Chiribiquete

Primera ocupación de la amazonia colombiana: pinturas rupestres en la selva

Primera ocupación de la amazonia colombiana: pinturas rupestres en la selva

     Última actualizacón: 9 marzo 2021 a las 18:58

INTRODUCCIÓN

Hace unas semanas saltó a todos los medios de comunicación el descubrimiento de unas pinturas rupestres en lo más profundo de la selva amazónica colombiana. Con el provocativo apelativo de la «capilla Sixtina del Amazonas», las noticias hacían referencia a un enorme número de pinturas en tonos ocres que representaban diferentes animales, figuras humanas y otros objetos. Sin duda se trataba de un hallazgo espectacular.

En casi todas esas noticias se mencionaba que un grupo de científicos había realizado excavaciones arqueológicas y recuperado numerosas herramientas de piedra y otros elementos que demostrarían que la zona había estado habitada. La conclusión era que los primeros habitantes llegaron a la región hace alrededor de 12 600 años antes del presente (AP).

Como suele pasar con este tipo de noticias, la realidad es diferente aunque mucho más interesante. Antes de entrar en materia voy a daros un par de consejos si queréis «descifrar» este tipo de anuncios para llegar al verdadero fondo de la cuestión (y que deberíais seguir siempre):

  • El primero es que tenéis que acudir a las fuentes originales. En este caso, habría que conseguir una copia del artículo científico en el que se basa la noticia para leerlo con detenimiento (puedes acceder a él más abajo).

Esa debería ser la primera tarea de cualquier periodista que va a escribir acerca de cualquier noticia científica aunque, desgraciadamente y por diferentes motivos, no suele ser habitual. La mayoría se limitan a reproducir las notas de prensa que envían los grupos de investigación o las diferentes universidades implicadas.

  • El segundo consejo es que profundicéis en el contexto, el trasfondo de ese anuncio. La ciencia no existe en un vacío, y por supuesto que la arqueología tampoco. Es muy poco habitual que se publique un descubrimiento sin que antes se hayan ido dando «pistas», sin que ningún trabajo o artículo anterior haya ofrecido una imagen más global.

En cualquier caso, conocer el contexto es esencial para dar más profundidad a la noticia, y que los lectores tengan una idea más general donde poder ubicar la novedad que se está ofreciendo.

LO QUE NOS HAN CONTADO LOS MEDIOS

Todas las noticias publicadas en medios generalistas han contado más o menos la misma historia: en la selva amazónica colombiana –concretamente en la Serranía La Lindosa– se han descubierto decenas de miles de pinturas rupestres de animales y humanos creadas hace unos 12 600 años. Se ha bautizado este impresionante hallazgo como «la Capilla Sixtina de los antiguos», tratándose de una de las mayores concentraciones de arte prehistórico documentadas hasta ahora en el mundo.

Para la datación se han analizado las imágenes que representan a especies de animales que desaparecieron en la Edad de Hielo (como los mastodontes, perezosos gigantes y los caballos).

El descubrimiento se mantuvo en secreto porque se quería hacer público al tiempo de la emisión de un documental del canal 4 británico titulado «Misterios de la jungla: reinos perdidos del Amazonas»

Y quizás aquí esté la clave de todo este revuelo mediático: la profusión de artículos y noticias no tenía demasiado que ver con el deseo de ofrecer una información arqueológica o antropológica relevante, sino de actuar como «publicidad» para el documental.

UN PRIMER ANÁLISIS

El gancho de todo —si se me permite la expresión— fue un artículo publicado por arqueólogos y antropólogos de las Universidades Nacional y de Antioquia (en Colombia), y la Universidad Exeter (Reino Unido) en la revista científica Quaternary International en el mes de abril de 2020 (puedes acceder al él aquí). En él se describen tres yacimientos arqueológicos en la Sierra de La Lindosa: Cerro Azul, Limoncillos y Cerro Montoya. El objetivo de los investigadores era entender cómo nuestros antepasados llegaron a la Amazonia, cuáles eran sus estrategias de supervivencia y cómo se adaptaron a la complejidad de la vida en los bosques tropicales.

Lo primero que nos debería llamar la atención, en un intento de analizar lo sucedido, es que cuando apareció el artículo (recordemos, en abril de 2020) pasó casi desapercibido. Esto, unido al hecho de no apareciera en una revista puntera, de las importantes en su campo, nos confirma que su contenido no es precisamente «rompedor».

Antes de pasar al artículo, vamos a profundizar un poco en el contexto de la noticia: qué sabemos de los primeros pobladores de la amazonia colombiana, y qué rastros arqueológicos se han podido estudiar hasta ahora.

