Musterienses

¿Los Neandertales sabían navegar?

¿Los Neandertales sabían navegar?

     Última actualizacón: 29 marzo 2019 a las 11:51

Hoy en día tenemos bastante claro que nuestros parientes neandertales no eran los tipos rudos sin cerebro que aparecían en las ilustraciones de los antiguos libros que hablaban sobre la evolución humana. Mucho ha avanzado la paleoantropología desde entonces, pero aún hoy se plantean interesantes hipótesis acerca de su comportamiento y desarrollo cultural.

En este sentido, hace unos días conocimos la noticia (aún no se ha publicado el necesario artículo científico) de que se habían encontrado varias puntas de lanza de la cultura Musteriense en el yacimiento arqueológico de Stélida, en la isla griega de Naxos.

La importancia de este hallazgo radica en que este tipo de herramientas líticas se han asociado en la Grecia continental con los neandertales y Homo heidelbergensis, lo que vendría a cuestionar lo que sabíamos acerca de la colonización de esta región del Egeo: que un grupo de agricultores llegó a las islas hace aproximadamente 9.000 años, es decir, en plena transición al Neolítico. Este descubrimiento, de confirmarse, daría un vuelco a esta cuestión ya que significaría que los primeros en llegar a Naxos fueron bien neandertales o sus antepasados ​​probables Homo heidelbergensis, o tal vez incluso Homo erectus. Además de la cuestión de la antigüedad del asentamiento, se abren otros interrogantes como por ejemplo saber cómo llegaron los colonizadores a la isla, ¿pudieron estos homininos haber viajado en barco?

Yacimiento de Stélida visto desde el norte (cortesía de D. Depnering).

Los arqueólogos han considerado tradicionalmente que sólo los seres humanos que habían dado el salto del modo de vida de subsistencia –que caracteriza a los cazadores recolectores– a la agricultura y ganadería organizadas podrían haber logrado dominar la variedad de recursos y técnicas necesarios para realizar viajes por mar (recorrer una distancia importante por mar requiere la fabricación de herramientas y la cooperación necesarias para construir una embarcación, el conocimiento de las técnicas de navegación para pilotarla y, bajo mi punto de vista, lo más importante, el plantearse siquiera la necesidad el viaje).

Este reciente hallazgo, unido al descubrimiento de puntas de lanza similares en las islas de Zakynthos, Lefkada y Kefalonia – publicado en 2012 en el Journal of Archaeological Science1– son para algunos una prueba clara de que los orígenes de la navegación en el Mediterráneo preceden con mucho a la llegada de Homo sapiens a las islas. En apoyo a esta hipótesis se citan además los datos recientemente publicados acerca de la antigüedad del yacimiento de Liang Bua, que sitúan a Homo floresiensis en Indonesia hace entre 190.000 y 50.000 años 2 (y, por tanto, asocian a este ancestro con el conocimiento forzoso de las técnicas de navegación).

Pero otros, en cambio, sostienen que la isla de Flores pudo ofrecer un acceso más fácil desde el continente debido al descenso del nivel del mar en aquella época. Los detractores de aquélla hipótesis argumentan que el hecho de que hayamos analizado algunas “excursiones” al azar en Indonesia y el Egeo no demuestra la existencia de viajes deliberados por mar (a diferencia de lo que hemos podido constatar acerca de la colonización del continente americano). Además, es necesario explicar por qué los artefactos paleolíticos en el Egeo son tan escasos: milenios de habitación humana deberían haber dejado un registro más indeleble (aunque la causa de esta situación puede deberse a que la mayoría de los investigadores de la región son especialistas en las culturas que produjeron las exquisitas figuras de marfil y alfarería del Neolítico, y carecen de los conocimientos y el entrenamiento necesario para reconocer un yacimientos de lascas y piedras rotas –industria lítica en definitiva– que pueden confundirse fácilmente con material de desecho).

