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Evolución humana. Un mapa con información de yacimientos, fósiles y cultura

Evolución humana. Un mapa con información de yacimientos, fósiles y cultura

     Última actualizacón: 31 agosto 2018 a las 12:27

«the pleasure of the first days partridge shooting or first days hunting

cannot be compared to finding a fine group of fossil bones,

which tell their story of former times with almost a living tongue». 1

«el placer de los primeros días de tiro a la perdiz o de caza

no se puede comparar a encontrar un buen grupo de fósiles,

que cuentan su historia de tiempos pasados casi con lengua viva».

 

La paleoantropología, el estudio de la evolución humana, se centra fundamentalmente en el análisis de los fósiles. Esta afirmación es una simplificación, pero es innegable que a la hora de comprender el proceso y la historia evolutiva de nuestra especie, es necesario contar con testigos del pasado que nos cuenten cómo fue ese camino.

Tras años leyendo libros, artículos y todo tipo de material relacionado con la evolución humana, tengo claro que es necesario organizar adecuadamente la enorme cantidad de información disponible en relación tanto a los fósiles como a los yacimientos donde se han encontrado. Estoy seguro de que cualquiera que se haya interesado en este tema habrá comprobado que llega un momento en que resulta difícil seguir la pista de los nuevos hallazgos que, casi cada semana, se producen en relación a esta disciplina.

En mi caso, confieso que la solución que se me ocurrió fue bastante obvia y al mismo tiempo útil. La imagen que encabeza esta anotación es la del mapa que utilizo para marcar los yacimientos, los fósiles interesantes, dejar notas de artículos que he leído y, en definitiva, toda información relevante para estar al día y no perderme entre la maraña de datos.

Pero está claro que esa solución no es todo lo buena que cabría esperar. De nuevo, llegó un momento en que no cabían físicamente más datos así que tuve que ponerme manos a la obra. La solución, como suele pasar en estos casos, llegó de la mano del mundo digital. Utilizando la herramienta de Google «MyMaps» he creado una versión digital de mi mapa en papel, que ahora pongo a vuestra disposición por si la consideráis de utilidad.

El mapa

Como digo, he utilizado la herramienta de «MyMaps» —gratuita para cualquier usuario con un cuenta en Google— que permite diseñar mapas incluyendo información que es posible organizar en varias capas. Se trata de una herramienta muy interesante y versátil. A día de hoy, el mapa que estoy construyendo cuenta con cinco capas diferentes que pretenden ofrecer información relevante para el estudio de la evolución humana.

En el caso de este mapa sobre «La evolución humana», la primera capa recibe el nombre de «yacimientos»: es la base sobre la que pivotará el resto de información. Lo primero que hago cuando incluyo una nueva referencia (por ejemplo, la publicación de la descripción de un nuevo fósil) es localizar el punto exacto (las coordenadas geográficas) donde se ha encontrado y marcar el lugar como «yacimiento». Acto seguido, cuando he introducido esa información, paso a otra capa (en el ejemplo que estamos viendo sería la de «fósil») y sigo el mismo patrón.

Cada «entrada» en el mapa consta de tres campos: nombre, descripción y artículos. Mi objetivo no es ofrecer solamente una herramienta que permita saber dónde se recuperó tal o cual fósil o dónde están esas pinturas rupestres tan fascinantes, sino facilitar la labor de investigación o el interés por profundizar en cada ejemplo, ofreciendo la información bibliográfica en cada caso. La información contenida en estos apartados es propia salvo que se indique lo contrario. Igualmente, las imágenes provienen en su mayor parte de los propios artículos científicos que se indican.

Leyenda

Como he señalado más arriba, el mapa cuenta ahora mismo con cinco capas diferentes identificadas con los siguientes símbolos 2:

Este icono representa la capa básica del mapa, llamada «yacimientos». Con ella se marca la ubicación exacta de cada yacimiento arqueológico 3 que ha aportado información relevante. Se incluye el nombre, una descripción, y el/los artículos científicos que lo describen.

Este icono representa cada fósil de hominino. Aunque sea la imagen de un cráneo, se refiere a cualquier hueso del esqueleto. En ocasiones he agrupado todo un conjunto de restos (como el caso de Orrorin tugenensis) para simplificar. Actuaré así salvo que sea relevante individualizar más de un fósil de un mismo ejemplar.

