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Shanidar. Nuevas excavaciones, nuevas oportunidades

Shanidar. Nuevas excavaciones, nuevas oportunidades

     Última actualizacón: 11 abril 2020 a las 15:06

Introducción

Hace unas semanas se publicaba un trabajo en la revista Antiquity de la máxima importancia, no solo por los hallazgos que describe y las posibilidades que se anticipan, sino porque supone el retomar la excavación de un yacimiento que se antoja crucial para comprender la evolución de los neandertales y, de paso, de Homo sapiens. Hablamos de la cueva de Shanidar, una gran cavidad kárstica que se eleva unos 750 metros sobre el nivel del mar y situada en la ladera de las montañas Zagros del Kurdistán iraquí.

Figura 1. Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’»

Las primeras excavaciones se desarrollaron durante cuatro campañas entre 1951 y 1960 por el equipo encabezado por Ralph Solecki. Solecki y sus colaboradores (entre los que destacaban el Dr. Muzaffer Şenyürek y el Dr. T. Dale Stewart) comenzaron los trabajos abriendo una zanja de unos 20 metros de largo por 6 de ancho en el centro de la cueva. En el punto más profundo se llegaron a alcanzar los 14 metros bajo el nivel del suelo. Conforme avanzaban los trabajos, Solecki se hizo una idea de cómo se había formado el yacimiento y estableció cinco capas estratigráficas. La más superior (nivel A) incluía materiales desde el Neolítico hasta el presente. El hallazgo más importante se produjo en el nivel D, de unos 8,5 metros de espesor, donde el equipo desenterró los huesos de 9 neandertales, entre los que se incluían hombres, mujeres y dos niños (desde esqueletos casi completos a algunos pocos huesos de las extremidades).

Solecki concluyó que, mientras algunos de esos individuos habían muerto tras el derrumbe del techo de la cueva, otros cuatro habían sido «enterrados» siguiendo algún tipo de «ritual funerario». Esta noticia tuvo un enorme impacto ya que hasta ese momento la mayoría de los fósiles recuperados en contextos musterienses eran huesos aislados o restos fragmentarios, por lo que la posibilidad de recuperar esqueletos en articulación anatómica sería un indicio muy prometedor de que se había llevado a cabo algún tipo de «enterramiento».

Y eso fue precisamente lo que hallaron. Los restos que acapararon la atención de la comunidad científica se identificaron como Shanidar 4. Se trataba del esqueleto casi completo de un neandertal adulto en posición fetal. Por si eso fuera poco, al limpiar el sustrato que lo rodeaba, los investigadores encontraron los restos fragmentados de otro individuo (catalogado como Shanidar 6).

Ante esta situación, el equipo tomó una decisión que hoy se calificaría, siendo bondadosos, como desafortunada 1. En lugar de retirar cuidadosamente y poco a poco los huesos y descender en la unidad estratigráfica lentamente, acordaron «cortar» un solo bloque del terreno y llevarlo fuera de la cueva.

Este bloque, con unas dimensiones aproximadas de un metro cuadrado de superficie y medio metro de profundidad, se protegió con yeso y madera. El bloque se llevó al Museo de Bagdad para su estudio (llevado a cabo en 1962), durante el que se pudo comprobar que al menos había huesos pertenecientes a tres adultos (identificados como Shanidar 4, 6 y 8), junto con algunas vértebras de un niño (Shanidar 9). Shanidar 6 en realidad podían ser dos individuos, por lo que se catalogaron como Shanidar 6-7 2.

Smithsonian Institution: series 1.7 photographs and slides 1950– 2017, box 59, folder ‘shanidar 4 flower burial’, Ralph S. and Rose L. Solecki papers, National Anthropological Archives.

