «pensamiento»– y Munin –la «memoria»– viajaban alrededor del mundo recogiendo noticias e información para Odín. Cuando regresaban cada tarde, se posaban en los hombros del dios y susurraban a sus oídos todas las noticias que habían conocido, transmitiéndole de este modo su sabiduría.

Los humanos hemos considerado a los córvidos como unas aves especialmente «inteligentes» desde tiempos inmemoriales. Esta idea, desarrollada en primera instancia por la mera observación de su comportamiento en la multitud de ambientes en que se desenvuelven, se ha visto reforzada y modulada con el paso del tiempo gracias a la labor de un buen número de científicos. Pero éstos, para llevar a cabo sus investigaciones y plantear experimentos con los que someter a prueba sus hipótesis, han tenido que tener muy presente el «canon de Morgan».

A finales del siglo XVIII, el psicólogo inglés Conwy Lloyd Morgan puso el énfasis en el peligro de caer en el antropocentrismo cuando se trataba de estudiar el comportamiento de los animales, y propuso el principio que hoy conocemos como «canon de Morgan». Según este –similar en espíritu al de la navaja de Occam– no deberíamos interpretar el comportamiento animal en términos de procesos cognitivos superiores si podemos explicarlo a partir de mecanismos psicológicos más simples.

También deberíamos mencionar la «objetividad» como otra cualidad esencial para este tipo de estudios –básica por otro lado en cualquier ámbito de la ciencia. En este sentido, me gusta la explicación que de este término da S. J. Gould en su libro «La falsa medida del hombre»:

La objetividad puede definirse desde una perspectiva funcional como el justo tratamiento de los datos, no como la ausencia de preferencias. […] La mejor forma de objetividad consiste en identificar explícitamente las preferencias, de modo que su influencia pueda reconocerse y contrarrestarse. […] Debemos identificar las preferencias con objeto de limitar su influencia en nuestro trabajo.

Los córvidos, ¿primates con plumas?

Los córvidos (Corvidae) son una familia de aves que comprende aproximadamente 120 especies diferentes que se hallan diseminadas por todo el planeta (excepto en las regiones polares). Podemos destacar entre ellas a los cuervos, los grajos y las urracas.

Este tipo de aves han sido objeto de un interés cada vez mayor por parte de científicos de diversos campos, quienes han llevado a cabo numerosos experimentos tratando de comprender algo que ya se intuía –como hemos comentado– pero que no resultó por ello menos llamativo: algunos córvidos no sólo son más «inteligentes» que otras especies de aves, sino que podrían ser rivales para algunos primates no humanos.

Antes de profundizar en los aspectos que hacen tan especiales a estas aves, debemos tener en cuenta algunos datos. En primer término, el tamaño del cerebro de un cuervo es mayor del que cabría esperar según su tamaño corporal y, además, tiene el mismo tamaño relativo que el cerebro de un chimpancé. En segundo lugar, cuando viven en libertad, los córvidos precisan al nacer de un largo tiempo de desarrollo antes de ser completamente independientes de sus padres, y muchos viven en grupos sociales complejos. ¿Te suenan algunas de estas características?

El trabajo que Nathan Emery y Nicola Clayton vienen realizando los últimos años ha permitido que tengamos una visión más completa del comportamiento de estas aves. En este sentido, ambos investigadores consideran a los córvidos y los psitácidos (la familia de los loros) como verdaderos «primates con plumas». Veamos con más detalle cuáles son estos comportamientos tan llamativos.

Esconder comida

Muchos córvidos esconden comida cuando disponen de ella en abundancia para poder alimentarse en el futuro. Ya se trate de esconder una gran cantidad de semillas en un área amplia de forma estacional, o bien ocultar una cantidad más pequeña de alimentos perecederos con la intención de recuperarlos horas o escasos días más tarde, este comportamiento exige el desarrollo de diferentes habilidades cognitivas que son esenciales para que esta estrategia tenga éxito.

Los científicos defienden que esta habilidad de recordar el qué, dónde y cuándo de eventos pasados se asemeja bastante a la memoria episódica de los humanos. La memoria episódica es la memoria relacionada con sucesos autobiográficos (momentos, lugares, emociones asociadas y demás conocimientos contextuales) que pueden evocarse de forma explícita. En nuestro caso, las aves tienen que recordar un episodio particular que ha tenido lugar en el pasado (el acto de esconder la comida), el lugar donde la han escondido y, al mismo tiempo, tener en cuenta el marco temporal, es decir, cuándo pueden ir a recuperarla (esencial en el caso de alimentos perecederos).

Estudios recientes han mostrado por ejemplo que el cascanueces americano o de Clark​ (Nucifraga columbiana) recuerda hitos verticales como árboles y grandes rocas porque es poco probable que esos elementos salgan volando o queden sepultados bajo la nieve, sirviendo como elementos clave a la hora de identificar los lugares escogidos para ocultar comida. Del mismo modo, estas aves recuperan primero la comida que se echa a perder en pocos días y, en caso de no poder hacerlo en su momento, la abandonan sabiendo que ya no será comestible.

Si este comportamiento es interesante de por sí, quizás nos sorprenda más saber que los córvidos también emplean una serie de estrategias para reducir el riesgo de que otros pájaros roben sus provisiones. Por ejemplo, prefieren escoger sitios ocultos tras grandes rocas, árboles, maleza etc. porque son elementos que dificultan la visión a los posibles ladrones (y usan estas barreras sólo cuando saben que alguien los está observando, no cuando están completamente solos).

Espías y ladrones

Los pájaros que en un alarde de previsión ante un futuro incierto deciden esconder parte de su alimento, tienen que prestar atención al contexto social en el que se realiza esa conducta: cuando se esconde comida es posible que alguien que te haya visto vaya y te la robe.

En este vídeo podemos ver una de las estrategias que utilizan los cuervos para evitar que otros le roben su comida. Sabiéndose observado, un cuervo «simula» esconder un trozo de carne y taparlo con algunas hierbas. El otro cuervo piensa que ha dejado ahí comida pero cuando llega al escondite se da cuenta de que está vacío.

Para las aves que roban, la habilidad de localizar rápida y eficazmente los almacenes de comida de otros puede ser la diferencia entre un robo exitoso o ser objeto de un ataque. Algunos córvidos observan a sus parientes cuando esconden comida y demuestran una excelente memoria espacial para localizar esos almacenes cuando sus dueños hace tiempo que se han marchado. En este sentido, el contexto social del almacenaje de comida puede verse como una carrera de armamento entre los que esconden la comida y los que la roban. Y en esa carrera, los primeros usan contramedidas para minimizar el riesgo de que roben sus provisiones.

Por ejemplo, se ha observado la conducta de algunos pájaros que deciden cambiar de sitio la comida que habían escondido porque estaban siendo observados por otros pájaros. Es decir, vuelven al escondite a cambiar la comida de lugar cuando el hipotético ladrón ya no está cerca.

Yendo más lejos, un trabajo demostró que la chara californiana (Aphelocoma califórnica) no cambiaba sus piñones de escondite al ver que otras charas la espiaban, sino que únicamente lo hacía cuando ella misma había robado antes a sus congéneres. Esta conducta es la traducción animal del famoso refrán: «piensa el ladrón que todos son de su condición». En este sentido, utilizar tu propia experiencia para predecir el comportamiento futuro de otro individuo ­–o lo que es lo mismo, ponerte en el lugar de otro– es uno de los sellos distintivos de la «teoría de la mente», otra habilidad considerada únicamente humana.