Este icono representa cualquier fósil que no pertenezca a un hominino. Se trata, en la mayor parte de los casos, de fósiles que aportan pruebas de manipulación humana y que, por tanto, acreditan la presencia de nuestros antepasados en un yacimiento, época o lugares concretos.

Este icono representa las huellas que han sido identificadas como pertenecientes a homininos. Las más famosas son las huellas de Laetoli, pero cada vez más a menudo se describen nuevos yacimientos con este tipo de restos que permiten dibujar mejor los movimientos de migración de nuestros antepasados.

Este icono representa ejemplos llamativos o destacados por su importancia de industria lítica (herramientas de piedra individualizadas), o bien, conjuntos de este tipo de herramientas. Destacan ejemplos individuales como «Excalibur», un bifaz recuperado en Atapuerca, o el conjunto de herramientas más antiguas hasta ahora localizadas en Lomekwi 3.

Este icono representa objetos artísticos. De nuevo, como en el caso de la industria lítica, puede identificar una única estatuilla o representar un panel de pinturas en una cueva. Soy consciente de lo complicado de catalogar un objeto como «artístico», así que trataré de argumentar en cada caso el porqué de su inclusión en esta categoría.

Por último, utilizaré este icono para identificar cualquier elemento de las categorías anteriores cuando no conozca las coordenadas exactas de su ubicación. Sucede que en los artículos científicos de hace unos años no se consideraba necesario incluir las coordenadas como parte de la descripción de los yacimientos. Agradeceré vuestra ayuda para completar las lagunas.

Utilizando el mapa

He de reconocer que la utilización de la herramienta es bastante sencilla e intuitiva. En cualquier caso, os voy a explicar de forma rápida algunas de sus principales características:

Las capas del mapa se pueden visualizar u ocultar marcando o desmarcando las diferentes casillas de verificación. Dado que, por ejemplo, cada fósil está situado exactamente en el mismo lugar de un yacimiento, si están marcadas todas las capas sólo se verá la última de ellas. Por ese motivo, mi recomendación cuando se visita por primera vez el mapa es desmarcar todas las capas excepto la primera («yacimientos») hasta acostumbrarse a su uso.

En cualquier caso, el mapa cuenta con una magnífica herramienta de búsqueda que permite encontrar fácilmente cualquier elemento. Solo hay que pulsar sobre cada uno para que despliegue el menú de información.

En la imagen superior veis el ejemplo del yacimiento Kara-Bom, las cuevas de Denisova.

Y como os he comentado, en muchos casos incluyo enlaces directos que permiten leer y descargar los artículos científicos recogidos.

 

En definitiva, la mejora de este mapa es un trabajo que no tendrá fin dado que tampoco se detendrán los esfuerzos por la búsqueda de nuestros orígenes. El mapa estará en permanente construcción así que solo me resta deciros tres cosas:

  1. Sed indulgentes porque falta muchísima información. Todos los días trato de añadir nuevos elementos y completar la información que falta en los ya existentes. Creedme si os digo que no es un trabajo sencillo.
  2. Agradeceré cualquier ayuda sobre todo en conseguir coordenadas correctas de los yacimientos. Hay mucha información en internet en diferentes páginas, pero la mayoría de las coordenadas que se facilitan no son exactas (creo que de forma intencionada para evitar «visitas» no queridas en esos lugares). Por ese motivo busco la información en los propios artículos científicos y a veces cuesta bastante dar con el dato concreto.
  3. Espero que os parezca una herramienta útil e interesante. Estoy abierto a cualquier consejo para su mejora.

Notas

  1. Carta de Charles Darwin a su hermana Catherine. 6 de abril de 1834.
  2. Todos los iconos los he tomado de Flaticon (http://www.flaticon.com/), y han sido creados por Freepik (http://www.freepik.com/).
  3. En el caso de no conocer las coordenadas exactas, se utiliza otro icono que veremos más abajo.
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¿Los Neandertales sabían navegar?

¿Los Neandertales sabían navegar?

