Hablemos de la depresión

     Última actualizacón: 6 abril 2019 a las 15:48

Esta anotación participa en la convocatoria que han organizado Obertament y la editorial Next Door Publishers para el 7 de abril, con el objetivo de visibilizar la realidad de la depresión y luchar contra el estigma.

La Organización Mundial de la Salud –en adelante OMS–, con ocasión de la celebración del Día Mundial de la Salud el próximo 7 de abril, ha decidido dar visibilidad a la depresión.

Creo que el primer mensaje que tenemos que lanzar cuando hablamos de la depresión es que se trata de una enfermedad que puede afectar a personas de todas las edades y condición social. Si algo hemos aprendido gracias a los avances en el conocimiento y manejo de los trastornos mentales, es que éstos pueden afectarnos a cualquiera de nosotros a lo largo de nuestra vida, sin importar nuestro nivel cultural, socioeconómico o lugar de procedencia. Ser conscientes de esta realidad nos permitirá al mismo tiempo estar alertas y ser capaces de detectar los primeros indicios en cualquier familiar o amigo cercano.

Tal como la define la OMS, «la depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas». Entre los síntomas más comunes destacaremos la pérdida de energía, cambios en el apetito, necesidad de dormir más o menos de lo normal y disminución de la concentración; llegando en los casos más graves a mostrar sentimientos de inutilidad, culpabilidad o desesperanza y pensamientos de autolesión o suicidio. Y es que en los casos más graves, la depresión puede desembocar en el suicidio, que actualmente es la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad –con alrededor de 800.000 casos contabilizados cada año.

Por eso es tan importante que las personas afectadas, bien sea por ellas mismas o con el apoyo y ayuda de sus familiares y amigos, acudan a los centros sanitarios para ser correctamente diagnosticadas y tratadas. Y digo esto porque, ya sea por falta de recursos o por un diagnóstico equivocado, más de la mitad de los afectados en todo el mundo (y más del 90% en muchos países) no recibe un tratamiento a pesar de que contamos con tratamientos muy eficaces.

Detección precoz

Pero, ¿qué pasaría si contásemos con un método que nos permitiera predecir la aparición de episodios depresivos?

Para responder a esta pregunta se diseñó un estudio multicéntrico 1 denominado «prueba para predecir la respuesta al tratamiento de la depresión» (PReDicT por las siglas en inglés de Predicting Response to Depression Treatment test) cuyo objetivo principal era el de combinar la información genética y la ambiental para intentar predecir la aparición de episodios depresivos en el área de la atención primaria. De este modo, al facilitar a los médicos de familia –que es el primer escalón de los sistemas sanitarios– un sistema eficaz para detectar la posible aparición de la depresión, permitimos que puedan intervenir rápidamente y evitar, en muchos casos, la manifestación de la enfermedad. La idea de este estudio se basaba en tratar de emular los instrumentos con los que actualmente cuentan los médicos de familia para predecir por ejemplo el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

Lo primero que hicieron los investigadores fue estudiar las causas de la depresión: hay factores de tipo social (como bajos ingresos económicos, estrés laboral, experiencias de discriminación o aislamiento social), factores biológicos o genéticos (antecedentes familiares, genes de riesgo), factores psicológicos y factores de tipo bioquímico y hormonal. Todos ellos intervienen en diferentes grados, arrojando un perfil único en cada persona. Así, de 39 factores de riesgo bien conocidos en la literatura médica, los investigadores apuntan a que 12 son los más importantes. En concreto, en la población española los factores de riesgo incluyen eventos personales o vivencias del pasado: edad, sexo (ser mujer), menor nivel de estudios, abusos físicos en la infancia y haber tenido depresión en el pasado. Por otro lado, también se incluyen factores de riesgo actuales: peor calidad de vida física y mental; tomar actualmente medicación para el estrés, ansiedad o depresión; insatisfacción con el trabajo no remunerado; percibir problemas graves en personas cercanas; e insatisfacción con la convivencia en el hogar.