Modelos en 3D de los niveles de la costa en las islas jónicas. P: Peloponeso, AA: Aetolo-Akarnania, IZ: Zakynthos, IK: Kefallinia, IL: Lefkada. Tomado de Ferentinos, G., et al. (2012), «Early seafaring activity in the southern Ionian Islands, Mediterranean Sea». Journal of Archaeological Science, vol.39, núm. 7, p. 2167-2176.

Como decimos, será necesario contar con todos los datos para poder ofrecer una respuesta a la cuestión de si los neandertales eran capaces de navegar. Por lo pronto, sabemos que el equipo de arqueólogos está empleando la técnica de luminiscencia estimulada ópticamentepara determinar la cantidad de tiempo transcurrido desde que los granos del mineral sedimentario fueron expuestos a la luz por última vez. A diferencia de la más conocida datación por radiocarbono, la luminiscencia estimulada ópticamente trabaja en depósitos de suelo extremadamente antiguos aunque tarda meses en procesarse. Los primeros resultados de laboratorio han fechado algunos de los artefactos de Stelida hace al menos 50.000 años, pero el equipo todavía está esperando los resultados de las capas inferiores del yacimiento que permitirá la datación de las herramientas Musterienses que tanta importancia han despertado.

Estaremos atentos a los resultados de estos trabajos.

Notas

  1.  Ferentinos, G., et al. (2012), «Early seafaring activity in the southern Ionian Islands, Mediterranean Sea». Journal of Archaeological Science, vol.39, núm. 7, p. 2167-2176.
  2. Sutikna, T., et al. (2016), «Revised stratigraphy and chronology for Homo floresiensis at Liang Bua in Indonesia«. Nature, vol. 532, núm. 7599, p. 366-369.
Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, 0 comentarios
¿Dónde y cuándo desaparecieron los Neandertales?

¿Dónde y cuándo desaparecieron los Neandertales?

     Última actualizacón: 17 marzo 2018 a las 17:27

Hace tiempo que hemos superado el estereotipo que presentaba a los Neandertales como unos cavernícolas brutos y estúpidos. Las investigaciones de los últimos años han puesto de manifiesto que nuestros antepasados desarrollaron lo que se ha venido en llamar pensamiento complejo: enterraban a sus congéneres siguiendo un ritual funerario; decoraban su cuerpo con pinturas de diversos colores (rojo y negro sobre todo); utilizaban adornos en las muñecas, collares e, incluso, se ha planteado la hipótesis de que utilizaban cintas, plumas y garras de águilas con el objetivo de realzar su aspecto de la misma forma en que lo han venido haciendo los nativos americanos. Además, estudios recientes confirman que poseían las adaptaciones necesarias para el habla ­—aunque no se ha podido verificar aún que hubieran desarrollado un lenguaje para comunicarse—.

Tras décadas de avances en la comprensión de estos parientes en nuestro árbol evolutivo (recordemos que en 2010 se presentó el borrador de su genoma), hay varias cuestiones que todavía necesitan una respuesta: ¿cuándo se extinguieron? ¿Cuál fue el último lugar donde habitaron? Y no menos importante, ¿cuál fue la causa de su desaparición?

En los círculos académicos se vienen planteando dos teorías contrapuestas que tratan de responder estos interrogantes: la primera sostiene que los Neandertales constituían una variante arcaica de nuestra especie y que fue asimilada por las poblaciones de Homo sapiens que llegaron al continente euroasiático provenientes de África. La otra teoría defiende en cambio que los Neandertales formaban una especie genuina, y que los humanos anatómicamente modernos (AMHs por sus siglas en inglés) provocaron su desaparición al expandirse y ocupar el territorio Neandertal.

Los primeros estudios que analizaron el ADN Neandertal rechazaron la posibilidad de una hibridación entre los Neandertales y los humanos anatómicamente modernos. De esta forma ganaba peso la hipótesis de quienes afirmaban que el “choque” tecnológico y cultural entre ambos grupos fue el detonante de la extinción de los primeros. Por lo tanto, no hubo un contacto pacífico.