     Última actualizacón: 29 marzo 2019 a las 11:51

Hoy en día tenemos bastante claro que nuestros parientes neandertales no eran los tipos rudos sin cerebro que aparecían en las ilustraciones de los antiguos libros que hablaban sobre la evolución humana. Mucho ha avanzado la paleoantropología desde entonces, pero aún hoy se plantean interesantes hipótesis acerca de su comportamiento y desarrollo cultural.

En este sentido, hace unos días conocimos la noticia (aún no se ha publicado el necesario artículo científico) de que se habían encontrado varias puntas de lanza de la cultura Musteriense en el yacimiento arqueológico de Stélida, en la isla griega de Naxos.

La importancia de este hallazgo radica en que este tipo de herramientas líticas se han asociado en la Grecia continental con los neandertales y Homo heidelbergensis, lo que vendría a cuestionar lo que sabíamos acerca de la colonización de esta región del Egeo: que un grupo de agricultores llegó a las islas hace aproximadamente 9.000 años, es decir, en plena transición al Neolítico. Este descubrimiento, de confirmarse, daría un vuelco a esta cuestión ya que significaría que los primeros en llegar a Naxos fueron bien neandertales o sus antepasados ​​probables Homo heidelbergensis, o tal vez incluso Homo erectus. Además de la cuestión de la antigüedad del asentamiento, se abren otros interrogantes como por ejemplo saber cómo llegaron los colonizadores a la isla, ¿pudieron estos homininos haber viajado en barco?

Yacimiento de Stélida visto desde el norte (cortesía de D. Depnering).

Los arqueólogos han considerado tradicionalmente que sólo los seres humanos que habían dado el salto del modo de vida de subsistencia –que caracteriza a los cazadores recolectores– a la agricultura y ganadería organizadas podrían haber logrado dominar la variedad de recursos y técnicas necesarios para realizar viajes por mar (recorrer una distancia importante por mar requiere la fabricación de herramientas y la cooperación necesarias para construir una embarcación, el conocimiento de las técnicas de navegación para pilotarla y, bajo mi punto de vista, lo más importante, el plantearse siquiera la necesidad el viaje).

Este reciente hallazgo, unido al descubrimiento de puntas de lanza similares en las islas de Zakynthos, Lefkada y Kefalonia – publicado en 2012 en el Journal of Archaeological Science1– son para algunos una prueba clara de que los orígenes de la navegación en el Mediterráneo preceden con mucho a la llegada de Homo sapiens a las islas. En apoyo a esta hipótesis se citan además los datos recientemente publicados acerca de la antigüedad del yacimiento de Liang Bua, que sitúan a Homo floresiensis en Indonesia hace entre 190.000 y 50.000 años 2 (y, por tanto, asocian a este ancestro con el conocimiento forzoso de las técnicas de navegación).

Pero otros, en cambio, sostienen que la isla de Flores pudo ofrecer un acceso más fácil desde el continente debido al descenso del nivel del mar en aquella época. Los detractores de aquélla hipótesis argumentan que el hecho de que hayamos analizado algunas “excursiones” al azar en Indonesia y el Egeo no demuestra la existencia de viajes deliberados por mar (a diferencia de lo que hemos podido constatar acerca de la colonización del continente americano). Además, es necesario explicar por qué los artefactos paleolíticos en el Egeo son tan escasos: milenios de habitación humana deberían haber dejado un registro más indeleble (aunque la causa de esta situación puede deberse a que la mayoría de los investigadores de la región son especialistas en las culturas que produjeron las exquisitas figuras de marfil y alfarería del Neolítico, y carecen de los conocimientos y el entrenamiento necesario para reconocer un yacimientos de lascas y piedras rotas –industria lítica en definitiva– que pueden confundirse fácilmente con material de desecho).

Modelos en 3D de los niveles de la costa en las islas jónicas. P: Peloponeso, AA: Aetolo-Akarnania, IZ: Zakynthos, IK: Kefallinia, IL: Lefkada. Tomado de Ferentinos, G., et al. (2012), «Early seafaring activity in the southern Ionian Islands, Mediterranean Sea». Journal of Archaeological Science, vol.39, núm. 7, p. 2167-2176.

