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Sacar a la luz nuestro pasado en América

Sacar a la luz nuestro pasado en América

     Última actualizacón: 22 octubre 2018 a las 18:31

Si eres un lector habitual de este blog sabrás que una de mis debilidades es el estudio de las migraciones de nuestros antepasados. En este sentido, es muy importante el trabajo que hacen los arqueólogos para resolver uno de los interrogantes que más debate genera en relación a este tema: cuándo y por dónde se produjo la entrada de Homo sapiens en el continente americano.

He publicado varias anotaciones sobre el particular, muchas de ellas basadas en los trabajos de un equipo de arqueólogos pertenecientes al Instituto Hakai 1 ubicado en la isla Calvert, en la Columbia Británica canadiense.

Hoy me gustaría que vierais un vídeo de corta duración (poco más de 10 minutos) donde vemos el trabajo que están haciendo en una región especialmente interesante para resolver la cuestión que planteábamos arriba.

Durante décadas se ha pensado que la entrada de Homo sapiens en América se produjo cuando los glaciares Laurentino y de la Cordillera se retiraron lo suficiente para dejar un «corredor libre de hielo». Ese espacio abrió la comunicación entre Beringia y el resto del continente americano, permitiendo el paso tanto de nuestros antepasados como del resto de fauna y flora.

Sin embargo, existen tradiciones orales —o leyendas— transmitidos por los pueblos indígenas que cuentan una entrada en el continente mucho más antigua 2. Se refieren a una travesía por la costa —libre de hielo— donde establecían residencias permanentes mientras se expandían hacia otras áreas del sur e interior.

Y lo cierto es que este pequeño equipo de arqueólogos llevan años cartografiando y excavando a lo largo de las islas del Descubrimiento en la costa oriental de la isla Vancouver en la Columbia Británica para tratar de validar esa hipótesis.

Su objetivo es encontrar pruebas de la presencia de nuestros antepasados así como intentar averiguar cómo fueron capaces de adaptarse a ese ambiente —un paisaje que ha cambiado completamente en los últimos 16.000 años— cuando los glaciares comenzaron a retirarse.

El primer paso en esta investigación ha sido obtener núcleos de sedimentos en pantanos y ciénagas. Estos testigos contienen granos de polen, semillas y restos de plantas cuyo estudio permite a los investigadores obtener información sobre el clima y cómo cambió, así como qué tipos de comunidades plantas había en una zona determinada. Y una de los hechos más importantes que ha permitido constatar el estudio de estos sedimentos es que la línea de costa no permaneció estable durante aquellos años.

Hace entre 14.000 y 12.000 años el nivel del mar cayó bastante rápido, a razón de un metro cada diez años aproximadamente, un cambio fácilmente perceptible para los pobladores según su esperanza de vida. Quizás lo más llamativo para estas personas es que el nivel del mar estuvo cambiando constantemente durante unos 2.000 años. Imagina que al nacer tu pueblo estuviese en la costa. Una tasa de cambio del nivel del mar de esta magnitud implicaría que cuando llegues a viejo ese pueblo estará bastante tierra adentro. Además, con una caída tan pronunciada, las islas comenzaron a quedar unidas por lenguas de tierra, mientras que otras se creaban, así como lagos etc. En definitiva, se ha comprobado un importante nivel de cambio ecológico.

Con los datos obtenidos por el estudio de los núcleos de sedimento se pudieron cartografiar las líneas de costa y junto al uso del LIDAR —un  escáner láser aerotransportado que permite cartografiar el terreno y «eliminar» la vegetación que lo cubre— se pudieron hacer una idea bastante aproximada de los lugares por los que estos pobladores se estuvieron moviendo. Esto les permitió trasladar esa información a sistemas de posicionamiento global y poder elegir así los mejores lugares donde realizar excavaciones de prueba.

Y al final esto es lo que le importa a un arqueólogo, excavar para recuperar objetos del pasado. Gracias a la información recabada se pueden excavar pequeños «parches» de terreno de unos 50 centímetros cuadrados a modo de «prueba», es decir, esa pequeña excavación les da una idea de lo que puede haber debajo. En el caso de que encuentren restos arqueológicos de interés, se abre una unidad de excavación mayor (de un metro cuadrado) y de esa forma se va ampliando la zona poco a poco y en sucesivas campañas.

Esta metodología ha sido bastante exitosa puesto que han localizado decenas de yacimientos interesantes y recuperado herramientas de piedra y, como ya comentamos aquí, las huellas de personas más antiguas de todo el continente americano.

Gracias a las sucesivas campañas de excavación (acaba de terminar la quinta temporada) el equipo comienza a hacerse una idea bastante clara de cómo era la vida en la costa de la Columbia Británica hace más de 10.000 años.

Las conclusiones que han sacado por ahora es que los primeros pobladores no solo estaban de paso, sino que fundaron establecimientos permanentes, utilizaban embarcaciones y lograban así sacar todo el partido a los recursos marinos.