Por otro lado, las dataciones cada vez más precisas de los diferentes yacimientos arqueológicos permitían sostener que tras la llegada de Homo sapiens a Europa hace unos 40.000 años, los Neandertales no desaparecieron bruscamente, sino que sobrevivieron durante más de 15.000 años en distintas regiones. ¿Qué postura tomar ante estas pruebas en principio contradictoras? ¿Estamos frente a un callejón sin salida?

En realidad no todo son controversias. En lo que sí están de acuerdo la mayoría de los científicos es en que la causa final de la extinción de los Neandertales, y los factores precisos que condujeron a su desaparición pudieron variar de un lugar a otro (en algunos casos pudo ser la enfermedad, en otros la falta de alimentos o incluso la endogamia por la reducción de las poblaciones).

En cualquier caso, podemos resumir los planteamientos actuales en las dos siguientes hipótesis:

La principal causa de la desaparición de los Neandertales está relacionada con el cambio climático.

Hace alrededor de 55.000 años, el clima de Eurasia empezó a fluctuar de frío a templado y a la inversa en cuestión de unas pocas decenas de años. Durante las olas de frío, en la mayor parte del territorio habitado por los Neandertales, la expansión de la cubierta de hielo y la tundra provocó una reducción progresiva de los bosques, y por ende, de las presas potenciales que les servían de alimento. En este caso, la falta de recursos alimenticios sería la principal causa de su extinción.

No se equivocan quienes argumentan en contra de esta tesis que los Neandertales ya estaban bien adaptados a los climas fríos, aunque los defensores de la tesis del cambio climático ponen el énfasis en que con anterioridad esas fluctuaciones se daban en periodos más prolongados de tiempo. Por aquél entonces las poblaciones de Neandertales contaban con el tiempo suficiente para adaptarse a las nuevas condiciones más duras. Esta vez, sin embargo, la rapidez de los cambios en el clima hizo imposible que se recuperaran.

De esta forma, hace unos 30.000 años apenas sobrevivían en la península Ibérica pequeños núcleos aislados de poblaciones de Neandertales. En esta región había un clima más suave y era rica en recursos. En definitiva, a pesar de su capacidad de adaptación, lo que sucedió es que esos grupos eran demasiado pequeños como para asegurar su supervivencia a largo plazo.

Los Neandertales fueron superados por los Homo sapiens invasores (AMHs), que acabaron con ellos bien de forma directa, bien de forma indirecta.

Esta teoría considera que los Neandertales se extinguieron porque sucumbieron ante la superioridad, no sólo tecnológica sino cultural, de los Homo sapiens que habían emigrado de África. Sin embargo, como hemos apuntado al inicio de este artículo, cada vez hay más datos que permiten sostener que los Neandertales habían desarrollado algunos de los comportamientos que hasta entonces se atribuían en exclusiva a nuestra especie. Es erróneo considerar a los Neandertales menos “desarrollados” que aquellos.

La nueva investigación

Establecer cuál fue la relación espacio-temporal entre las poblaciones de Neandertales y AMHs es crucial para entender el proceso, el momento y las razones que condujeron a la desaparición de los Neandertales, así como conocer si fue posible algún tipo de intercambio cultural y genético entre ambas.

Si bien la meta estaba perfectamente clara, hasta ahora los desafíos técnicos habían dificultado enormemente conseguir dataciones fiables de esta época, en gran parte porque el método de datación mediante radiocarbono alcanza su límite de validez en unos 50.000 años.

Sin embargo, una nueva investigación ha aplicado técnicas de espectrometría de masas con acelerador para construir unas cronologías más exactas y fiables y así explorar el ritmo de extinción de los Neandertales (los espectrómetros de masas detectan átomos de elementos específicos —en nuestro caso carbono 14— de acuerdo a sus pesos atómicos, ignorando los abundantes isótopos que inundan esa señal —como los del nitrógeno 14 por ejemplo—).