Como decimos, será necesario contar con todos los datos para poder ofrecer una respuesta a la cuestión de si los neandertales eran capaces de navegar. Por lo pronto, sabemos que el equipo de arqueólogos está empleando la técnica de luminiscencia estimulada ópticamentepara determinar la cantidad de tiempo transcurrido desde que los granos del mineral sedimentario fueron expuestos a la luz por última vez. A diferencia de la más conocida datación por radiocarbono, la luminiscencia estimulada ópticamente trabaja en depósitos de suelo extremadamente antiguos aunque tarda meses en procesarse. Los primeros resultados de laboratorio han fechado algunos de los artefactos de Stelida hace al menos 50.000 años, pero el equipo todavía está esperando los resultados de las capas inferiores del yacimiento que permitirá la datación de las herramientas Musterienses que tanta importancia han despertado.

Estaremos atentos a los resultados de estos trabajos.

Notas

  1.  Ferentinos, G., et al. (2012), «Early seafaring activity in the southern Ionian Islands, Mediterranean Sea». Journal of Archaeological Science, vol.39, núm. 7, p. 2167-2176.
  2. Sutikna, T., et al. (2016), «Revised stratigraphy and chronology for Homo floresiensis at Liang Bua in Indonesia«. Nature, vol. 532, núm. 7599, p. 366-369.
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Comportamiento animal: uso de herramientas en primates

Comportamiento animal: uso de herramientas en primates

     Última actualizacón: 2 mayo 2018 a las 18:33

Cada vez leemos más estudios que hablan de la capacidad de nuestros parientes más cercanos, los primates, de manipular y fabricar herramientas de muy diferentes tipos con el objetivo de acceder a alimentos o resolver problemas complejos.  En el año 2010 se publicó un trabajo donde se explicaba que unos lémures de cola anillada habían sido capaces de manipular un comedero artificial para acceder al alimento que contenía, lo que constituye el primer caso documentado de uso de herramientas por estos primates en libertad 1.

Hemos visto el uso sistemático de herramientas (e incluso una limitada capacidad para su fabricación) en los monos capuchinos; y es de sobra conocida la habilidad de los macacos japoneses (Macaca fuscata) de manipular alimentos para hacerlos más sabrosos (como el acto de introducir las patatas en agua salada, un comportamiento que se trasmitió por toda la población).

Los investigadores han puesto de manifiesto que los grandes simios muestran una importante capacidad de imitación, un reconocimiento explícito de esa imitación, y que son capaces de ponerse en lugar de los otros, comprendiendo por tanto la intencionalidad y la causalidad de sus actos.

Chimpancés que enseñan a su descendencia

Un trabajo publicado recientemente en la revista Scientific reports 2 nos cuenta que los chimpancés (Pan troglodytes troglodytes) que viven en el Triángulo Goualougo enseñan a sus crías cómo manejar las herramientas que utilizan para “pescar” termitas.

El Parque Nacional de Nouabalé-Ndoki, situado en la República del Congo –del que Goualougo forma parte– ha permanecido prácticamente al margen de toda intervención humana. Gracias a su situación geográfica y a que el poblado más cercano (habitado por 400 pigmeos bantú-bangombé) está a 50 kilómetros de distancia a pie, las únicas personas que pueden encontrarse alguna vez los chimpancés de este parque son los miembros del equipo de investigación que publica este estudio y que lleva años trabajando en la zona. Estas condiciones casi únicas les han permitido llevar a cabo un estudio en profundidad de la conducta de estos primates, utilizando cámaras de vídeo para documentar sus actividades.

Estos chimpancés emplean una herramienta muy peculiar para capturar las termitas que constituyen una parte importante de su alimentación: se trata de una especie de caña de pescar que fabrican con el tallo de plantas de la familia Marantaceae a las que quitan las hojas y luego deshilachan una de las puntas para crear una especie de cepillo. Este tallo con la punta deshilachada puede recoger hasta diez veces más terminas que uno acabado sencillamente en punta.

Pues bien, lo que los científicos han documentado es que varias hembras entregaban a sus crías estas herramientas y las enseñaban a utilizarlas junto a un termitero. Se han analizado un total de 96 entregas, y en todos los casos la conducta se daba entre una hembra adulta y su descendencia (hubo un solo caso de una hembra juvenil que interactuó con su hermana pequeña). Los resultados refieren 13 donantes únicos (todas hembras adultas) y 13 destinatarios únicos (todos ellos chimpancés inmaduros: 5 hembras, 4 machos y 4 jóvenes de sexo desconocido).