Debido a los daños causados en el bloque durante su transporte –se hizo en el techo de un taxi– las relaciones estratigráficas precisas entre los distintos individuos se desconocen. De lo que no hay duda es que Shanidar 4 se encontraba encima de los demás. Parecía que el niño (Shanidar 9) se había depositado en primer lugar (y por lo tanto, estaba en la base del bloque) y encima se habían «depositado» dos mujeres. Por último se colocó al varón (Shanidar 4) que, según escribió Solecki, era «evidentemente» un hombre «importante» 3.

Tras el estudio del conjunto, los investigadores concluyeron que, o bien todos habían muerto al mismo tiempo y fueron enterrados en el mismo lugar; o bien los neandertales habían vuelto al mismo lugar para depositar los cuerpos en diferentes épocas.

Como parte del proceso de la investigación, Solecki tomó muestras del suelo alrededor de Shanidar 4 que envió a Arlette Leroi-Gourhan, palinóloga, para que realizara un análisis más detallado, resultando que dos de las muestras contenían restos de polen en una abundancia mucho mayor que el resto de sedimento. Ese hallazgo no tenía precedentes y los investigadores asumieron que estábamos ante un enterramiento en el que se habían depositado flores. Era, según informó Solecki, una nueva dimensión en la «humanidad» de los neandertales, una muestra de que tenían «alma» 4.

Las críticas a este planteamiento no se hicieron esperar. En el fondo subyacía una idea muy arraigada en aquel momento: los neandertales no poseían la capacidad simbólica de nuestra especie, eran «inferiores» culturalmente hablando, por lo que era impensable que Shanidar 4 hubiera sido enterrado de forma intencionada con una ofrenda floral. Mientras que Leroi-Gourhan defendía que la flores no habían sido introducidas de forma accidental o natural, sino que se trataba de ofrendas colocadas expresamente en la tumba; otros investigadores como Robert Gargett y Jeffrey Sommer argumentaron que había otras explicaciones más plausibles: el polen se había introducido por los propios trabajadores de la excavación, o por medio de un roedor que acostumbra a acumular semillas y flores en sus madrigueras. El debate continúa hoy en día.

Ralph Solecki no volvió a excavar en Shanidar. Pese a que intentó reanudar los trabajos varias veces tras la última campaña de 1960, la inestabilidad política impidió cualquier intervención; y la excavación, completamente descuidada, se llenó de escombros.

El nuevo estudio

En 2011, el gobierno regional Kurdo invitó al Dr. Graeme Barker, del Instituto McDonald de Arqueología de Cambridge, a reanudar las excavaciones en Shanidar. Barker aceptó encantado la proposición ya que suponía la oportunidad de volver a un yacimiento que ya era mítico, y comenzó los preparativos de una misión de por sí bastante complicada dada la situación que vivía Irak 5. Emma Pomeroy, autora principal del artículo que ahora comentamos, ha participado en los trabajos como la paleoantropóloga del equipo.

La nueva campaña de excavación comenzó en 2014, aunque solo dos días después de la llegada de los investigadores tuvieron que abandonar la región por las serias amenazas del ISIS. Los trabajos, una vez pasado el peligro, se retomaron en 2015.

El objetivo del nuevo proyecto de excavaciones en Shanidar era tratar de resolver algunas de las preguntas que habían quedado sin responder por Solecki: obtener una datación precisa de los neandertales, establecer con certeza su contexto estratigráfico y, como no podía ser de otra forma, determinar la naturaleza de la actividad mortuoria asociada con la posición de los cuerpos.

Para lograr ese objetivo, los investigadores se propusieron realizar un trabajo minucioso en los márgenes de la zanja original y obtener de esta forma muestras del suelo para establecer el contexto cronológico, paleoclimático, paleoecológico y cultural de los hallazgos de Solecki. La obvia ventaja es que para ello se contaría con el amplio abanico de técnicas modernas de las que dispone la ciencia arqueológica, y que Solecki no podía siquiera imaginar en su época.