Hay pruebas de un número reducido de grandes yacimientos muy complejos en términos de tecnología —cuatro o cinco de estos yacimientos están ubicados en la isla Quadra— con miles y miles de herramientas de piedra de una enorme variedad. Lo que demuestra que sus ocupantes pasaron mucho tiempo allí, quizás miles de años. De allí se desplazarían para obtener recursos que necesitaban, volviendo de nuevo. Es decir, no estamos ante el clásico ejemplo de cazadores-recolectores, aquí debieron de ser bastante estáticos.

Referencias

  1. Formado por Daryl Fedje, Nicole Smith, Alexander Mackie, Christine Roberts, Jenny Cohen, Quentin Mackie, Joanne McSporran, Louie Wilson y Colton Vogelaar.
  2. Estoy leyendo un libro: Wiget, A. (2012), Handbook of Native American literature. New York: Routledge, xviii, 598 p. para poder extenderme más sobre este tema en una nueva anotación, así que, ¡estad atentos!
Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, 0 comentarios
¿Habrá un conflicto fronterizo en el Océano Ártico?

¿Habrá un conflicto fronterizo en el Océano Ártico?

     Última actualizacón: 8 agosto 2017 a las 14:07

El ser humano es un animal territorial.  En este sentido, su comportamiento es igual al de muchos animales dado que siente la necesidad de controlar un determinado espacio físico y defenderlo (llegando incluso al empleo de la fuerza) frente a las intrusiones no consentidas de otros.  A lo largo de la historia, una de las principales causas de los conflictos bélicos ha tenido que ver con disputas fronterizas, y es fácil volver la mirada atrás desde la Prehistoria hasta la Edad Contemporánea para encontrar este sustrato común en muchas de las guerras que han tenido lugar.

Sin embargo, destaca por su novedad y su importancia una situación que no se ha puesto de manifiesto hasta hace relativamente poco tiempo: me refiero a los conflictos marítimos y las disputas por la fijación de las fronteras en el mar.  Debemos tener presente que en la actualidad el 90% del comercio mundial se desarrolla a través de los mares y océanos, y que los 10 puertos más grandes del mundo por cantidad de mercancías transportadas (Singapur, Rotterdam, Shanghái, Hong Kong, Luisiana del Sur, Houston, Chiba, Nagoya, Cantón y Kwangyang) acogen más del 50% de este tráfico.  Por lo tanto, salta a la vista la importancia de que ese movimiento sea lo más seguro y fiable posible.

De lo dicho hasta ahora podemos desligar dos aspectos diferentes: el primero tiene que ver con la seguridad en el tráfico marítimo, y el segundo con la fijación de las fronteras marítimas entre dos o más Estados vecinos.  No quiero centrarme ahora en el primero de los aspectos apuntados y que guarda relación con los frecuentes actos de piratería que se producen en el mar (que en la actualidad están gozando de una gran publicidad).  En su lugar, voy a llamar la atención acerca del “conflicto” que se está produciendo entre varios países en su “lucha” por definir una frontera en el Océano Ártico.

El 10 de diciembre de 1982 se firmó en Montego Bay (Jamaica) la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en la que, entre otras cosas, los Estados firmantes

Reconociendo la conveniencia de establecer por medio de esta Convención, con el debido respeto de la soberanía de todos los Estados, un orden jurídico para los mares y océanos que facilite la comunicación internacional y promueva los usos con fines pacíficos de los mares y océanos, la utilización equitativa y eficiente de sus recursos, el estudio, la protección y la preservación del medio marino y la conservación de sus recursos vivos

establecen un conjunto de reglas en virtud de las cuales se definen y fijas los derechos de cada parte, además de establecer mecanismos para solucionar los diferentes y numerosos conflictos que a menudo surgen en este ámbito.

Según este instrumento internacional, la porción de mar frente a las costas de cualquier Estado está dividida en varias zonas en función de su longitud.  De esta forma, todo Estado tiene derecho a fijar la anchura de su “mar territorial” hasta un límite que no exceda de 12 millas marinas contadas desde la costa (en realidad, medidas a partir de líneas de base tal y como son definidas en el artículo 3 de la Convención).

zonas-maritimas

A continuación de este mar territorial, el documento reconoce una “zona económica exclusiva”, definida como un área situada más allá del mar territorial adyacente a éste, extensible hasta las 200 millas contadas desde la costa (o las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial (artículo 57).  Lo que resulta trascendente a los efectos de esta exposición son los derechos que se confieren a cada Estado dentro de su zona económica exclusiva (artículo 56):

Derechos de soberanía para los fines de exploración y explotación, conservación y administración de los recursos naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho y del lecho y el subsuelo del mar, y con respecto a otras actividades con miras a la exploración y explotación económicas de la zona, tal como la producción de energía derivada del agua, de las corrientes y de los vientos

He aquí la clave del enfrentamiento que desde hace tiempo se está viviendo en la zona del ártico.