En definitiva, lo que podemos deducir de este comportamiento es que estos pájaros, que han sido ladrones en el pasado, relacionan esa información sobre su experiencia como ladrones con la posibilidad de que otro individuo les robe su comida, de forma que modifican su conducta para evitar esa posibilidad.

Uso y fabricación de herramientas

Hasta que Jane Goodall descubrió que los chimpancés fabricaban herramientas, los científicos pensaban que los humanos éramos los únicos animales con esa capacidad. De hecho, los paleoantropólogos defendían que la habilidad para fabricar herramientas habría actuado como un catalizador para el crecimiento de nuestro encéfalo (lee más: Evolución del tamaño de los dientes y el cerebro en nuestros antepasados) haciéndonos ser lo que somos. Es decir, la fabricación de herramientas habría podido impulsar la evolución de la inteligencia humana.

La propia Goodall definió hace más de cuatro décadas el uso de herramientas como «el empleo de un objeto externo como una extensión funcional de la boca, pico, mano o garra, para la consecución de un objetivo inmediato». En la actualidad sabemos que muchos animales (aves, primates y peces) usan herramientas, pero no tenemos claro si alguno de ellos sabe cómo funcionan y las fuerzas que subyacen a ese funcionamiento.  Los chimpancés (lee más: Comportamiento animal: uso de herramientas en primates), los orangutanes y solo un ave, el cuervo de Nueva Caledonia, destacan precisamente por fabricar herramientas en libertad.

Los cuervos de Nueva Caledonia​ (Corvus moneduloides) son extraordinariamente habilidosos fabricando y usando herramientas para conseguir comida que de otra manera sería inaccesible. Un buen ejemplo de ello es el empleo de ramas cortadas que las aves modifican hasta que consiguen que tenga un gancho al final. Luego la usan para sacar las larvas de insectos de los agujeros de los árboles. También fabrican herramientas aserradas a partir de hojas de pandano que utilizan para cazar: bajo las hojas del suelo del bosque, realizan una serie de movimientos rápidos hacia adelante y hacia atrás o movimientos lentos y deliberados que terminan por atrapar diferentes insectos. Este tipo de herramientas se fabrican según un patrón «estandarizado» y se transportan cuando las aves salen a buscar alimento.

En experimentos de laboratorio, estas aves fueron capaces de modificar un alambre dándole forma de gancho a una de las puntas para acceder a la comida introducida en un tubo.

Un grajo llamado Fry se ayuda de una herramienta fabricada con alambre para sacar un pequeño cubo con un gusano de un tubo. Imagen extraída del artículo: Bird, C. D. y Emery, N. J. (2009), «Insightful problem solving and creative tool modification by captive nontool-using rooks». Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 106, núm. 25, p. 10370-10375.

Existe una posible evolución acumulativa en la complejidad de las herramientas escalonadas (aumentando el número de pasos necesarios para hacer una herramienta más compleja), análoga a las innovaciones tecnológicas menores en humanos. Por lo tanto, las pruebas del uso y fabricación de herramientas sugieren que estos cuervos en ocasiones pueden combinar experiencias pasadas para encontrar nuevas soluciones a los problemas que se les plantean.

¿Cultura?

Emery y Clayton sostienen que los córvidos y los simios han desarrollado habilidades cognitivas complejas notablemente similares, pese a no ser parientes cercanos –los dos grupos divergieron hace más de 300 millones de años–, porque han tenido presiones evolutivas muy similares. Los dos son animales sociales, lo que requiere una comprensión de los motivos y deseos de los demás; y ambos buscan y procesan una extensa variedad de alimentos, algunos de los cuales solo pueden obtenerse mediante la fabricación y empleo de herramientas.

Estos investigadores sugieren que la solución de los problemas con los que se enfrentan viene de la utilización de cuatro herramientas cognitivas que han impulsado la evolución de la cognición compleja en los córvidos y otras aves: el razonamiento causal, la flexibilidad, la imaginación y la previsión.

Razonamiento causal

Algunos de los ejemplos de uso de herramientas que hemos descrito sugieren que las aves pueden entender las relaciones causales que explican por qué esas herramientas funcionan o son efectivas: el hecho de que se transforme un trozo de alambre en una herramienta con un gancho sugiere esta posibilidad.

Flexibilidad

La habilidad de actuar de forma flexible según la información de que se dispone es uno de los conceptos básicos del comportamiento inteligente. El desarrollo de estrategias flexibles de aprendizaje puede ser la base de la creatividad (como sucede cuando tienes que adaptar tu comportamiento de recogida de alimentos perecederos en función del clima).

En este sentido, un aspecto importante que subyace en todo comportamiento flexible es la habilidad de generalizar las reglas que se han aprendido en una situación concreta para aplicarlas a nuevas situaciones.

Imaginación

Cuando hablamos de imaginación nos referimos al proceso en el que los escenarios y las situaciones que ya no son percibidas se forman en la mente. Una de las ventajas de la imaginación es que se pueden practicar situaciones internamente (simuladas) antes de que se lleven a cabo, lo que puede ser importante cuando tenemos que enfrentarnos a un nuevo estímulo dentro de un contexto familiar. Por lo tanto, la habilidad para representar mentalmente la forma de objetos que están fuera de la percepción (como cuando se fabrica una herramienta a partir de cero) puede ser un precursor de la imaginación.

En otro experimento con córvidos se planteó el siguiente problema: se colocó un trozo de carne atado a una cuerda que colgaba del posadero del pájaro. La única forma de hacerse con la comida implicaba tirar de la cuerda con el pico, poner la pata sobre la cuerda después de cada tirón (para que no volviera a caer) y repetir esto varias veces hasta que la comida llegaba a su alcance. Muchos cuervos llegaron a la solución de este problema a la primera (lo que descartaba el aprendizaje por «ensayo y error»).

Aquí vemos como se plantea un experimento en el que un cuervo tiene que seguir varios pasos concretos en orden para poder alcanzar la comida. Según nos cuentan, los pájaros han realizado algunos de los pasos de forma aislada antes de la grabación, pero nunca los habían hecho todos juntos y siguiendo esta secuencia.

Previsión

Prever es la capacidad de imaginar posibles eventos futuros. El ejemplo que hemos estado viendo a lo largo de esta anotación sería el de esconder comida, ya que la comida se esconde en el presente para disponer de ella en el futuro. Otro ejemplo sería el del córvido que vuelve a esconder la comida cuando alguien le estaba observando. Dado que esa conducta no se producía cuando no había nadie vigilando, el ave está siguiendo una estrategia de futuro para protegerse frente a posibles robos.

Tomado de: Clayton, Nicola S. y Emery, Nathan J. (2015), «Avian models for human cognitive neuroscience: a proposal». Neuron, vol. 86, núm. 6, p. 1330-1342.

En conclusión, este tipo de trabajos son esenciales no sólo porque nos permiten conocer mejor la maravillosa variedad de estrategias cognitivas que desarrollan distintos tipos de animales en su vida cotidiana, sino porque la comprensión de este tipo de conductas son importantes para comprender cómo ha evolucionado la mente humana, una cuestión que sigue intrigando a científicos de muy diversos campos y que tiene importantes repercusiones éticas y morales.