Para sorpresa de todos, en 2016 —durante el trabajo inicial de limpieza y acondicionamiento— los investigadores se toparon con una costilla, una vértebra lumbar y algunos huesos de la mano que sobresalían de la pared vertical. La temporada de excavación llegaba a su fin, así que aseguraron la zona para continuar los trabajos al año siguiente. De esta forma, en 2017 comenzó la tarea de retirar lentamente los metros de roca y sedimentos que cubrían la zona. Entre 2018 y 2019 los trabajos dieron su fruto y se halló un cráneo casi completo aunque completamente aplastado por el sedimento que se había depositado durante miles de años. También aparecieron casi todos los huesos del esqueleto hasta la cintura. Estábamos por tanto ante el primer esqueleto neandertal articulado que se recuperaba en casi 25 años.

Figura 2. Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’».

Uno de los problemas con los que se han topado los investigadores es que la consistencia de los huesos era como la de una galleta mojada en leche. Para poder retirarlos aplicaron un consolidante similar al pegamento, antes de que las secciones se extrajeran y se envolvieran en papel de aluminio. Esto implicaba realizar un meticuloso y tremendamente lento trabajo de limpieza del sedimento. El calor y la humedad en la zanja no ayudaron a que el proceso fuera cómodo.

Aunque la labor de los científicos no se limitó a extraer los huesos. El sedimento que los rodeaba se llevó al campamento base donde se lavó y analizó en busca de cualquier pequeño fragmento que hubiera podido pasar desapercibido (en este tipo de excavaciones se recoge y etiqueta todo lo que tenga un tamaño mayor de dos milímetros).

Los nuevos restos recuperados están ubicados muy cerca del bloque de sedimento que Solecki extrajo y donde se había recuperado a Shanidar 4. Precisamente, esa forma un tanto «burda» de retirar los restos seguramente fue la que provocó el corte por la cintura del esqueleto que ahora se ha descuberto. De hecho, Solecki indicaba en sus notas de campo que había algunos huesos que sobresalían del bloque cuando lo sacaron del yacimiento.

Por lo tanto, parece que ahora podemos contemplar la parte superior del cuerpo de Shanidar 6, aunque hasta que no se lleve a cabo un estudio más detallado, los investigadores han etiquetado estos huesos como «Shanidar Z».

Figura 4. Fotografía del lugar donde se recuperó el esqueleto Shanidar 4 en 1960 (c); y en la actualidad (b). Ralph Solecki aparece en la fotografía (c) a la izquierda en primer plano, Thomas Dale Stewart detrás de él, y Jacques Bordaz en la parte posterior derecha (no hay datos de la cuarta persona).
Detalles: con un (1) se identifica la losa vertical, las rocas caídas (2), el hueco parcialmente cubierto de brechas (3) y una piedra triangular (4).
Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’»
Figura 5. Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’».

Aunque el esqueleto se ha excavado solo parcialmente, el equipo de Barker ofrece una primera interpretación de la posición del cuerpo. El individuo estaba tumbado de espaldas con la cabeza descansando sobre la mano izquierda. La piedra triangular que vemos identificada en las fotografías superiores con el número 4 estaría colocada detrás de la cabeza y el hombro izquierdo.

Se desconoce la postura de los miembros inferiores, que pueden ser los que ahora conocemos como Shanidar 6 como hemos indicado antes; o bien permanecer aún en los sedimentos que no se han excavado todavía.

Figura 8. Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’».

Decir que estamos ante un «cementerio», o que hemos localizado una «tumba», es bastante problemático ya que en realidad no tenemos forma de asegurar si los neandertales cavaban agujeros para sus muertos y después los cubrían de tierra. Por lo tanto, sería más adecuado emplear términos como «comportamiento mortuorio».

Pomeroy señala en el artículo que los primeros indicios confirman que algunos de los cuerpos fueron depositados en cavidades naturales en el suelo de la cueva, pero que también ha habido una «excavación intencionada» alrededor de los cuerpos. Podemos estar ante una actividad meramente «práctica» (no querrías tener un cuerpo descomponiéndose en el suelo de la cueva donde estás viviendo), aunque reconoce que debemos ser cautos a la hora de hacer este tipo de interpretaciones.