En España, los resultados del estudio se publicaron en 2011 en el Journal of Psychological Medicine 2. Este trabajo ha permitido desarrollar una «calculadora de riesgo de depresión», que ha demostrado tener una excelente validez y precisión en hacer sus pronósticos. Gracias a ello, disponemos de un cuestionario –que podemos realizar en la página web– que informa a los médicos de la posibilidad de que una determinada persona que no padece depresión ahora, la pueda desarrollar dentro del año siguiente. Se trata de una herramienta que está permitiendo afrontar el problema antes incluso de que llegue a manifestarse.

Mejora en los tratamientos

Pero la labor de los investigadores no termina con una detección precoz o un buen diagnóstico. Uno de los pilares fundamentales para lidiar con esta enfermedad es facilitar a los pacientes un tratamiento adecuado y eficaz para lograr revertir la situación.

Dos trabajos publicados recientemente en el American Journal of Psychiatry abordan precisamente esta cuestión.

En el primero de ellos 3, investigadores de la Universidad de Emory han confirmado que los patrones específicos de la actividad cerebral pueden ser útiles a la hora de que los médicos decidan si la psicoterapia o la medicación antidepresiva es el tratamiento más eficaz para lograr una remisión de la depresión. Estamos hablando que un análisis de este tipo permitirá prescribir tratamientos personalizados que serán más eficaces.

Hace unos años se comprobó que algunas personas con depresión que no respondían al tratamiento con antidepresivos veían mejoras en su situación clínica gracias a la estimulación magnética transcraneal (EMT). Los científicos demostraron que la EMT corregía la conectividad neuronal 4. Todos poseemos determinadas regiones en nuestro cerebro que se muestran activas aun estando en reposo (es la llamada «red neuronal por defecto»). Pues bien, en personas con depresión se ha visto que existe una hiperconexión en estas áreas. Dado que estas áreas regulan la atención interna, se cree que la conectividad extra puede tener que ver con los pensamientos reiterativos propias de dicho trastorno.

Para testar esta idea y buscar el tratamiento más adecuado, los investigadores de la Universidad de Emory asignaron aleatoriamente a los pacientes a 12 semanas de tratamiento, bien con medicamentos antidepresivos o con terapia cognitivo-conductual (TCC). Para comprobar si el resultado de la TCC o la medicación dependía del estado del cerebro antes de iniciar el tratamiento, los pacientes se sometieron a una exploración mediante resonancia magnética funcional.

La resonancia magnética se utilizó para establecer el grado de conectividad entre un importante centro de procesamiento de emociones (la corteza cingulada subcallosa) y otras tres áreas del cerebro (tal y como sugerían los trabajos previos). De los 122 participantes, 58 lograron una remisión (una puntuación de ≤ 7 en la escala de evaluación de la depresión de Hamilton) entre las semanas 10 y 12; y 24 experimentaron un fracaso en el tratamiento.

Examinando la conectividad funcional de las regiones cerebrales se demostró que una conectividad positiva lograba una remisión de la depresión gracias a las terapias cognitivo-conductuales, y un fracaso tomando antidepresivos. Por el contrario, la conectividad negativa conseguía una remisión gracias a los antidepresivos y un fracaso con la psicoterapia.

Por lo tanto, los pacientes que presentaban una conectividad positiva entre estas regiones del cerebro eran significativamente más propensos a lograr la remisión de la depresión con TCC, mientras que los pacientes con una conectividad negativa o ausente tenían más probabilidades de mejora con medicamentos antidepresivos.

Lo que sugieren estos resultados es que para afrontar eficazmente el problema y establecer el mejor tratamiento debemos identificar las características biológicas específicas de los pacientes y no confiar tanto en sus síntomas o sus propias preferencias acerca de qué tratamiento seguir.

El segundo estudio aparecido en el American Journal of Psychiatry 5, pensado como un complemento del anterior, evalúa la eficacia de la terapia cognitivo-conductual (TCC) y de dos medicamentos antidepresivos (escitalopram y duloxetina) en pacientes con depresión mayor. Además, analiza el posible efecto moderador que puede tener el que los pacientes elijan uno u otro tipo de tratamiento.