LA ARQUEOLOGÍA EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

Serranía La Lindosa

En primer lugar, la Serranía de La Lindosa, en Guaviare, es un punto arqueológico clave para Colombia desde hace décadas, además de una zona de conservación vital ya que es la última frontera antes del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete.

Pero, ¿qué es el Chiribiquete, y qué relación tiene con el tema que estamos tratando? En 2018 la UNESCO declaró Chiribiquete patrimonio de la humanidad. Se trata de una formación rocosa que se sitúa en el corazón de la amazonia colombiana, entre Caquetá y Guaviare, dos de los 32 departamentos administrativos en los que está dividido el país.

Para los indígenas karijona, el Chiribiquete era el centro del mundo. Lo veneraban de tal manera que dedicaron buena parte de su tiempo a pintar en sus paredes animales de la selva, rituales y todo tipo de representaciones. Según el Ministerio de Cultura colombiano, se han identificado más de 50 paneles de 7 metros de largo en promedio, que incluyen aproximadamente 70 000 pinturas de estilo hiperrealista y con escenas que dan la sensación de movimiento.

Dado que se trata de una reserva natural donde viven comunidades indígenas no contactadas que desean permanecer así, el gobierno tomó la decisión de prohibir la entada en Chiribiquete tanto a los turistas como a los investigadores. De hecho, se pretende incrementar el área protegida hacia la Serranía La Lindosa, que se encuentra a unos 50 kilómetros.

Volviendo a La Lindosa, esta serranía forma parte de la misma formación geológica y comparte casi los mismos biomas. Aquí aparecen documentados 60 murales de pintura rupestre con las mismas características culturales de Chiribiquete y, desde el punto de vista iconográfico y estilístico, pertenece a la misma tradición cultural.

Por lo tanto, el turismo en La Lindosa ha sido estratégico para evitar la entrada en el PNN Serranía de Chiribiquete: quien quiere contemplar algunas de las pinturas rupestres del Chiribiquete las puede ver en La Lindosa.

Las pinturas de La Lindosa no son nuevas. En los años cincuenta del siglo XX, el arqueólogo y poeta francés Alain Gheerbrant describió algunos de sus paneles y pinturas; y en los sesenta del mismo siglo, P. Pinto y Helena Bischler hicieron una expedición a la Sierra de la Macarena en donde también describen algunas de estas pinturas. En 1980, varios profesores del departamento de Geografía de la Universidad Nacional organizaron la expedición «Punto Amazónico» en donde estudiaron un nuevo mural a nueve kilómetros de Cerro Azul.

¿Qué suponen el Chiribiquete y la Lindosa para el arte rupestre? Son los lugares con mayor número de representaciones de arte rupestre en Colombia, sobre todo si se suman. Para Carlos Castaño-Uribe, principal experto mundial, en el Chiribiquete hay aproximadamente 70 000 representaciones; y en la Lindosa, contabilizadas por el profesor Virgilio Becerra, se calcula que hay cerca de 45 000. Esto demostraría que el país tiene una riqueza mayor que Europa, sobre todo que España y Francia, donde se encuentran las más famosas.

Sin embargo, dado que los estudios donde se han hecho públicos estos hallazgos en las últimas décadas se han llevado a cabo por investigadores que hablan español —y que los artículos han aparecido también en español— han pasado desapercibidos para gran parte de la comunidad científica (angloparlante en su mayoría). Guillermo Muñoz, experto en arte rupestre del Grupo de Investigación del Patrimonio Rupestre Indígena de Colombia (GIPRI), ha definido perfectamente la situación al afirmar que «Europa aún está descubriendo América».

Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete

Como hemos comentado, los estudios que durante más de tres décadas llevan realizándose en Chiribiquete han permitido comprender que las simples bandas de cazadores-recolectores no eran ni tan simples, ni tan itinerantes como se suponía; y que quizás habían llegado a esta región con un modelo cosmogónico y espiritual más elaborado de lo que se había pensado.

Pocos lugares en la Amazonia tienen afloramientos del Escudo Guayanés, es decir, formaciones rocosas precámbricas y paleozoicas, en medio de la extensa cobertura selvática. Debe tenerse en cuenta que la mayoría de los tepuyes —una clase de meseta especialmente abrupta, con paredes verticales y cimas relativamente planas— del norte de Suramérica están en medio de sabanas naturales. La inmensidad de la selva y la dificultad de navegar sus ríos debido a sus fuertes corrientes, permitieron el aislamiento cultural de sus habitantes y la protección del medio ambiente hasta nuestros días. Al mismo tiempo, sí que pudieron aprovechar el gran río Amazonas como eje de movilidad permanente durante varios siglos.