En lo tocante a Shanidar Z hay pocas dudas acerca de que el cuerpo ha sido «colocado» intencionadamente, ya que los sedimentos así lo atestiguan. Las observaciones estratigráficas, el hecho de haber recuperado los huesos en articulación, la presencia de varios individuos en un espacio (tanto vertical como horizontal) muy reducido, apuntan a que estamos ante un enterramiento intencionado. Además, la asociación de la piedra triangular con los huesos, la propia forma de esa piedra y que es muy diferente del resto de rocas recuperadas en el yacimiento, sugiere que fue colocada en el momento en que se llevó a cabo el enterramiento.

Sin embargo, como indica Christopher Hunt, uno de los arqueólogos del equipo, demostrar que estamos ante algún tipo de «ritual» es casi imposible. Además, dado que los cuerpos no estaban al mismo nivel geológico, probablemente no fueron depositados al mismo tiempo; aunque esto apuntaría a alguna forma de «intencionalidad» o «memoria grupal» ya que los neandertales regresaron al mismo lugar durante generaciones para depositar los cuerpos.

Sabemos que grupos de neandertales vivieron diseminados por Europa y Oriente Próximo y que prosperaron durante miles de años sin mostrar una única forma enfrentarse a la muerte. Barker afirma que «entre arrojar un cuerpo a un agujero, y realizar una actividad funeraria elaborada que incluya elementos como flores, hay una amplia gama de posibilidades».

Otro detalle interesante y que anticipa futuros debates es que se han recuperado fragmentos de tejidos vegetales y material fosfático junto al esqueleto —así como posibles restos de polen—. Se están llevando a cabo análisis más profundos de estos elementos dada la importancia de la controversia acerca de las flores asociadas con Shanidar 4.

Por último, y bajo mi punto de vista quizás lo más interesante, se ha recuperado el hueso petroso completamente intacto de Shanidar Z. Se trata de uno de los huesos más densos del cuerpo y, por tanto, un «santo grial» para los paleogenetistas ya que puede conservar moléculas de ADN durante milenios. Ahora mismo contamos con ADN antiguo de los neandertales del norte, donde los ambientes húmedos ayudan a preservar el ADN, por eso es tan importante este hallazgo que permitirá el estudio —al menos eso esperan— del ADN de los neandertales que vivían en ambientes más cálidos. Además, se trata de una región donde es más probable que tuviera lugar el entrecruzamiento con los seres humanos modernos que salieron de África.

Ralph Solecki murió en marzo de 2019 a la edad de 101 años. Barker y su equipo le mantuvo puntualmente informado de los diferentes descubrimientos y manifestó su entusiasmo ante los avances que se estaban realizando. Espero que en los próximos meses haya más noticias que ayuden a profundizar nuestro conocimiento sobre el mundo neandertal.

Información adicional

Bibliografía

Cameron, D. W. y Groves, C. P. (2004), Bones, stones, and molecules: «out of Africa» and human origins. Burlington: Elsevier Academic Press, xi, 402 p.

Cela-Conde, C. J. y Ayala, F. J. (2007), Human evolution: trails from the past. Oxford: Oxford University Press, vii, 437 p.

Cela-Conde, C. J. y Ayala, F. J. (2013), Evolución humana: el camino de nuestra especie. Madrid: Alianza Editorial, 802 p.

Culotta, E. «New remains discovered at site of famous Neanderthal ‘flower burial’», [en línea], consultado el 22/01/2019. <https://www.sciencemag.org/news/2019/01/new-remains-discovered-site-famous-neanderthal-flower-burial>

Delson, E. (2000), Encyclopedia of human evolution and prehistory. New York; London: Garland Publishing, xiv, 753 p.

Gargett, R. H., et al. (1989), «Grave shortcomings: The Evidence for Neandertal burial [and comments and reply]«. Current Anthropology, vol. 30, núm. 2, p. 157-190.