Es sabido que el aprendizaje social es un medio idóneo para la transmisión de información adaptativa en un amplio número de taxones animales, y que pueden generar patrones de comportamiento específicos de cada grupo. Cuando estos comportamientos prevalecen durante generaciones y se transmiten a través del aprendizaje social se consideran culturales.

¿Entonces podemos decir que las mamás chimpancés enseñaron a sus crías? Los científicos consideran que podemos hablar de enseñanza cuando se cumplen ciertos criterios –independientemente de si existen pruebas de un intento deliberado de favorecer el aprendizaje por parte del pupilo. Los criterios más aceptados son que el comportamiento tenga lugar en presencia de un aprendiz, con algún coste (o al menos sin beneficio) para el maestro, y que mejore la práctica del aprendiz.

Volviendo a nuestros chimpancés, éstos son muy selectivos a la hora de elegir las especies de plantas que usan para fabricar estas herramientas, y ya hemos comentado que modifican de forma intencionada los tallos para que terminen en una especie de cepillo que mejora la eficacia de captura de termitas. De hecho, los chimpancés usan dos tipos diferentes de herramientas en función de si el termitero se encuentra por encima o por debajo del nivel del suelo. Por lo tanto, al compartir estas herramientas con sus crías, las madres pueden enseñarles cuál es el material adecuado y la forma de fabricar esas «cañas de pescar».

El coste de este comportamiento para las «maestras» se ha podido verificar gracias al análisis detallado de las grabaciones en vídeo, y viene del menor tiempo que pasaron recolectando termitas y, por lo tanto, con una reducción en el consumo de este alimento. Por otro lado, el aumento de conocimientos por parte del aprendiz ­–o la oportunidad de obtener una habilidad– se pudo comprobar ya que al recibir esas herramientas, las crías aumentaron el tiempo que pasaban recolectando termitas y vieron aumentadas sus tasas de captura.

Además, otro dato relevante es que las madres se anticipaban a estas entregas. Expliquemos esto mejor. Las «maestras» chimpancés elaboraban estrategias para disminuir el coste de esa enseñanza mediante dos conductas: una vez fabricadas las herramientas las dividían en dos para poder cazar termitas al mismo tiempo que sus pupilas; o bien transportaban varias cañas de pescar al termitero con antelación y utilizaban alguna de ellas después de una entrega. La división no consistía en partir por la mitad el tallo, sino de forma longitudinal: pensemos que dividir los tallos en dos longitudinalmente es más efectivo para producir dos cañas viables que romperlos por la mitad, ya que en este caso una perdería el cepillo de la punta o no tendría la suficiente longitud para la profundidad del termitero.

Con estas estrategias no solo reducen el coste que supone enseñar (en términos de pérdida de alimentos), sino que también la enseñanza es más eficaz al permitir la repetición de comportamientos in situ.

Monos que fabrican herramientas de piedra

Para un paleoantropólogo tan importante como encontrar fósiles en un yacimiento es desenterrar restos de la cultura material producida por nuestros antepasados. En este sentido, la tecnología lítica ha sido considerada como un atributo del género humano, de ahí que se llamase Homo habilis al primero de nuestros ancestros que se asoció claramente con herramientas de piedra (aunque el tiempo –y nuevos hallazgos– han puesto en tela de juicio esta presunción).

Por eso resulta tan interesante el artículo publicado en la revista Nature 3 que nos muestra que los monos silvadores (Sapajus libidinosus) de Brasil rompen deliberadamente piedras y producen lascas con bordes afilados y núcleos que poseen las características y la morfología de las herramientas fabricadas intencionadamente por los homininos. Hemos de puntualizar que la ruptura de las piedras es intencionada, no así la fabricación de herramientas afiladas ni, por supuesto, su uso directo como tales.

En cualquier caso, este descubrimiento añade una dimensión adicional a la interpretación de los registros humanos del Paleolítico, la posible función de las primeras herramientas de piedra, y los requisitos cognitivos para el surgimiento de la manipulación de las piedras.

Los signos distintivos de la primera tecnología de las herramientas de piedra incluyen:

  • Fractura concoidea
  • Producción de bordes afilados.
  • Obtención repetida de diferentes lascas de un mismo núcleo.
  • Búsqueda intencionada de los bordes del núcleo para producir la fractura.
  • Empleo de patrones específicos de las lascas.