En el PNN Serranía de Chiribiquete no se ha encontrado hasta el momento ninguna prueba material arqueológica de presencia humana —es decir, no se han recuperado objetos hallados bajo tierra— ni restos óseos de sus ocupantes. No hay herramientas, armas ni puntas de piedra.

Lo que sí tenemos es una prueba extraordinaria y documental de su cultura pictórica y de su gran proyección espiritual y guerrera en miles de dibujos pintados sobre las paredes de los tepuyes y en muchos abrigos, que nunca sirvieron de campamento de caza o de uso doméstico. En definitiva, todos los lugares que se han documentado hasta el momento están inalterados: no hay prueba de actividades humanas diferentes a las realizadas exclusivamente por grupos indígenas. La conclusión que podemos extraer de todo ello es que la finalidad de este lugar era, y sigue siendo, exclusivamente ritual y ceremonial.

Remarquemos esto último: Chiribiquete sigue siendo hoy en día un lugar ceremonial. Una de las principales conclusiones de los investigadores fue constatar que estos dibujos se han seguido realizando hasta fechas muy recientes y, quizás más sorprendentemente aun, que los siguen haciendo y usando hoy.

Hasta 2019 se han documentado 63 abrigos rocosos con pinturas rupestres. De estos yacimientos, se han llevado a cabo excavaciones arqueológicas en 17, completado el registro pictórico de 48 y adelantado el registro fotográfico preliminar de 9. Se han documentado pictografías en murales, abrigos rocosos y rocas conexas, que suman 70 500 representaciones.

Podemos asumir que la preparación de los murales tomaba mucho tiempo y exigía la permanencia de los artistas en el lugar durante muchos días —quizás semanas— y que esta actividad requería la presencia de un grupo de personas bajo el mando de uno o varios especialistas espirituales y operativos.

Otro aspecto importante de la infraestructura necesaria para hacer los dibujos de los grandes murales tiene que ver con las técnicas empleadas para pintar cómodamente en paredes que tienen cientos de metros cuadrados —a veces 50 metros de largo por 6 metros de altura—; y las peripecias necesarias para dibujar en los techos de algunos aleros o en sitios muy altos que exigieron el uso de andamios, que también aparecen pintados en los murales, algunos con hamacas colgadas para que los chamanes pudieran sentarse más cómodamente para pintar o para recostarse e inspirarse.

Las figuras más representadas son animales, humanos, plantas, antropozoomorfos y biomorfos, geométricas, artefactos y objetos, por ese orden.

La presencia de rasgos culturales en Chiriquibete empieza posiblemente hace 22 000 años AP (es decir, aproximadamente 19 882 años a.E.C.). Aunque para esa época no encontramos rocas exfoliadas pintadas, sí hallamos fogones en los que se recuperaron nódulos de ocre y semillas comestibles carbonizadas. Estas fechas muestran un contexto cronológico prolongado y sorprendente, convirtiendo Chiribiquete quizás en el único lugar del mundo donde se mantiene una tradición cultural de milenios, más o menos sin interrupción.

Como hemos apuntado, lo más probable es que este mundo simbólico no se haya desarrollado en América sino que se trataba de un bagaje cultural que ya poseían y que fue reinterpretado por los primeros pobladores que llegaron a la región. Quizás, el sentido y las expresiones de las representaciones que llegaron a América, por varias rutas migratorias, no sean tan monolíticas como creemos y, quizás, no todas llegaron por el norte como única vía y en el mismo momento. Como indican los investigadores que llevan tanto tiempo estudiando estas pinturas, la verdadera tarea está en evaluar si podemos constatar un origen diferente al asiático, tal como lo apuntan parte de las pruebas. No podemos ir más allá por ahora.

EL ARTÍCULO CIENTÍFICO

El artículo científico que aparece en Quaternary International (puedes descargarlo y leerlo desde aquí) informa de unas excavaciones llevadas a cabo en Serranía La Lindosa que permiten —según los autores— conocer la fecha de llegada de los primeros habitantes de esa región, así como conocer sus interacciones con el ambiente.

Para ello se han realizado excavaciones en tres abrigos rocosos —Cerro Azul, Cerro Montoya y Limoncillos— y obtenido varias dataciones por radiocarbono, lo que permitiría confirmar que la primera ocupación humana se produjo hace alrededor de 12 600 años AP.

Se han llevado a cabo dos campañas de excavación con sondeos, excavaciones de muestreo y un posterior análisis de los materiales arqueológicos y líticos recuperados. En 2017 se abrió una excavación de 12 m2 en Cerro Azul, un lugar ya estudiado con anterioridad, cuyo éxito al recuperar material arqueológico motivó una nueva exploración de la región. Así, en 2018 se descubrieron dos nuevos abrigos rocosos donde se hicieron excavaciones de muestreo (1×1 m): Cerro Montoya y Limoncillos.