Se sometieron al estudio personas de entre 18 y 65 años con depresión mayor (y sin tratamiento previo) que fueron asignados al azar a 12 semanas de tratamiento bien con escitalopram (10-20 mg/día), duloxetina (30-60 mg/día) o TCC (16 sesiones de 50 minutos de duración). Antes de ser asignados a uno de estos tratamientos, los pacientes manifestaron si preferían la medicación, la TCC o no tenían ninguna preferencia.

Un total de 344 pacientes participaron en el estudio, con una puntuación media en la tabla HAM-D de 19,8. Tras el análisis de los resultados, se comprobó que la media estimada de disminución en la puntuación de Hamilton no difería significativamente entre los diferentes tratamientos (TCC: 10,2; escitalopram: 11,1; duloxetina: 11,2). Del mismo modo se comprobó que los pacientes que recibieron el tratamiento que habían escogido tenían más probabilidades de completar el ensayo, pero no de lograr una remisión.

En definitiva, se ha constatado que las preferencias por un tratamiento que tienen los pacientes no modifican significativamente los síntomas tras someterse al mismo.

Mensajes generales

Para terminar esta anotación me gustaría que tomaran conciencia de los mensajes que la campaña de la OMS pretende hacer llegar a la sociedad. Tomemos conciencia de ellos y apoyemos la investigación científica para que seamos capaces de poner remedio a tanto dolor.

  • La depresión es un trastorno mental común que afecta a personas de todas las edades y condiciones sociales y de todos los países.
  • El riesgo de padecer depresión se ve agravado por la pobreza, el desempleo, acontecimientos vitales como la muerte de un ser querido o la ruptura de una relación, la enfermedad física y los problemas provocados por el alcohol y las drogas.
  • La depresión provoca angustia mental y puede afectar a la capacidad de las personas para llevar a cabo incluso las tareas cotidianas más simples, lo que tiene en ocasiones efectos nefastos sobre las relaciones con los familiares y los amigos.
  • Una depresión no tratada puede impedir que la persona afectada trabaje y participe en la vida familiar y comunitaria.
  • En el peor de los casos, la depresión puede provocar el suicidio.
  • La depresión se puede prevenir y tratar de manera eficaz. El tratamiento suele consistir en terapia de conversación, medicación antidepresiva o una combinación de ambos métodos.
  • La superación de la estigmatización que suele acompañar a la depresión contribuirá a que un número mayor de personas reciba ayuda.
  • Hablar con una persona de su confianza puede ser un primer paso para curarse.

Notas

Artículo
Hablemos de la depresión
Título del artículo
Hablemos de la depresión
Descripción
La Organización Mundial de la Salud, con ocasión de la celebración del Día Mundial de la Salud el próximo 7 de abril, ha decidido dar visibilidad a la depresión para luchar contra el estigma.
Autor
Blog
Afán por saber
Logo

Publicado por José Luis Moreno

Jurista amante de la ciencia y bibliofrénico. Curioso por naturaleza. Desde muy pronto comencé a leer los libros que tenía a mano, obras de Salgari, Verne y Dumas entre otros muchos autores, que hicieron volar mi imaginación. Sin embargo, hubo otros libros que me permitieron descubrir las grandes civilizaciones, la arqueología, la astronomía, el origen del hombre y la evolución de la vida en la Tierra. Estos temas me apasionaron, y desde entonces no ha dejado de crecer mi curiosidad. Ahora realizo un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Málaga donde estudio el derecho a la ciencia recogido en los artículos 20.1.b) y 44.2 CE, profundizando en la limitación que supone la gestión pública de la ciencia por parte del Estado, todo ello con miras a ofrecer propuestas de mejora del sistema de ciencia y tecnología. Socio de número de la AEAC, miembro de AHdC; AEC2, StopFMF y ARP-SAPC

Deja una respuesta