Referencias

Bird, C. D. y  Emery, N. J. (2009), «Insightful problem solving and creative tool modification by captive nontool-using rooks«. Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 106, núm. 25, p. 10370-10375.

Clayton, Nicola S. y  Emery, Nathan J. (2015), «Avian models for human cognitive neuroscience: a proposal«. Neuron, vol. 86, núm. 6, p. 1330-1342.

Emery, N. J. y  Clayton, N. S. (2004), «The mentality of crows: convergent evolution of intelligence in corvids and apes». Science, vol. 306, núm. 5703, p. 1903-1907.

Emery, N. J. y  Clayton, N. S. (2009), «Tool use and physical cognition in birds and mammals». Current Opinion in Neurobiology, vol. 19, núm. 1, p. 27-33.

Van Lawick-Goodall, J. (1971), «Tool-using in primates and other vertebrates». En: Lehrman, Daniel S., et al. (eds.). Advances in the study of behavior. Academic Press, 195-249.

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Reseña: La falsa medida del hombre

Reseña: La falsa medida del hombre

Ficha Técnica

Título: La falsa medida del hombre
Autor: Stephen Jay Gould
Edita: Editorial Crítica, 2017
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Número de páginas: 400 p.
ISBN: 978-8416771714

Reseña del editor

Esta es una de las obras fundamentales del gran paleontólogo recientemente fallecido y uno de los alegatos científicos más devastadores de las teorías racistas. En sus páginas, Gould estudia los diversos intentos realizados a lo largo del tiempo para medir la inteligencia humana: primero a través de los cráneos y del tamaño del cerebro, más tarde por medio de los tests para averiguar el «coeficiente intelectual» y, finalmente, recurriendo a análisis sociológicos como los de «La curva de Bell», siempre con la intención de afirmar la naturaleza hereditaria de la capacidad intelectual y, por lo tanto, la inutilidad de cualquier esfuerzo cultural y educativo. Gould denuncia con sagacidad la falsedad científica de estos planteamientos que condujeron en el siglo XX a la matanza de millones de seres humanos y que pretenden hoy perpetuar la pobreza y las injusticias sociales explicándolas como una consecuencia inevitable de la inferioridad innata de determinados seres humanos.

Reseña

Llevaba mucho tiempo queriendo leer este libro porque considero a Stephen Jay Gould como uno de mis héroes intelectuales, y porque el tema central de la obra es la inteligencia, un tema que me interesa mucho explorar.

Nos encontramos ante un texto denso, repleto de información, detalles y razonamientos profundos acerca de la inteligencia, pero de la inteligencia «como entidad singular, su localización en el cerebro, su cuantificación como número único para cada individuo, y el uso de esos números para clasificar a las personas en una sola escala de méritos». Los estudios que se hicieron con este objetivo en mente –comprender qué es la inteligencia y clasificar a las personas en función de la misma– llevó a postulados que no sólo defendían que los grupos (razas, clases o sexos) oprimidos y menos favorecidos eran inferiores por nacimiento y merecían ocupar esa posición, sino que debían ser esterilizados para evitar que propagasen su condición.

El profesor Gould dejó claro que su libro era una crítica de una «concreta» teoría de la inteligencia sostenida por las interpretaciones interesadas de un «determinado» estilo de test psicológicos: la teoría de la inteligencia unitaria, de base biológica e inmodificable.

El libro se apoya en tres pilares fundamentales:

Primero: el determinismo biológico

El determinismo biológico consiste en afirmar que tanto las normas de conducta como las diferencias sociales y económicas que se dan en las diferentes poblaciones ­­­­­­­­–básicamente, diferencias de «razas», clases o sexos– tienen su raíz en ciertas condiciones heredadas, innatas (y por tanto, inmodificables), y que, en este sentido, la sociedad es un reflejo fiel de la biología.

Lo que hace el autor es analizar la tesis defendida por muchos científicos en los siglos XIX y XX de que el «valor» de los individuos y de los grupos puede establecerse a través de la medida de la inteligencia como una cantidad aislada.

«Este libro analiza la abstracción de la inteligencia como entidad singular, su localización en el cerebro, su cuantificación como número único para cada individuo, y el uso de esos números para clasificar a las personas en una sola escala de méritos, descubrir en todos los casos que los grupos ­­­­­­­­–razas, clases o sexos– oprimidos y menos favorecidos son innatamente inferiores y merecen ocupar esa posición.»

Segundo: los «grandes» argumentos

Para exponer su planteamiento –y rebatir las ideas de esos teóricos— se centra en los «grandes» argumentos y errores que cometieron los iniciadores de esta corriente de pensamiento. Así, el libro se divide claramente en dos mitades que representan las piedras centrales de esta teoría, en orden cronológico, durante los doscientos últimos años en que ha sido prominente:

«El siglo XIX se centró en las mediciones físicas de cráneos, ya fuera por el exterior, o desde dentro (para medir el volumen de la caja craneal). El siglo XX pasó al método, supuestamente más directo, de medir el contenido del cerebro mediante los test de inteligencia. En suma, de medir las propiedades físicas de los cráneos a medir el contenido interno de los cerebros.»

Tercero: aplicación del método científico

En su titánica tarea de desmontar las falaces argumentaciones de quienes defienden el determinismo biológico, el profesor Gould aplica el método científico: las diferencias entre los individuos son análogas a la variación de las poblaciones, y las diferencias que se miden entre los grupos son análogas a las diferencias temporales de los linajes a lo largo del tiempo. Por lo tanto, procede a hacer un profundo y sopesado análisis de los datos que manejaron los propios ideólogos para mostrar las falacias en sus argumentaciones sobre las diferencias en la «inteligencia» medidas entre los grupos humanos.

«La falsa medida del hombre se centra, por lo tanto, en el análisis de los grandes conjuntos de datos que hay en la historia del determinismo biológico. Este libro es una crónica de las falacias profundas y aleccionadoras (no de los errores tontos y superficiales) que hay en el origen y en la defensa de la teoría de la inteligencia unitaria, linealmente clasificable y muy poco alterable.»

El autor hace hincapié en dos falacias principalmente. La primera es la reificación o tendencia a convertir los conceptos abstractos en entidades. Todos nosotros somos conscientes de la importancia de la mente en nuestras vidas y deseamos caracterizarla. Por lo tanto, sostiene:

«[…] bautizamos con la palabra “inteligencia” ese conjunto de capacidades humanas prodigiosamente complejo y multifacético. Una vez que la inteligencia se ha convertido en una entidad, los procedimientos normales de la ciencia prácticamente deciden que debe dotársela de una localización y de un substrato físico. Puesto que el cerebro es la sede de la mentalidad, la inteligencia debe residir allí.»

Siguiendo este hilo argumental llegamos a la segunda falacia, la de la «gradación» o tendencia a ordenar la compleja variación de esa entidad en una escala ascendente:

«El estilo común en que se expresaron ambas falacias mentales fue el de la cuantificación, o medición de la inteligencia como número único para persona. En el siglo XX los test de inteligencia desempeñan la misma función que supuso la craneometría en el siglo pasado [en referencia al siglo XIX]: según ellos, la inteligencia (o al menos una parte dominante de la misma) es una cosa separada, innata, heredable y medible.»