Pomeroy, E., et al. (2020), «New Neanderthal remains associated with the ‘flower burial’ at Shanidar Cave«. Antiquity, vol. 94, núm. 373, p. 11-26.

Leroi-Gourhan, A. (1975), «The flowers found with Shanidar IV, a Neanderthal burial in Iraq». Science, vol. 190, núm. 4214, p. 562-564.

Solecki, R. S. (1971), Shanidar. The first flower people. New York: Knopf, 290 p.

Solecki, R. S. (1975), «Shanidar IV, a Neanderthal flower burial in northern Iraq«. Science, vol. 190, núm. 4217, p. 880-881.

Sommer, J. D. (1999), «The Shanidar IV ‘Flower Burial’: a re-evaluation of neanderthal burial ritual«. Cambridge Archaeological Journal, vol. 9, núm. 1, p. 127-129.

Trinkaus, E. (1983), The Shanidar Neandertals. New York; London: Academic Press, 502 p.

Notas

  1. Aunque hemos de tener en cuenta tanto la capacidad técnica como los medios con que se contaba en aquella época.
  2. La numeración de los restos ha sido un poco confusa. Erik Trinkaus, en su monografía sobre los neandertales de Shanidar, aclara esta situación de la siguiente manera: Shanidar I-VI se convierten en Shanidar 1-6; los restos simplemente catalogados como «niño Shanidar» (el primer niño) se convierte en Shanidar 7; Shanidar VII, tal y como había sido identificado por Steart y Solecki, se convierte en Shanidar 8; mientras que Shanidar VIII (el segundo niño) se convierte en Shanidar 9.
  3. Solecki, R. S. (1975), «Shanidar IV, a Neanderthal flower burial in northern Iraq», p. 880
  4. Solecki, R. S. (1975), «Shanidar IV, a Neanderthal flower burial in northern Iraq», p. 880
  5. Recordemos que por aquel entonces, tras la retirada de las tropas estadounidenses, la insurgencia irakí comenzó su campaña violenta.
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Siete días … 4 a 10 de julio (neandertales y evangelios)

Siete días … 4 a 10 de julio (neandertales y evangelios)

     Última actualizacón: 17 septiembre 2017 a las 15:53

 

 

NOTICIAS CIENTÍFICAS

Restos de Neandertales

Restos de Neandertales analizados en el estudio

El primer estudio que quiero comentar esta semana es un trabajo publicado en Nature Scientific Reports por un amplio grupo de científicos encabezado por Helene Rugie, donde se analizan un total de 99 restos de neandertales hallados en la cueva de Goyet en Bélgica.

La principal conclusión tras estudiar los huesos es la confirmación de que los neandertales realizaban prácticas caníbales. Este comportamiento ya se había documentado antes (aquí en España hay varios yacimientos bien documentados), pero nunca se habían localizado cinco de estos individuos tan al norte de Europa.

Referencia:

Papiro

Papiro conocido como el «evangelio de la esposa de Jesús»

La otra noticia relevante tiene que ver con un asunto que acaparó mucha atención mediática. Me refiero a la presentación por Karen King, una profesora de la Harvard Divinity School del que se ha conocido como «evangelio de la esposa de Jesús».

Ahora, un artículo publicado en The Atlantic analiza en profundidad el origen del papiro, la cadena de propietarios que lo han poseído y ha desvelado lo que muchos ya sospechaban, que es una falsificación.

Referencias:

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El sacrificio humano como forma de control social

El sacrificio humano como forma de control social

     Última actualizacón: 17 septiembre 2017 a las 15:37

Cuando hablamos de sacrificios humanos, seguro que les viene a la mente la imagen de un sacerdote maya o azteca sosteniendo en sus manos el corazón aún palpitante de un pobre muchacho. No en balde, Octavio Paz, en su ensayo titulado «Voluntad de forma» ya nos advertía que «[…] el fundamento de la religión mesoamericana, su mito fundador y el eje de sus cosmogonías y de su ética, era el sacrificio: los dioses se sacrificaban para salvar al mundo y los hombres pagan con su vida el sacrificio divino”.