Estas características constituyen la base para poder identificar herramientas de piedra intencionadas en todos los yacimientos arqueológicos, dado que no se dan bajo condiciones geológicas naturales. Pero como decimos, con el trabajo que ahora comentamos se abre una nueva perspectiva que quizás haga replantearse muchas asunciones previas.

Los monos silvadores del Parque nacional de la Sierra de Capivara en Brasil usan las herramientas de piedra en una variedad de formas que no se ha visto antes en cualquier otro primate no humano (algunos de los usos incluyen el golpeo de comida, como ayuda para excavar en busca de alimento, así como en actividades sexuales). Ya se habían descrito con anterioridad algunos casos de monos silvadores y macacos japoneses que golpeaban unas piedras contra otras, pero hasta ahora sólo los analizados en este estudio lo han hecho con el propósito expreso de romperlas.

Esta actividad, que los investigadores han denominado «percusión de piedra sobre piedra» implica primero elegir un canto rodado de cuarcita para, acto seguido, golpearlo contra otro que se encuentra en el suelo (tenemos por tanto un martillo activo y otro pasivo). Esta acción provoca la fractura de la superficie y el desprendimiento de lascas afiladas.

Ya hemos dicho que no se ha observado que los monos utilicen estas lascas como elementos de corte, sino que chupan o esnifan los restos, de donde se infiere que lo hacen para ingerir cuarzo en polvo o líquenes.

Quizás lo más relevante de este trabajo sea que las muestras de piedras fracturadas que se recuperaron con posterioridad son prácticamente indistinguibles de las piedras modificadas intencionadamente por nuestros ancestros halladas en yacimientos arqueológicos (siguiendo una clasificación tradicional, las piedras de estos monos silvadores podrían clasificarse como protobifaces). El equipo examinó 111 piedras fragmentadas recogidas del suelo inmediatamente después de su uso: alrededor de la mitad de ellas exhibían una fractura concoidea que normalmente se asocia con la producción homínida. Nunca se había visto algo semejante en monos modernos.

Los investigadores concluyen que será necesario redefinir los criterios usados por los arqueólogos para identificar y diferenciar las lascas de piedra producidas por nuestros ancestros de las hechas por estos parientes no tan cercanos. Del mismo modo, este hallazgo plantea preguntas sobre el origen de esta tecnología y desafía las ideas anteriores acerca del nivel mínimo de complejidad cognitiva y morfológica necesaria para producirlas.

 

En definitiva, estos trabajos nos deben llevar a profundizar más aún en la comprensión de la cultura de los primates, redoblando los esfuerzos para despojarnos de visiones antropocéntricas que, hasta no hace mucho tiempo, impregnaban los trabajos de etología animal.

 

Referencias

Artículos principales

Más información

Falótico, T. y  Ottoni, E. B. (2016), «The manifold use of pounding stone tools by wild capuchin monkeys of Serra da Capivara National Park, Brazil». Behaviour, vol. 153, núm. 4, p. 421-442.

Koops, K.; Furuichi, T. y  Hashimoto, C. (2015), «Chimpanzees and bonobos differ in intrinsic motivation for tool use«. Scientific Reports, vol. 5, p. 11356.

Thornton, A. y  Clutton-Brock, T. (2011), «Social learning and the development of individual and group behaviour in mammal societies«. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, vol. 366, núm. 1567, p. 978-987.

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Notas

  1. Kendal, R. L., et al. (2010), «Evidence for social learning in wild lemurs (Lemur catta)«. Learning & Behavior, vol. 38, núm. 3, p. 220-234.
  2. Musgrave, S., et al. (2016), «Tool transfers are a form of teaching among chimpanzees». Scientific Reports, vol. 6, p. 34783.
  3. Proffitt, T., et al. (2016), «Wild monkeys flake stone tools». Nature, en prensa.
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Las herramientas de piedra más antiguas

Las herramientas de piedra más antiguas

     Última actualizacón: 25 marzo 2018 a las 16:10

Estamos en el verano de 2011 y la arqueóloga Sonia Harmand y su equipo tratan de llegar a Lomekwi, el yacimiento donde se descubrieron, entre 1998 y 1999, los controvertidos fósiles de Kenyanthropus platyops. Situado entre las cuencas de los ríos Lomekwi y Topernawi, en la orilla occidental del lago Turkana, el yacimiento se confunde entre suaves valles y pequeñas colinas pedregosas. Al final de una pista de tierra el equipo se da cuenta de que se han perdido, por lo que Harmand y Jason Lewis deciden subir a una colina para orientarse y continuar su ruta. Al llegar a la cima el impacto es enorme: ante ellos se despliega, ladera abajo, un reguero de inconfundibles herramientas de piedra.