En definitiva, los argumentos clásicos del determinismo biológico fracasan porque los caracteres que invoca para hacer diferencias entre grupos son producto de la evolución cultural. Los deterministas buscaron pruebas de la idea de que estamos «programados» desde que nacemos en caracteres anatómicos creados por la evolución biológica. Su profundo error –y que muchos siguen cometiendo hoy en día– es que trataron de utilizar la anatomía para hacer inferencias acerca de unas capacidades y conductas que vinculaban con la anatomía, cuando éstas tienen un origen cultural (sabemos que la «inteligencia» depende de numerosísimos factores entre los que destacan el desarrollo, la capacidad económica de los progenitores, el ambiente etc.)

«La falsa medida del hombre» no es un libro fácil de leer, y así lo reconoce el propio autor, pero alega en su defensa que dirigió el libro «[…] a todas las personas serias que se interesaran por el tema». Para ello siguió las dos reglas cardinales que siempre ha usado al escribir sus ensayos. En primer lugar, no detenerse en generalidades y sí centrarse en esos detalles pequeños pero fascinantes, que son capaces de captar el interés de los lectores. En segundo lugar, simplificar la escritura eliminando la jerga, por supuesto, por sin «adulterar» los conceptos; nada de compromisos, nada de aturdir.

«La divulgación forma parte de la gran tradición humanística de la erudición seria, no es un ejercicio de aturdir por placer ni por sacar provecho.»

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Publicado por José Luis Moreno en RESEÑAS, 1 comentario
Siete días … 17 a 23 de febrero (mandíbulas Dmanisi)

Siete días … 17 a 23 de febrero (mandíbulas Dmanisi)

     Última actualizacón: 24 septiembre 2017 a las 12:56

BIOQUÍMICA

Investigadores del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York han conseguido una remisión completa de la leucemia avanzada en un 88% de los pacientes sometidos a un estudio clínico, el más extenso realizado a este respecto hasta la fecha. El logro fue posible gracias a una terapia celular que abre nuevas esperanzas.

Un adulto con leucemia linfoblástica aguda‎ de células B (B-ALL), un tipo de cáncer sanguíneo que se forma en las células B –una clase de glóbulo blanco que elabora anticuerpos–, se enfrenta a un complicado tratamiento, pues la mayoría de los pacientes recaen. Así, los pacientes con B-ALL que recaen tienen pocas opciones de tratamiento, de hecho solo el 30% responde a la quimioterapia. Sin un trasplante de médula, no son muchos los que tienen alguna esperanza de supervivencia a largo plazo.

En este estudio, 16 pacientes B-ALL con recaída recibieron una infusión de sus propias células inmunes modificadas genéticamente, llamadas células T‎. Las células fueron “reeducadas” para reconocer y destruir las células cancerosas que contienen la proteína CD19.  Mientras que la tasa de respuesta completa general para todos los pacientes fue de 88%, en aquellos con enfermedad detectable antes del tratamiento la tasa fue del 78%, muy superior a la obtenida solo con quimioterapia.

Según los autores, “ya están en marcha estudios adicionales para determinar si la terapia celular puede ser aplicada a otros tipos de cáncer, y se están planeando análisis para probar si los pacientes con B-ALL pacientes se beneficiarían de recibir inmunoterapia específica como tratamiento primario”.

• Noticia en Tendencias21

• Artículo: Efficacy and Toxicity Management of 19-28z CAR T Cell Therapy in B Cell Acute Lymphoblastic Leukemia

BIOLOGÍA

Un equipo interdisciplinario de investigadores de la Universidad de Maryland (UMD), en Estados Unidos, y la Universidad de Padua, en Italia, propone una respuesta a la reflexión sobre las formas geométricas de la vida basada en una famosa fórmula matemática que ha sido aceptada como verdadera durante generaciones, pero nunca completamente entendida. El equipo ofrece un replanteamiento de la norma conocida como Ley de Kleiber: el metabolismo es igual a la masa elevada a la potencia de tres cuartos.

El equipo sugiere que plantas y animales evolucionaron en paralelo en formas muy diferentes, como fórmulas idóneas de resolver el problema de cómo utilizar la energía de manera eficiente. Llamada así por el biólogo suizo Max Kleiber que la formuló en la década de 1930, uno de los pocos principios generalmente aceptados en la biología, muestra que a medida que los seres vivos se hacen más grandes, su metabolismo y su vida se extiende en tasas predecibles y se utiliza, por ejemplo, para calcular la dosis humana correcta de un medicamento probado en ratones, entre muchas otras cosas.

«Las primeras plantas y los animales tenían cuerpos simples y bastante diferentes, pero la selección natural ha actuado en los dos grupos de forma que las geometrías de los árboles y los animales modernos muestran, sorprendentemente, eficiencias energéticas equivalentes. Ambos son igualmente aptos y eso es lo que la Ley de Kleiber nos muestra»

Para nutrir su masa, un animal necesita combustible y laa quema de combustible genera calor, por lo que el animal tiene que encontrar una manera de deshacerse del exceso de calor corporal. La forma obvia es enfriar su superficie pero como la superficie del tigre es proporcionalmente menor que su masa, la superficie no está a la altura, por lo que la piel de la criatura tendría un exceso de calor y su pelaje podría arder en llamas.

Entonces, como los animales se hacen más grandes en tamaño, su metabolismo debe aumentar a un ritmo más lento que su volumen o no serían capaces de deshacerse del exceso de calor. Si la superficie fuera lo único que importa, el metabolismo de un animal aumentaría de la misma forma que crece en tamaño, a razón de su masa a la potencia de dos tercios. Pero la Ley de Kleiber, respaldada por muchos grupos de observaciones, dice que la tasa real es la masa a la potencia de tres cuartos. De forma que hay un factor que falta, por lo que los científicos estudiaron minuciosamente los datos en un intento de averiguar qué es.

Los investigadores de UMD y la Universidad de Padua sostienen que se ha pasado por alto una variable crucial: la velocidad a la cual los nutrientes son llevados por todo el cuerpo de los animales y se elimina el calor. Así que los miembros del equipo calcularon la velocidad a la que el corazón de los animales bombea sangre y encontraron que la velocidad del flujo sanguíneo fue igual a la masa de los animales a la potencia de una doceava parte.

«La información estaba allí todo el tiempo, pero su importancia se pasó por alto -apunta el hidrólogo Andrea Rinaldo, de la Universidad italiana de Padua y la Escuela Politécnica Federal de Suiza-. Los animales necesitan para ajustar el flujo de nutrientes y el calor a sus cambios de masa para mantener la mayor eficiencia energética posible. Es por eso que los animales necesitan un surtidor, el corazón, y los árboles no». Al incluir esa información en su ecuación, los expertos encontraron que habían alcanzado una explicación completa de la ley de Kleiber.

• Noticia Europa Press

• Artículo: Form, function, and evolution of living organisms (descarga directa en formato PDF)

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Uno de los dogmas más firmes de la ciencia es que las formas de vida complejas de la Tierra sólo pudieron desarrollarse cuando los niveles de oxígeno de la atmósfera se elevaron hasta alcanzar casi los niveles actuales. El estudio de una pequeña esponja marina parece desafiar este dogma, pues ha demostrado que la vida compleja no necesitó niveles altos de oxígeno para vivir y crecer.