En este sentido, el principal objetivo del trabajo publicado en la revista Nature por un amplio equipo de investigadores ha consistido en establecer una cronología y datación precisas de los yacimientos Musterienses de Eurasia ya que éstos contienen las mejores pruebas de la sustitución de un grupo humano (los Neandertales) por otro (AMHs).  Debemos señalar que el Musteriense es un complejo tecnológico que incluye herramientas de piedra, hueso y otros utensilios, cuya fabricación se atribuye a los Neandertales —aunque hay algunos yacimientos cuya autoría aún se discute por los especialistas—.

Secuencias temporales

Al mismo tiempo se han analizado las llamadas “industrias de transición”,  vinculadas al Paleolítico Superior aunque, en este caso, la cuestión de si fueron los AMH o los Neandertales quienes las elaboraron es una cuestión difícil de resolver (concretamente, se han analizado dos de estas industrias, la Uluzziense que aparece en Italia y Grecia, y el Chatelperroniense de la región francocantábrica).

Bien, una vez clara la metodología a emplear, los investigadores tomaron muestras de un total de 40 yacimientos arqueológicos repartidos por Europa y Eurasia occidental. El material objeto de datación fue cuidadosamente seleccionado en cada yacimiento, tomando en consideración los objetos de los estratos superiores para obtener de esta forma la datación de los más recientes en el tiempo, y por lo tanto, poder establecer el límite mínimo de antigüedad de los Neandertales que los fabricaron.

El análisis de estos datos ha confirmado que el Musteriense llegó a su fin en el rango de 41.030-39.260 años BP (Before Present, antes del presente) en toda Europa (todas las fechas del estudio están calibradas y se ofrecen con un 95,4% de probabilidad). Los datos combinados sugieren que el Musteriense terminó en un momento muy similar en todos los yacimientos desde el Mar Negro y Oriente Próximo a la costa atlántica. También se ha podido constatar que las sucesivas industrias arqueológicas “de transición”, una de las cuales se ha relacionado con los Neandertales (Chatelperroniense), llegaron a su fin en el mismo momento.

La comparación de estos datos con los resultados obtenidos del estudio de los yacimientos más antiguos de AMHs en Europa (asociados al complejo tecnológico Uluzziense) ha permitido concluir que existió un solapamiento temporal entre los dos grupos, es decir, que los humanos modernos y los Neandertales convivieron en un periodo que oscila entre los 2.600 y los 5.400 años. Esto demuestra que hubo tiempo suficiente para la transmisión de comportamientos culturales y simbólicos, así como para posibles intercambios genéticos entre los dos grupos (intercambio de ADN que ha sido confirmado por los estudios recientes de las secuencias de nuestro genoma, que sugieren que Neandertales y AMHs se cruzaron fuera de África, dando lugar a una introgresión de entre el 1,5 y el 2,1% del ADN de Neandertal en todas las poblaciones modernas no africanas).

En definitiva, la conclusión que podemos extraer del análisis global de estos datos es que en lugar de un modelo de rápida sustitución de los Neandertales europeos autóctonos por los AMHs inmigrantes, parece que el panorama fue más complejo, caracterizado por un mosaico biológico y cultural que se prolongó durante varios miles de años en diferentes regiones.

El trabajo publicado en Nature no va más allá. No desentraña las causas de la extinción de los Neandertales pero, como hemos visto, sí ofrece respuestas —aunque parciales— a las cuestiones de si hubo entrecruzamiento y si los humanos anatómicamente modernos fueron los causantes de su desaparición (en cualquier caso, recomiendo encarecidamente leer con detenimiento el material complementario que acompaña al artículo principal y que son más de 160 páginas. Sin duda, una información que no podemos dejar de lado).

En conjunto, los datos completan el marco que los estudios genéticos vienen ofreciendo en los últimos años, pero parece evidente —y los propios autores del estudio lo señalan— que es necesario realizar más excavaciones para localizar nuevos yacimientos, aplicar las técnicas de datación más modernas y así poder completar la imagen aún fragmentaria de la extinción de quienes fueron nuestros más cercanos antepasados.

Referencia

Higham, T., et al. (2014), “The timing and spatiotemporal patterning of Neanderthal disappearance”. Nature, vol. 512, núm. 7514, p. 306-309.

Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, 0 comentarios