Para finales de 2012, las excavaciones en ese yacimiento —denominado Lomekwi 3, LOM3— habían permitido recuperar 149 artefactos de piedra, la mayor parte de ellos en la misma superficie del terreno. Destaca el conjunto formado por un núcleo y la lasca de piedra que se había desprendido tras golpearlo, un hallazgo que ha permitido reconstruir el bloque original y demostrar que esas herramientas se habían fabricado y luego descartado en el mismo lugar.

Con la publicación de los resultados de este trabajo en la revista Nature 1 (puedes acceder al artículo completo aquí) se ha confirmado que estos artefactos constituyen las herramientas de piedra más antiguas descubiertas hasta el momento: con una antigüedad de 3,3 millones de años (Ma), retrasan en 700.000 años la fecha de las que hasta ahora se consideraban las más antiguas.

El contexto: qué es la cultura lítica

Cuando hablamos de la fabricación de herramientas de piedra nos referimos al trabajo de talla que consiste en golpear una roca con otra para separar uno o varios fragmentos. Éstos se utilizarán en distintas tareas como matar animales, cortar la carne, tratar sus pieles o realizar trabajos con madera, hueso o cuerno.

Hoy sabemos que para realizar el trabajo de talla se utilizaron básicamente dos técnicas: la talla por percusión y la talla por presión (en la imagen de abajo vemos un ejemplo de cada una). La talla por percusión —la técnica más básica— consiste en golpear una roca con un “percutor” o instrumento que golpea a modo de martillo (es el ejemplo marcado con letra a). Para ello, la roca sobre la que se golpea, también llamada “núcleo” o “percusor”, puede estar apoyada bien en la mano, directamente en el suelo, o sobre un “yunque” (ejemplos letras b y c) que no es más que otra piedra más dura. La parte que se desprende de ese núcleo recibe el nombre de lasca y constituye la herramienta propiamente dicha —aunque en ocasiones el núcleo también se puede utilizar como tal—.

Principales técnicas de fabricación de herramientas de piedra: a) percusión con un martillo; b) técnica del yunque; c) técnica bipolar; d) percusión blanda; e) percusión indirecta y f) tallado por presión. Tomado de Delson (2000)

Principales técnicas de fabricación de herramientas de piedra: a) percusión con un martillo; b) técnica del yunque; c) técnica bipolar; d) percusión blanda; e) percusión indirecta y f) tallado por presión. Tomado de Delson (2000).

Hablamos de percusión directa cuando el percutor incide directamente sobre la roca (ejemplo letras a y d); o indirecta cuando se utiliza un instrumento intermediario a modo de punzón o cincel, sobre el que se ejerce la fuerza del golpe para que éste la transmita a la piedra sobre la que se trabaja (ejemplo letra e).

Por último, la talla por presión supone el uso de un instrumento para presionar sobre la piedra, obteniéndose unas láminas. Dado lo delicado de este trabajo, solía emplearse para retocar los artefactos obtenidos por otras técnicas ya que permitía la obtención de productos muy definidos, de gran precisión y con menor esfuerzo y riesgo (ejemplo letra f).

La cultura olduvayense

Las primeras herramientas, y por ende, los primeros signos de la existencia de una cultura de la talla de piedra los encontraron, allá por la década de los cincuenta del siglo pasado, Louis y Mary Leakey en los yacimientos de la garganta de Olduvai, cerca del volcán Serengueti (Tanzania) 2 (el término es Oldowan en inglés). Sin embargo, dado que este tipo de trabajos de piedra también se han localizado en numerosos yacimientos fuera del este de África, los arqueólogos comienzan a denominar esta cultura lítica como Modo 1, aunque en la mayor parte de textos se mantiene la denominación original.