¿Cómo pudieron las pequeñas células primitivas y primigenias evolucionar hacia la diversidad de formas de vida que existen en la Tierra en la actualidad? La explicación que puede encontrarse en todos los libros de texto es: el oxígeno. La vida compleja evolucionó gracias a que los niveles atmosféricos de oxígeno comenzaron a aumentar hace unos 635 millones de años.

Sin embargo, nuevos estudios realizados con una esponja de mar común de un fiordo de Kerteminde, en Dinamarca, señalan que esta explicación debería ser reconsiderada. Los análisis sugieren que los animales pudieron vivir e incluso desarrollarse con un suministro de oxígeno muy limitado, en concreto con una cantidad de oxígeno en la atmósfera de sólo el 0,5% de los niveles actuales.

La gran pregunta entonces es: si esos niveles bajos de oxígeno no impidieron que los animales evolucionaran, entonces, ¿qué lo hizo? ¿Por qué la vida se limitó en la Tierra a bacterias unicelulares primitivas y a amebas durante miles de millones de años, antes de que todo eclosionara de repente y surgieran las formas de vida complejas?

«Debe haber habido otros mecanismos ecológicos y evolutivos en juego. Tal vez la vida microbiana se mantuvo durante tanto tiempo porque tardó en desarrollar la maquinaria biológica necesaria para crear un animal. Quizá, la antigua Tierra carecía de animales porque, simplemente, es difícil que evolucionen organismos pluricelulares complejos»

• Noticia en Tendencias21

• Artículo: Oxygen requirements of the earliest animals

ECOLOGÍA

Científicos británicos han desarrollado unas patatas modificadas genéticamente que son resistentes a la plaga del hongo phytophthora infestans, que se considera la mayor amenaza para el tubérculo. Este logro, que ha requerido tres años de estudio, necesita ahora la aprobación de la UE para que se pueda comercializar.

La phytophthora infestans ha afectado a los agricultores a lo largo de generaciones y fue la responsable de la hambruna irlandesa de la década de 1840. Según explican los expertos a la BBC, las patatas son especialmente vulnerables a este hongo, que aparece en zonas de gran humedad. La velocidad con la que esta infección se afianza y el impacto que causa son «devastadores» y pueden llegar a afectar a seis millones de toneladas de las patatas producidas en Reino Unido en un año.

Ante estas cifras, los investigadores del Centro John Innes y el Laboratorio Sainsbury comenzaron a buscar una solución agregando un gen a las patatas Desiree, de un pariente silvestre de América del Sur. A su juicio, el uso de técnicas para agregar genes extra fue crucial en el desarrollo de una planta resistente a la plaga.

En 2012, el tercer año de la prueba, todas las patatas no modificadas genéticamente se infectaron con el tizón tardío de agosto, mientras que los vegetales modificados permanecieron totalmente resistentes al final del experimento. Hubo también una diferencia en el rendimiento, con la nueva variedad se produjo el doble de cantidad de tubérculos.

• Noticia ABC

• Artículo: Elevating crop disease resistance with cloned genes

EVOLUCIÓN HUMANA

La variabilidad de las cuatro mandíbulas de Dmanisi evidencia la existencia de varias especies. Un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), liderado por José Mª Bermúdez de Castro, coordinador del Programa de Paleobiología de Homínidos y codirector de los yacimientos de Atapuerca, acaba de publicar un artículo en el que se realiza un estudio de morfología comparada de las cuatro mandíbulas encontradas en el yacimiento georgiano de Dmanisi.

El trabajo supone una visión conceptual y metodológica diferente a la realizada hasta el momento, ya que propone la existencia de al menos dos especies distintas frente los estudios que consideran que solo puede hablarse de Homo erectus.

Como cabía esperar de una población tan antigua del género Homo, con una cronología en torno a 1,8 millones de años, todas las mandíbulas presentan rasgos primitivos en común. Sin embargo, mientras que dos de la mandíbulas estudiadas (D 211 y D 2735) recuerdan a la especie Homo habilis, la mandíbula D 2600 tiene una constelación de rasgos derivados, propios de especies recientes, como los neandertales.

El equipo del CENIEH, que ha participado en las excavaciones y en varios trabajos científicos sobre los fósiles humanos de Dmanisi, ha realizado una revisión exhaustiva de los datos geológicos del yacimiento, lo que les ha permitido detectar las incongruencias que existen entre diferentes publicaciones sobre los fósiles humanos de este yacimiento.

“En algunos casos resulta imposible conocer con precisión la procedencia de algunos ejemplares. Además y a la luz de las investigaciones, cabe pensar que estos fósiles pueden proceder de capas geológicas distintas, lo que pone en duda que los fósiles humanos de Dmanisi pertenezcan a la misma población o a la misma especie” afirma Bermúdez de Castro.

La conclusiones del estudio del cráneo D 4500 sugieren que los homínidos de Dmanisi reúnen las variabilidad de docenas de ejemplares hallados en África y Eurasia en un período de tiempo comprendido entre dos millones años y unos 100.000 años y, en consecuencia, todos ellos pertenecerían a la especie Homo erectus. “Estas conclusiones todavía no han sido respondidas en revistas científicas”, aclara Bermúdez de Castro.

“Esperamos que este primer trabajo científico, tras la publicación en 2013 del cráneo D 4500, conocido como cráneo 5, y sus provocadoras conclusiones sobre la evolución del género Homo, anime a otros investigadores a revisar la muestra de fósiles humanos de Dmanisi”, concluye Bermúdez de Castro.

• Noticia Agencia SINC

• Artículo: On the variability of the Dmanisi mandibles

GENÉTICA

Descubren la clave que está detrás del envejecimiento muscular. La maquinaria celular humana está programada para reparar aquellos daños generados por heridas, enfermedades o patógenos que asaltan nuestro cuerpo. Las células madre presentes en los tejidos son las encargadas de generar nuevos repuestos cuando hacen falta. Sin embargo, a medida que envejecemos el organismo va perdiendo su capacidad regenerativa y con ello se va restando eficacia a la hora de recuperar funciones dañadas, por ejemplo, tras un accidente.

El deterioro es evidente en la masa muscular que va, poco a poco, disminuyendo con el paso de los años y que es más difícil de restaurar a edades ancianas. Ese daño en la capacidad de renovación de este tejido se había achacado a alteraciones que se producen en el ambiente que rodea a las células madre del músculo. Pero, un estudio español viene a cambiar esa concepción y trae una nueva explicación de lo que está detrás del deterioro muscular.

En los últimos años, grupos americanos habían establecido un axioma que afirmaba que la reducción de la capacidad regenerativa del músculo relacionada con el envejecimiento se debía no a las células madre del músculo sino al ambiente, bien por alteraciones en la circulación, en el propio tejido muscular o en otro aspecto de su entorno. A esta conclusión habían llegado porque si trasplantaban células madre de ratones viejos en ratones jóvenes, estas células se comportaban como si fueran jóvenes.