Sacrificio humano mesoamerica - Códice Tudela

Sacrificio humano mesoamerica. Códice Tudela. CC

Sin embargo, podemos encontrar pruebas de sacrificios humanos en muchos otros lugares. Han quedado huellas en el registro arqueológico de las primeras civilizaciones, en los registros etnográficos de las culturas indígenas de todo el mundo, así como en los textos sagrados de gran parte de las religiones contemporáneas.

Buscando una explicación para esta conducta, algunos sociólogos como Émile Durkheim, Robertson Smith y Edward Evans-Pritchard, sostuvieron que el sacrificio humano —entendido como la eliminación deliberada y ritualizada de un individuo con el fin de agradar o aplacar a seres sobrenaturales— tenía como función básica fortalecer los lazos de solidaridad de un pueblo. Sería un mecanismo para afianzar la cohesión de la comunidad y garantizar el mantenimiento del grupo social, legitimando la autoridad política y el propio sistema de clases: de ahí que los sacrificios se repitan de forma constante, que la celebración del ritual suponga una importante inversión de trabajo colectivo, y la obligación de que todos los miembros del grupo participen.

Por otro lado, desde la antropología se ha visto como un mecanismo de catarsis social, una manera de justificar los conflictos políticos y la lucha por los medios de subsistencia. Cuando el sacrificio se combinaba con el canibalismo, se explicaba como un medio para superar la escasez de proteínas.

En definitiva, los investigadores han sostenido que los sacrificios humanos permitirían legitimar las diferencias de poder basadas en las clases sociales. No habría contestación por parte del resto de la sociedad porque la decisión de las élites de eliminar una vida tendría su justificación en el mundo sobrenatural, vendría impuesta por la autoridad divina. Recordemos que la estratificación social ha sido una de las primeras formas de dirección institucionalizada que surge en los diferentes grupos humanos, dando lugar a los reinos, las monarquías y los estados políticos modernos.

Sacrificio hawaiano. Jacques Arago. CC

Sacrificio hawaiano. Jacques Arago. CC

Sin embargo, los apoyos a esta hipótesis se limitan en gran medida a anécdotas históricas y tradiciones orales que no se han sometido a un análisis cuantitativo riguroso. Para tratar de ofrecer una imagen más real de esta conducta se ha publicado un estudio que ha puesto a prueba esta hipótesis del control social empleando métodos bayesianos (un tipo de inferencia estadística) a una muestra de 93 culturas austronesias (Los austronesios son un grupo de pueblos presentes en Oceanía y el Sureste Asiático que hablan, o cuyos antepasados hablaban, alguna de las lenguas austronesias. Estos pueblos son originarios de la isla de Taiwán e incluyen a los malayo-polinesios que se expandieron por toda Oceanía, excepto Australia, además de Madagascar).

La conclusión a la que han llegado los investigadores es que los sacrificios humanos fueron una herramienta utilizada para mantener la estratificación social una vez que el grupo social ya había alcanzado ese nivel de jerarquización. Es decir, más que propiciar la estratificación de las sociedades, la ritualización de los sacrificios humanos habría ayudado a estabilizar y mantener esos sistemas de clases una vez que éstos habían surgido con anterioridad.

Los datos

Para este estudio, los investigadores han empleado los datos contenidos en la base de datos Pulotu (Pulotu significa “morada de los dioses”), un reservorio de información acerca de las creencias y prácticas religiosas de las culturas austronesias (entendiendo “cultura” como el conjunto de tradiciones que son características de un determinado grupo de personas, o, a la inversa, el grupo de personas que se caracterizan por un conjunto particular de tradiciones). Esta base de datos analiza las distintas culturas considerando 62 variables, de las cuales 17 están relacionadas con las creencias religiosas, 4 con la práctica religiosa, 10 tienen que ver con el entorno social y 12 con el medio físico. Este conjunto de variables se divide en tres secciones principales en función de distintos períodos de tiempo: la primera y más grande es la sección “estado tradicional” que contiene información sobre cada cultura  antes de la modernización, la segunda sección cubre el momento en que se produjo el contacto con el “mundo moderno” y, por último, la tercera sección documenta el estado actual de cada cultura.

