Los científicos y Dios

Ficha Técnica

Título: Los científicos y Dios
Autor: Antonio Fernández-Rañada
Edita: Trotta, Madrid, 2008
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 285 p.
ISBN: 978-84-8164-963-5

 

Aunque los fundadores de la Revolución científica fueron un grupo de pensadores sinceramente creyentes, en el siglo XVIII se inició un proceso de alejamiento entre religión y ciencia, interpretado por algunos como un enfrentamiento inevitable en el que aquélla sería superada por el inmenso poder de ésta. Fruto de una exaltación del reduccionismo científico es la honda fractura que sufre la cultura contemporánea entre quienes pretenden rebajar el papel de la razón y quienes aspiran a revivir con exactitud la pureza de los primeros ideales ilustrados. Sin embargo, en contra de un estereotipo muy extendido, muchos científicos siguieron sintiendo la seducción del enigma de Dios, reflexionando sobre él hasta el punto de elaborar sistemas muy personales de creencias, movidos por el asombro que en ellos producían las leyes de la naturaleza.

Este libro analiza las posturas que mantuvieron ante la idea de Dios y la trascendencia un número de grandes científicos como Faraday, Maxwell, Darwin, Einstein, Planck, Monod, Feynman o Hawking, entre otros. Partiendo de sus testimonios, es posible revisar el problema de las relaciones entre ciencia y religión para conciliar dos necesidades acuciantes: mantener a la razón como un elemento imprescindible para conocer el mundo y resolver sus graves problemas, por un lado, y no olvidarse nunca del sujeto en aras de la objetividad, por el otro.


Genero: ensayo
Subjects: ciencia, religión

1 comentario

Misael Monge Alvarado.

Sí. Creo que desde los hombres primitivos, Dios ha sido manipulado antojadizamente para explicar lo desconocido, con la agravante de que este ha sido el caldo de cultivo para los grandes negocios, explotación de la ignorancia y privilegios sin límite. De ahí que la verdad debe ocupar el lugar que le debemos. Por mucho tiempo la farsa y la hoguera fueron el freno, hoy, por lo menos en Occidente, podemos manifestar nuestros conceptos libremente sin mayores riesgos.

Deja una respuesta