El cambio de paradigma ha venido con una investigación más exhaustiva en el concepto de envejecimiento en ratones. Porque los grupos anteriores consideraban que un ratón era viejo cuando era mayor de 18 meses. Pero el equipo español ha marcado diferencias en la vejez. De esta manera, han estudiado el comportamiento de las células madre del músculo procedentes de ratones de 20 meses, que se podrían equiparar con personas de unos 60 años, con el de células de roedores de 28 meses, que representarían más o menos a personas de 75 u 80 años. Al trasplantar todas estas células en ratones jóvenes, se observa que aquellas que proceden de los animales más viejos no se regeneran en individuos con menos años, pero las que tienen su origen en ratones de 20 meses sí que lo hacen. «Esto demuestra que el ambiente no lo es todo».

Las células madre musculares (también denominadas células satélite) se encuentran normalmente en un estado de quiescencia, como si estuvieran echando una siesta, y sólo se despiertan cuando es necesario, por ejemplo, en caso de que tengan que reparar los daños de un accidente. Pero cuando se llega a un estado de vejez avanzada, la expresión del factor p16 y otros genes hace que las células pasen de una semivigilia a un estado comatoso. Es como si p16 marcara la frontera entre el declive progresivo y el agudo, o lo que es lo mismo, el deterioro que se da en los grandes ancianos. Otro hecho que ha demostrado el equipo español es que al inhibir p16 se desbloquean las células satélite y empiezan a formar nuevas fibras. Lo que abre la puerta al intento de buscar una herramienta para investigar el envejecimiento progresivo y las enfermedades musculares.

• Noticia en El Mundo

• Artículo: Geriatric muscle stem cells switch reversible quiescence into senescence

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Los científicos están cerca de ser capaces de rejuvenecer los músculos que envejecen. En estudios con ratones, unos investigadores de la Stanford descubren el motivo potencial que subyace al declive muscular en la vejez.

En unos estudios con ratones que envejecían, los investigadores de la Universidad de Stanford hallaron que, con el tiempo, las células madre que ayudan a reparar a las células musculares dañadas se hacen menos capaces de hacerlo. Esto ayuda a explicar por qué recuperar la fuerza y recuperarse de una lesión muscular se hace más difícil con la edad.

«En el pasado, se pensaba que las células madres en sí no cambiaban con la edad, y que cualquier pérdida de la función se debía principalmente a factores externos en el ambiente de la célula», comentó en un comunicado de prensa de la Universidad de Stanford la autora principal del estudio, Helen Blau. «Pero cuando aislamos las células madre de ratones mayores, hallamos que exhiben cambios profundos con la edad. Dos terceras partes de las células son disfuncionales cuando se les compara con las de ratones más jóvenes, y el defecto persiste incluso cuando se trasplantan a músculos jóvenes».

Sin embargo, la investigación también reveló que hay un defecto que es específico de las células madre musculares viejas que puede ser corregido, permitiendo a los científicos rejuvenecer las células.

Las células madres musculares de los ratones de dos años de edad son equivalentes a las halladas en personas de 80 años. Al llevar a cabo el estudio, los investigadores hallaron que muchas células madre musculares de esos ratones tenían una mayor actividad en una vía biológica en particular que interfiere con la producción de las células madre. Pero un medicamento específico que bloquea esta vía en las células madre vieja permitió que esas células produjeran una mayor cantidad de nuevas células que podían reparar el daño muscular con efectividad.

• Artículo: Rejuvenation of the muscle stem cell population restores strength to injured aged muscles

MEDICINA

Investigadores del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB) han coordinado un estudio sobre la proteína AP2-G, un regulador esencial de la reproducción sexual de parásitos de la malaria. Dicha proteína actúa como un interruptor del desarrollo al activar la transcripción de los genes tempranos de gametocitos, formas sexuales del parásito del género Plasmodium, causante de la malaria.

El estudio revela nuevas dianas para interrumpir la transmisión de la enfermedad mediante la prevención de la formación y maduración de las etapas sexuales del parásito, esenciales para la transmisión del humano al mosquito.

Los ciclos de vida de muchos parásitos implican transiciones entre especies hospedadoras dispares. Por ello, los parásitos han de pasar por varias etapas de desarrollo para adaptarse a cada uno de estos nichos. Así, para la transmisión de parásitos de la malaria (Plasmodium falciparum) de las personas al mosquito vector es necesario que se produzca una diferenciación de las etapas asexuales de replicación en los glóbulos rojos a etapas sexuales (gametocitos masculinos y femeninos).

En la fase asexual de los parásitos en sangre, el gen que codifica la proteína AP2-G está “apagado” (silenciado) en la mayoría de los parásitos pero es propenso a la activación espontánea. Según se relata, los parásitos en que se “enciende” (activa) la expresión de este gen se desarrollarán como gametocitos sexuales, que son los únicos que pueden sobrevivir en el mosquito y transmitir la enfermedad a otra persona. Por lo tanto, la proteína AP2-G actúa como un interruptor molecular del desarrollo sexual, que es una etapa básica para la transmisión de la malaria.

Los investigadores han demostrado que la función de la proteína AP2-G es esencial para la diferenciación sexual del parásito de la malaria ya que la expresión de esta proteína de unión al ADN se correlaciona fuertemente con los niveles de formación de gametocitos. También lo han demostrado mediante manipulación genética del parásito, ya que la expresión de AP2-G se regula a nivel epigenético.

• Noticia Agencia SINC

• Artículo: A transcriptional switch underlies commitment to sexual development in malaria parasites

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Un grupo internacional de científicos, con participación española, ha logrado regenerar en cerdos células cardíacas dañadas tras un infarto de miocardio. Los resultados se han conseguido gracias a la aplicación de terapia génica (transferencia de material genético a las células periféricas al infarto).

Gabriela Guzmán, del Hospital Universitario La Paz (Madrid) y una de las firmantes de esta investigación, ha explicado que hasta ahora las células cardíacas de los mamíferos, también los humanos, no se podían regenerar como respuesta al daño: «Cuando una persona tiene un infarto la zona dañada del corazón se muere, sus células no se pueden recuperar». Para revertir esta situación, los investigadores, que ya lo habían conseguido en ratones, introdujeron ADN en aquellas células del corazón del cerdo -«in vivo»- en la zona adyacente el infarto. «Mediante inserción de un determinado gen se consiguió que las células se regeneraran», ha confirmado Guzmán.

Esta investigadora también en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha detallado que esto se hizo mediante un virus, el citomegalovirus, que sirvió de vector para hacer llegar ese material genético a las células. «Lo que hicimos fue modificar el ADN del virus con el gen que quisimos y lo inyectamos en el corazón», ha manifestado Guzmán.

Una vez dentro, el gen llamado Ciclina A2 consiguió que las células comenzaran a regenerarse (provocó la división de las células cardíacas y su crecimiento, lo que es imprescindible para recuperar el tejido).

Los investigadores trabajaron con dos grupos de cerdos: a los que se inyectó el ADN modificado y a los que no y comprobaron, siete semanas después del infarto, que la función ventricular del corazón era «significativamente superior» en los animales del primer grupo y observaron evidencias de nuevas células musculares cardíacas en las áreas alrededor del ataque cardíaco.