Distribución geográfica de las culturas incluidas en la base de datos Pulotu.

Distribución geográfica de las culturas incluidas en la base de datos Pulotu.


Antes de analizar con más detalle las conclusiones del estudio es necesario que tengamos claros algunos conceptos:

  • Se entienden por austronesios los pueblos que históricamente han hablado lenguas austronesias, es decir, que el criterio de inclusión para la investigación viene referido al origen común de los distintos idiomas y dialectos.
  • Se define el ritual como una secuencia o conjunto de acciones llevadas a cabo en la forma prescrita por la tradición. Además, la explicación causal o la justificación para ese comportamiento es opaca o afecta a las fuerzas sobrenaturales.

El análisis

Desde hace décadas los antropólogos han considerado las culturas austronesias como un laboratorio natural debido tanto a la diversidad de ambientes que habitan (desde diminutos atolones a continentes) como a la riqueza de sus caracteres culturales (sus estructuras sociales abarcan desde pequeñas sociedades igualitarias basadas en el parentesco, a entidades políticas más grandes y complejas como las de los hawaianos). Desde su tierra ancestral en Taiwán, los pueblos austronesias se extendieron hacia el oeste llegando a Madagascar; al este hasta la isla de Pascua (Rapa Nui); y hacia el sur hasta Nueva Zelanda.

Lo que han hecho los investigadores con este trabajo ha sido registrar la existencia o no de sacrificios humanos en cada una de las 93 culturas sometidas a estudio, catalogando su nivel de estratificación social según el siguiente esquema:

  • Las culturas que carecían de diferencias en riqueza o estatus de sus miembros se han definido como sin estratificación social y se han codificado como igualitarias.
  • Se han considerado moderadamente estratificadas aquellas culturas que presentaban diferencias en la riqueza y posición social, pero existía la posibilidad de cambiar la situación en el lapso de una generación.
  • Por último, las culturas se codificaron como muy estratificadas si presentaban diferencias en la riqueza y posición social, habiendo pocas o ninguna posibilidad de cambio de estado dentro de una generación.

Como hemos adelantado, la hipótesis del control social predice que la existencia de este tipo de rituales (que incluyen sacrificios humanos) en las diferentes culturas coevolucionan con la estratificación social, es decir, a mayor estratificación social, más sacrificios. Así, aumenta la posibilidad de que una cultura incremente su estratificación social, al tiempo que reduce la posibilidad de que se abandone la estratificación social por una sociedad más igualitaria una vez que ha aquélla ha aparecido.

En este trabajo se han realizado dos series de análisis: el primero ha consistido en estudiar los efectos de los sacrificios humanos en la evolución en general de la estratificación social en cada cultura; mientras que el segundo se ha centrado en determinar los efectos que esos sacrificios han tenido en la evolución de una alta estratificación social.

Tras estudiar los datos, los investigadores comprobaron que tanto la presencia de una sociedad estratificada, como la práctica del ritual del sacrificio humano, variaban de forma importante entre las diferentes regiones geográficas y los distintos grupos culturales. Se hallaron pruebas de sacrificios humanos en 40 de las 93 culturas incluidas en la muestra (lo que supone un 43%). Los sacrificios humanos se practicaban en 5 de las 20 sociedades que fueron calificadas como igualitarias (25%); en 17 de las 46 sociedades moderadamente estratificadas (37%); y en 18 de las 27 sociedades muy estratificadas (67%).