Cronología

Gracias a estos trabajos se pudieron obtener 11 fechas radiocarbono por medio de espectrometría de masas con acelerador (accelerator mass spectrometry) en capas precerámicas del yacimiento de Cerro Azul, y que los autores marcaban como el comienzo de la ocupación (en el Pleistoceno Superior); mientras que sólo se pudo conseguir una fecha radiocarbono en cada uno de los otros dos nuevos yacimientos.

En Cerro Azul, dos muestras de carbón arrojaron fechas entre los 20 500 y 19 200 años AP (ya calibradas), tratándose de unas de las fechas más antiguas de todo el continente americano. Ambas muestras se recuperaron en el «Estrato II» (situado entre 105 y 95 cm de profundidad) formado por sedimentos naturales mezclados con algunas láminas de sílex, semillas quemadas y restos de carbón. Sin embargo, los investigadores han querido ser prudentes y no dan por buenas estas muestras hasta que futuras excavaciones permitan obtener un contexto más seguro y definido para la parte inferior de este estrato y que permita confirmar sin género de dudas el origen cultural o antrópico de ese carbón (es decir, descartar que no sea producto de un fuego natural, por ejemplo).

De esta forma, solo aceptan las fechas que apuntan al Pleistoceno Superior y que se han obtenido de semillas de palmera quemadas con una antigüedad de entre 12 100 y 11 800 años AP.

En cambio, para Limoncillos y Cerro Montoya, los dos nuevos yacimientos identificados, tenemos una horquilla de fechas entre los 12 642 y 12 424 años AP para el primero; y los 12 388 y 12 008 años AP para el segundo.

Pinturas rupestres

En cuanto a las pinturas, los investigadores reconocen que hay miles ellas documentadas a lo largo de las paredes rocosas de toda la Sierra La Lindosa, que hemos visto que supone uno de los yacimientos artísticos más ricos de toda Sudamérica, junto al cercano Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete.

En este sentido, nada nuevo nos ofrece este artículo ya que se han documentado pinturas que ya se conocían.

Lo «novedoso» (por ser muy generosos) de este trabajo ha sido tratar de «datar» esas pinturas. Sin embargo, no han aplicado los novedosos métodos que ya se emplean en otros lugares del mundo para datar pigmentos; sino que lo han hecho identificando las especies animales que se han pintado. Esto requiere una explicación: lo que han hecho los autores es identificar las especies representadas en los murales para, a partir de ahí, hacer una «estimación» de su antigüedad en función de lo que sabemos acerca de cuándo se extinguieron.

Viendo las imágenes uno puede encontrar parecidos con especies que sabemos que vivieron durante el Pleistoceno pero que se extinguieron tras unos procesos que aún no conocemos en detalle: es la megafauna, un término especialmente asociado en la literatura científica a los grandes animales del Pleistoceno Superior y el Holoceno que ha venido extinguiéndose en un proceso conocido como extinción masiva del Cuaternario.

El argumento que siguen los investigadores es que si en las paredes de Cerro Azul se representa lo que podría ser un megaterio (un perezoso gigante), eso es porque quienes hicieron esas pinturas los vieron con sus propios ojos. Por lo tanto, si los megaterios se extinguieron en Sudamérica hace 10 000 años, las pinturas son más antiguas.

El problema de esta aproximación creo resulta evidente para cualquiera: nada hay más subjetivo que tratar de identificar qué quisieron representar los autores de esas pinturas hace miles de años. Desde luego es una interpretación que deja demasiados interrogantes como para poder ofrecer un método eficaz de datación.

COMPLEMENTO

Para tener una visión más completa de este tema, he creado una página en Wakelet con accesos a varios artículos, entrevistas y un documental sobre Colombia donde se describe visualmente el PNN Serranía de Chiribiquete.

MÁS INFORMACIÓN

BAENA PREYSLER, J., et al., 1992. Hallazgos de arte rupestre en la serranía de Chiribiquete, Colombia. Misión arqueológica 1992.

BAENA PREYSLER, J., et al., 1996. Pinturas rupestres y ocupación humana en la Sierra del Chiribiquete. Revista de arqueología, 180, pp. 14-23.

CASTAÑO-URIBE, Carlos. 2008. Tradición Cultural ChiribiqueteRupestreweb.

URBINA, Fernando y PEÑA, Jorge, 2016. Perros de guerra, caballos, vacunos y otros temas en el arte rupestre de la serranía de La Lindosa (río Guayabero, Guaviare, Colombia). Una conversación. Ensayos: Historia y Teoría del Arte, 20, 31, pp. 7-37.

Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, ARTE, 0 comentarios