• Noticia Libertad Digital

• Artículo: Cyclin A2 Induces Cardiac Regeneration After Myocardial Infarction Through Cytokinesis of Adult Cardiomyocytes

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Mejorar el oído con la oscuridad. Lo que ya se sabía era que los cerebros jóvenes eran capaces de reaprovechar las conexiones sensoriales del cerebro, pero una nueva investigación ha determinado que la oscuridad puede ser un buen tratamiento contra la pérdida de audición, cuando está provocada por causas neuronales. Los investigadores de las universidades de Maryland y Johns Hopkins (en EEUU ambas) lo han comprobado dejando a varios ratones sin luz durante una semana.

En ese período, las redes neuronales entre la corteza auditiva (encargada de procesar el sonido) y el tálamo (encargado de los sentidos, excepto el olfato) se reforzaban e incrementaban. Para Patrick Kanold, uno de los autores de la investigación, «esto revela que hay cierta conexión entre unos sentidos y otros» y que «privándonos de la vista temporalmente un cerebro adulto puede lograr las adaptaciones necesarias para que la audición mejore».

El detalle de que se haya logrado en ratones adultos es importante, porque se supone que su cerebro menos adaptable que el de un individuo joven. Según explica Kanold, «hay un llamado período crítico en el que los niños aprenden a reconocer y responder a los sonidos más habituales que les rodean» pero después, digamos, admiten pocos tipos más. Pero ahora parece que no sería tan difícil reeducar el oído.

• Noticia Libertad Digital

• Artículo: Crossmodal Induction of Thalamocortical Potentiation Leads to Enhanced Information Processing in the Auditory Cortex

NEUROCIENCIA

Científicos del King College de Londres han identificado un gen que vincula el espesor de la materia gris en el cerebro con la inteligencia. El estudio podría ayudar a que los científicos entiendan los mecanismos biológicos detrás de algunas formas de deterioro intelectual.

En estudios anteriores se había demostrado que el espesor de la corteza cerebral, o “grosor cortical”, se correlaciona estrechamente con la capacidad intelectual, sin embargo todavía no se habían identificado ningún gen. Ahora, un equipo internacional de científicos ha analizado muestras de ADN e imágenes por resonancia magnética de 1.583 adolescentes sanos de 14 años. Los adolescentes también se sometieron a una serie de pruebas para determinar su inteligencia verbal y no verbal.

La Dra. Sylvane Desrivières, autora principal del estudio, dice que el objetivo principal era encontrar cómo se relacionan las diferencias estructurales del cerebro con diferencias en la capacidad intelectual. Añade que la variación genética que han identificado está relacionada con la plasticidad sináptica –es decir, la forma en que se comunican las neuronas. El descubrimiento puede ayudar a entender lo que ocurre a nivel neuronal en ciertas formas de deficiencias intelectuales, en las que la capacidad de las neuronas para comunicarse de manera efectiva se ve comprometida de alguna manera.

La Dra. Desrivières advierte que “es importante señalar que la inteligencia se ve influida por muchos factores genéticos y ambientales. El gen que hemos identificado sólo explica una pequeña proporción de las diferencias en la capacidad intelectual, por lo que no es de ninguna manera un ‘gen de la inteligencia”.

• Noticia en Ciencia al día

• Artículo: Single nucleotide polymorphism in the neuroplastin locus associates with cortical thickness and intellectual ability in adolescents (descarga directa en formato PDF)

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Algunas personas recuerdan sus sueños cada mañana, mientras que otras rara vez recuerdan uno. Un equipo dirigido por Perrine Ruby, investigador del INSERM en el Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon, ha estudiado la actividad cerebral de estos dos tipos de soñadores con el fin de comprender las diferencias entre ellos. En el estudio los investigadores muestran que la unión temporo-parietal, un centro de procesamiento de información en el cerebro, es más activo en los “recordadores”. El aumento de la actividad en esta región del cerebro puede facilitar la orientación de la atención hacia los estímulos externos y promover la vigilia en intrasueño, facilitando de este modo la codificación de los sueños en la memoria.

La razón de los sueños sigue siendo un misterio para los investigadores que estudian la diferencia entre “recordadores de alto perfil”, que recuerdan los sueños con regularidad, y “recordadores de perfil bajo”, que raramente recuerdan los sueños. En enero de 2013 el equipo dirigido por Perrine Ruby hizo las dos observaciones siguientes: los “recordadores de alto perfil” tienen el doble de tiempo de vigilia durante el sueño que los “recordadores de bajo perfil” y poseen cerebros más reactivos a estímulos auditivos durante el sueño y la vigilia. Este aumento de la reactividad cerebral puede promover despertares durante la noche, y por lo tanto puede facilitar la memorización de los sueños durante breves períodos de vigilia.

En este nuevo estudio, el equipo de investigación buscó identificar qué áreas del cerebro se diferencian entre ambos. Utilizaron Tomografía por Emisión de Positrones (PET) para medir la actividad cerebral espontánea de 41 voluntarios durante la vigilia y el sueño. Los voluntarios se dividieron en 2 grupos: 21 “recordadores de perfil alto” que recordaban sueños 5,2 mañanas  por semana en promedio, y 20 de perfil bajo, que informaron de sueños 2 días por mes de  promedio. Los de tipo “perfil alto”, tanto cuando estaban despiertos como cuando dormían, mostraron una actividad cerebral más fuerte espontánea en la corteza prefrontal medial (mPFC) y en la unión temporo-parietal (TPJ), un área del cerebro involucrada en la atención orientando hacia los estímulos externos.

“Nuestros resultados sugieren que ambos  difieren en la memorización del sueño, pero no se excluye que también difieran en la producción de sueño. De hecho, es posible que los “recordadores de perfil alto” produzcan una mayor cantidad de sueños” , concluye el equipo de investigadores.

• Noticia en Inserm (traducción al castellano)

• Artículo: Resting Brain Activity Varies with Dream Recall Frequency Between Subjects

Publicado por José Luis Moreno en SIETE DÍAS, 2 comentarios
Siete días … 12 a 18 de agosto (herramientas neandertales)

Siete días … 12 a 18 de agosto (herramientas neandertales)

     Última actualizacón: 24 agosto 2022 a las 08:02

EVOLUCIÓN HUMANA

El gran reto científico de conocer las capacidades mentales de los neandertales se hace cada vez más sutil, a medida que se van encontrando más vestigios del tiempo en el que coincidieron en el territorio europeo aquellos antiguos pobladores con la especie humana moderna, procedente de África.  El último hallazgo son cuatro herramientas especializadas de hace 50.000 años, hechas de hueso pulido y utilizadas para preparar pieles, que son prácticamente idénticas no solo a las que hacían los Homo sapiens prehistóricos, sino a las que siguen usando curtidores tradicionales en la actualidad.  Pero han sido descubiertas en dos yacimientos del suroeste de Francia netamente neandertales, así que, razonan los científicos, o las dos especies inventaron esos instrumentos independientemente, o nuestra especie influyó en los neandertales antes de lo que se pensaba o esa innovación sería neandertal y los recién llegados a Europa la copiaron.

• Noticia

• Artículo: Neandertals made the first specialized bone tools in Europe

GENÉTICA

Un equipo internacional de científicos ha descubierto los mecanismos implicados en la generación de la mayoría de los tumores. Han estudiado 7.042 genomas tumorales y han descrito más de 20 procesos diferentes que causan las mutaciones de los 30 tipos de cáncer más comunes. Este descubrimiento tiene profundas implicaciones para la comprensión del desarrollo del cáncer, con aplicaciones potenciales en la prevención y tratamiento de la enfermedad.