En la primera serie de análisis se agruparon los resultados de las sociedades moderada y altamente estratificadas. Para comprobar si había existido una evolución conjunta de la práctica de sacrificios humanos y la estratificación social, se comparó la distribución posterior entre dos modelos: uno en el que el sacrificio humano y la estratificación social evolucionaban de forma independiente; y otro en el que ambos rasgos evolucionaban conjuntamente. De esta manera, la probabilidad de cambio en un rasgo se hacía depender del valor del otro rasgo. Acto seguido llevaron a cabo dos análisis más para comprobar si el sacrificio humano había servido para dirigir y estabilizar la evolución de la estratificación social tal y como ha venido propugnando la hipótesis del control social.

En conjunto, los resultados indican que el sacrificio humano jugó un papel fundamental en el origen y el mantenimiento de las sociedades estratificadas. Aunque el sacrificio humano se practicaba en la mayoría de las sociedades calificadas como muy estratificadas, era escaso en las sociedades igualitarias, apareciendo una correlación entre ambos, es decir, que el efecto dependía del nivel de estratificación.

En concreto, la práctica de sacrificios humanos aumentó considerablemente la estratificación social, al tiempo que sirvió para mantenerla (estabilizarla en el tiempo). Por el contrario, la práctica de este ritual no sirvió para aumentar la estratificación social en aquellas sociedades que eran igualitarias. Esta imagen tiene su apoyo en diferentes relatos históricos que ya apuntaban que para que el sacrificio humano pudiera ser explotado por las élites como mecanismo de control social, primero tenía que haber élites sociales, es decir, que la sociedad ya debía estar estratificada.

Esta investigación indica además que mientras que la desigualdad social puede fomentar la toma de decisiones colectivas y la eficiencia, las jerarquías de poder se vuelven inestables cuando carecen de un estatus sancionador. En este sentido, en las culturas austronesias se utilizó el sacrificio humano como castigo por violaciones de los tabúes, como medio para desmoralizar a las clases bajas, para marcar los límites entre las diferentes clases sociales y, por supuesto, para infundir miedo hacia las élites. Vemos por tanto una amplia gama de posibles mecanismos para el mantenimiento y la construcción del control social.

Y si bien hay muchos factores que pueden servir para crear y mantener una estratificación social, los sacrificios humanos son un medio particularmente eficaz de control social porque minimiza las posibles represalias por la muerte de la víctima: recordemos que el propio ritual lleva a la sociedad al convencimiento de que la responsabilidad última de lo sucedido debe atribuirse al mundo sobrenatural.

James Cook es testgio de un sacrificio humano en Taihiti (en la isla de Otaheite) en 1773. CC

James Cook es testigo de un sacrificio humano en Taihiti (en la isla de Otaheite) en 1773. CC

Conclusión

Desde hace tiempo se afirma que la religión juega un papel funcional en la sociedad y que ha sido un motor clave de la moralidad y la cooperación. Así, las actuales teorías evolutivas de la religión se han centrado en el potencial de las creencias religiosas como mecanismo para aumentar la cooperación entre los individuos. Sin embargo, las conclusiones de este nuevo estudio sugieren que los rituales religiosos desempeñaron un papel más oscuro en la evolución de las sociedades complejas: en las culturas austronesias había una importante superposición entre la política y la religión, donde el sacrificio humano se utilizó por las élites como un medio de control social sancionado por la divinidad.

Por desagradable que pueda parecer, los sacrificios humanos fueron una fuerza motriz que predispuso a las sociedades para aceptar la existencia de clases, para admitir una fuerte estratificación social. La práctica de este ritual ayudó a los seres humanos en la transición de los pequeños grupos igualitarios de nuestros antepasados, a las grandes sociedades estratificadas en las que vivimos hoy en día.

 

Referencias

Paz, Octavio (1991), Voluntad de forma. En México. Esplendores de treinta siglos, Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, pp. 3-37

Watts, J., et al. (2015), «Pulotu: database of austronesian supernatural beliefs and practices«. PLoS ONE, vol. 10, núm. 9, p. e0136783. (Con acceso al artículo)

Watts, J., et al. (2016), «Ritual human sacrifice promoted and sustained the evolution of stratified societies«. Nature, vol. 532, núm. 7598, p. 228-231.

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