Partiendo de esta realidad, lo cierto es que hasta no hace mucho tiempo el interés de los Estados ribereños del Ártico por los recursos que alberga era escaso ya que las condiciones climáticas son tan duras (el Ártico es en su mayor parte un extenso océano cubierto de una banquisa o capa de hielo flotante), que el acceso a esos recursos era una tarea casi imposible, al tiempo que económicamente inviable.  Sin embargo, se ha comprobado cómo el calentamiento de esta parte del planeta ha hecho que la zona comience a deshelarse en determinadas épocas del año, permitiendo incluso la navegación por el famoso Paso del Noroeste (recorrido realizado por primera vez en 1906 por el explorador noruego Roald Amundsen), que supone un importante ahorro en tiempo y combustible en el trayecto entre el Océano Atlántico (Europa) y el Océano Pacífico (Asia y costa oeste de Estados Unidos).

Por lo tanto, dado que es posible que en un futuro se pueda emplear comercialmente esta ruta, así como el hecho de que el acceso a los recursos naturales podría ser más fácil, los cinco Estados ribereños del Ártico —Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia y Estados Unidos— se han embarcado en una carrera para reclamar cada vez más territorio allende las 200 millas marinas que contempla la Convención.

mapa-oceano-artico

En el mapa adjunto podemos observar dónde acaban las 200 millas que marcan el límite de la zona económica exclusiva (líneas rojas intermitentes) de cada uno de los Estados, lo que deja gran parte del Ártico fuera del control directo de cada uno.  Esta situación ha significado la entrada en juego de equipos de científicos de cada país.  El motivo es el siguiente:

La Convención también ofrece derechos exclusivos (más concretamente […] derechos de soberanía sobre la plataforma continental a los efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos naturales) a cada Estado sobre la “plataforma continental” que se define (artículo 76) como el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia.  Es decir, la plataforma continental es la prolongación natural de un continente y por ende, del territorio de un país, y se entiende incluida en la zona económica exclusiva (con el límite de 200 millas), salvo que el Estado demuestre que el margen continental se extiende más allá de esa distancia, y que por tanto, las cordilleras y formaciones de rocas submarinas están unidas a la plataforma continental.  Y es aquí como digo, donde entran en juego los científicos puesto que el artículo 77 impone:

El Estado ribereño presentará información sobre los límites de la plataforma continental más allá de las 200 millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, establecida de conformidad con el Anexo II sobre la base de una representación geográfica equitativa. La Comisión hará recomendaciones a los Estados ribereños sobre las cuestiones relacionadas con la determinación de los límites exteriores de su plataforma continental. Los límites de la plataforma que determine un Estado ribereño tomando como base tales recomendaciones serán definitivos y obligatorios

He apuntado que esta cuestión se ha convertido en una “carrera” entre los Estados ribereños dado que el Anexo II de la tan citada Convención obliga a cada Estado que se proponga reclamar una plataforma continental más amplia de las 200 millas originales, a presentar la información técnica y científica que avale dicha pretensión en un plazo no superior de 10 años desde la entrada en vigor del convenio respecto a dicho Estado. Las fechas de ratificación de la Convención para los Estados ribereños del Ártico son las siguientes:

  • Canadá                       7 de noviembre de 2003.
  • Dinamarca                16 de noviembre de 2004.
  • Estados Unidos        No ratificado.
  • Noruega                     24 de junio de 1996.
  • Rusia                          12 de marzo de 1997.

Con este fin se ha constituido la Comisión de Límites de la Plataforma Continental entre cuyas funciones está la de examinar los datos y otros elementos de información que presentan los Estados.  Aunque el plazo de 10 años ya ha transcurrido para dos Estados (Noruega y Rusia), debemos señalar que hubo una reunión en el año 2001 en la que se llegó a un acuerdo en virtud del cual, aquellos Estados que hubieran ratificado la Convención antes del 13 de mayo de 1999, el cómputo del límite de tiempo de 10 años comenzaría a contar desde esa fecha (señalemos igualmente que Estados Unidos ni siquiera ha ratificado el Convenio debido a las reticencias de varios senadores, lo que ha llevado a numerosos políticos a criticar esta postura debido a que de no hacerse, Estados Unidos quedará fuera de las delimitaciones futuras).

Los científicos se centran fundamentalmente en la Dorsal Lomonósov, una cadena montañosa submarina de casi 1.800 kilómetros de longitud que se extiende desde las Islas de Nueva Siberia a las costas de Groenlandia y la Isla de Ellesmere (Canadá).  Esta dorsal se separó de la plataforma continental que bordea la cuenca de Nansen por la expansión del suelo oceánico a lo largo de la dorsal de Gakkel, y en caso de demostrarse que se encuentra físicamente unida a la plataforma continental de Rusia, de Groenlandia o bien de Canadá, podría significar la atribución del Polo Norte a cualquiera de esos países.

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La cartografía de los fondos oceánicos supone una aventura apasionante, una empresa científica de primer nivel, al tiempo que un reto de enormes consecuencias tanto económicas como políticas para los países implicados.  Se oyen voces que anuncian una progresiva militarización del Ártico, junto con visiones poco esperanzadoras de contaminación y daños irreparables a la biosfera marina por la explotación de los recursos naturales (desde gas y petróleo, a oro, diamantes y níquel).  Como ha manifestado un científico implicado en las investigaciones, es posible que esta vez las fronteras las marquen la ciencia y la diplomacia, y no las espadas.

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Publicado por José Luis Moreno en POLÍTICA INTERNACIONAL, 0 comentarios