Hasta ahora se conocían las firmas mutacionales producidas por agentes como el tabaco o la luz ultravioleta, responsables del desarrollo de ciertos cánceres, pero se desconocían los mecanismos implicados en la generación de la mayoría de los tumores.

El equipo que trabaja en el proyecto en España está liderado por el Elías Campo, del Hospital Clínic–IDIBAPS y la Universidad de Barcelona y el Carlos López-Otín, del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo. Sus aportaciones al estudio han consistido en la identificación de dos mecanismos fundamentales que causan mutaciones en la Leucemia Linfática Crónica: uno de ellos está relacionado con la edad y el segundo con la reparación del daño en el ADN.

• Noticia

• Artículo: Signatures of mutational processes in human cancer (descarga directa en formato PDF)

MEDICINA

La detección precoz del alzhéimer es un reto que todavía no tiene respuesta.  Si se encontrara un sistema, sería el principio para el sueño de los neurólogos: actuar prematuramente y retrasar su aparición.  Pero esta enfermedad degenerativa, de la que se calcula que en España hay unos 800.000 afectados (no se sabe una cifra exacta porque no hay diagnósticos tempranos), hasta ahora ha evitado los intentos para anticiparse.  En esta línea, un grupo del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona del CSIC, liderado por Ramón Trullas, acaba de publicar en Annals of Neurology un sorprendente método que podría resolver este problema.

• Noticia

Noticia

• Artículo: Low CSF concentration of mitochondrial DNA in preclinical Alzheimer’s disease

PALEONTOLOGÍA
Un roedor prehistórico, de hace 160 millones de años, pudo haber sentado las bases para la vida en los árboles y la dieta de los innumerables mamíferos herbívoros que vinieron después. Su fósil, encontrado en China, está ayudando a explicar cómo los multituberculados, el linaje de los mamíferos evolutivamente más exitoso y longevo del registro fósil, lograron su dominio.

Los multituberculados son un orden extinto de mamíferos ancestrales de los cuales se conocen más de 200 especies fósiles, todas ellas datadas entre el Jurásico medio y el Oligoceno temprano, lo que representa un lapso temporal de más de 100 millones de años.  El fósil recién descubierto indica que medía 17 centímetros y era el antepasado más antiguo de este orden de costumbres arborícolas, representa a una nueva especie bautizada como Rugosodon eurasiaticus.

Noticia

• Artículo: Earliest evolution of multituberculate mammals revealed by a new jurassic fossil

FÍSICA

Investigadores de la Universidad de Electro-Comunicaciones de Tokyo han utilizado un sensor Kinect y lo han combinado con un proyector para convertir la bañera, y más concretamente el agua, en una pantalla táctil.

AquaTop Display es un sistema de proyección que utiliza el agua opaca como una superficie de pantalla. Este sistema permite a los usuarios moverse libremente a través de y en la superficie de la proyección, es decir, el agua. Una experiencia completamente novedosa.

El sistema de Aquatop utiliza el Kinect para detectar la profundidad de entrada en y sobre la superficie del agua para permitir diferentes interacciones. Para que el sistema funcione, el agua debe ser opaca o al menos translúcida, lo que puede conseguirse facilmente mediante sales o jabones de baño. El agua opaca actúa como superficie de proyección fuerte, lo que refleja la luz infrarroja del sensor Kinect (el Kinect y el proyector están conectados a un ordenador).

Esta configuración permite varios modos innovadores de interacción, imposibles de lograr con pantallas estándar, como recoger un puñado de agua con una miniatura de vídeo proyectado en esa pequeña superficie y luego soltar ese agua, esa imagen, en la superficie grande de la bañera a modo de pantalla completa.

INGENIERÍA

Un equipo de científicos suizos, franceses y alemanes están estudiado el funcionamiento de los ojos de los insectos con el fin de diseñar y fabricar los primeros ojos compuestos de superficie curvada artificiales en miniatura plenamente funcionales.

El ojo compuesto presenta características y funcionalidades similares a las del ojo de la mosca del vinagre  –género Drosophila– y de otros artrópodos. Se trata de un pequeño objeto cilíndrico con un diámetro de 12,8 mm y un peso de 1,75 gramos, formado por 630 unidades de base (denominadas omatidios), dispuestas en 42 columnas con 15 sensores cada una.

Cada omatidio se compone de una lente (172 micrones), combinada con un píxel electrónico (30 micrones). Estos sensores poseen avanzadas propiedades ópticas, como una visión panorámica sin distorsiones de 180ºx60º y una gran profundidad de campo, y pueden adaptarse a una amplia variedad de condiciones de iluminación.

Noticia

• Artículo: Miniature curved artificial compound eyes (descarga directa en formato PDF)

ARQUEOLOGÍA

El cambio climático puede haber impulsado la caída de lo que en otros tiempos fueron prósperas civilizaciones del Mediterráneo oriental hacia el final del siglo XIII antes de Cristo.  Las civilizaciones antiguas florecieron en las regiones del Mediterráneo oriental, como Grecia, Siria y áreas vecinas, pero sufrieron graves crisis que llevaron a su colapso durante la Edad de Bronce tardía.  En este estudio, los investigadores analizaron los granos de polen procedentes de los sedimentos de un antiguo lago en la región para descubrir la historia de los cambios ambientales que probablemente llevaron a esta crisis.

Los cambios en los isótopos de carbono en el Mediterráneo oriental y en las especies de plantas locales sugieren que este lago que una vez fue un exitoso puerto poco a poco se convirtió en un lago de agua salada sin litoral. Como resultado, las malas cosechas condujeron a hambrunas, se produjeron invasiones de inmigrantes de regiones vecinas y, finalmente, el colapso político y económico de las civilizaciones del Mediterráneo oriental a finales de la Edad de Bronce tardía.

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• Artículo: Environmental roots of the Late Bronze age crisis (descarga directa en formato PDF)

PSICOLOGÍA

Un exhaustivo repaso a los estudios publicados en el último siglo muestra una correlación negativa entre inteligencia y religiosidad. Los autores sugieren que un mayor intelecto suple las funciones que suele cumplir la fe.

La ciencia tiene cada vez más claro que existe una correlación entre inteligencia y religiosidad pero es negativa: los más inteligentes tienen tendencia a ser menos religiosos. Al menos esa es la conclusión principal de una investigación que repasa todos los estudios que han analizado esta relación entre intelecto y fe desde comienzos del siglo XX. Para los autores de este metaanálisis, la religión cumple una serie de funciones para el ser humano que explican su pervivencia a lo largo de la historia. Pero, para un número creciente de personas, sus mayores habilidades intelectuales hacen innecesario a dios.

Nota: este anuncio, que será muy controvertido, exige una lectura atenta de los resultados del estudio.  Por lo pronto, reconozco que no he podido hacerlo aún, pero me llama la atención el hecho de que se tomen por válidos los datos de estudios realizados hace décadas sin que, en principio, se haya revisado la metodología de cada uno de ellos.

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• Artículo: The relation between intelligence and religiosity. A meta-analysis and some proposed explanations

Publicado por José Luis Moreno en SIETE DÍAS, 0 comentarios