Tan importante como encontrar estos artefactos fue tratar de identificar cuáles de nuestros antepasados los habían fabricado. La suerte quiso que en 1964 se descubrieran en este mismo yacimiento los restos fósiles de un homínido cuyos rasgos eran más parecidos a nuestro género Homo que a los australopitecos 3, y que aparecían asociados con esas herramientas de piedra. En el artículo que publicaron Leakey, Tobías y Napier, llegaron a la conclusión  que era necesario nombrar una nueva especie y eligieron Homo habilis (el hombre hábil) en clara alusión a su capacidad para fabricar esas herramientas 4. Más adelante analizaremos si fue este homínido el primero en utilizar herramientas de piedra.

Pero antes debemos volver la vista a la cultura Olduvayense para comprender mejor el nuevo descubrimiento. Cela-Conde 5 la describe como un conjunto de piedras manipuladas para obtener filos cortantes, núcleos, lascas, lascas retocadas y fragmentos de lascas, que se obtienen al golpear un canto de forma redondeada y de distintos materiales. El tamaño de los núcleos lógicamente varía, pero podemos considerar como típico aquel que cabe cómodamente en la mano, es decir, de un tamaño similar a una pelota de tenis.

En cuanto a la terminología ­—imprescindible para movernos con soltura entre los textos especializados—, apuntaremos que los cantos rodados reciben el nombre en inglés de peeble tool. Si la herramienta de piedra se trabaja sobre una cara se llama chopper (en castellano protobifaz) o chopping tool si se actúa sobre las dos (bifaz o hacha de mano). Las lascas o esquirlas que se obtienen tras la fractura de un núcleo (denominadas flakes, en inglés) se utilizaban, entre otras cosas, para cortar la piel, la carne y los tendones de los animales como paso previo a su consumo. Las raederas (flake scrappers) son lascas retocadas con un filo que recuerda en cierto modo al de nuestros cuchillos dentados, y cuya función podría haber sido la de raspar las pieles para curtirlas. Por último, el término débitage se reserva para aquellas lascas que se desprenden de las piezas más grandes y que no han sido modificadas ni retocadas posteriormente. Se consideran material de desecho —restos de los trabajos de talla— aunque también se usaron como herramientas.

Hemos de saber que también se han catalogado como herramientas líticas los cantos rodados que no tienen un filo cortante pero que presentan señales evidentes de haberse utilizado para golpear otras piedras: se les conoce como martillos (hammer en inglés) y su utilidad es más que evidente.

Como vemos, las herramientas del Modo 1 se caracterizan por su versatilidad, es decir, aún no se puede hablar de útiles especializados (que requerirán un mayor trabajo de desarrollo). Por este motivo, una de las notas características de esta cultura es que las piezas se obtienen mediante muy pocos golpes, uno solo en ocasiones, de ahí que el resultado suela ser el de unas herramientas más bien burdas (sin embargo, si examinamos el conjunto de las colecciones recuperadas en tiempos recientes podemos ver que el olduvayense es algo más que piedras machacadas). Del mismo modo, se ha comprobado que estas herramientas eran de “usar y tirar” y de vida muy corta: dado que su fabricación no implicaba una gran dificultad, podían hacerse cuando era necesario, siempre que hubiera materia prima disponible en el entorno claro.

Piedras talladas encontradas en el yacimiento de Melka Kunture (Etiopía). Creative commons.

Piedras talladas encontradas en el yacimiento de Melka Kunture (Etiopía). Creative commons.

Estado de la cuestión

Como hemos dejado entrever, la idea más aceptada hasta ahora era que la cultura lítica estaba relacionada con el origen del género Homo: se trataría de una respuesta adaptativa al cambio climático y la extensión de las llanuras de sabana. La premisa era que sólo nuestro linaje habría dado el salto cognitivo necesario para golpear unas piedras con otras y obtener láminas afiladas; y que esa conducta constituía el cimiento de nuestro éxito evolutivo.

Ya hemos adelantado que la mayoría de investigadores coincide en apuntar a Homo habilis como el antepasado que fabricó por primera vez herramientas líticas. Sin embargo, hace 1,5 Ma se produjo un cambio significativo en la elaboración de este tipo de artefactos puesto que desde entonces nos encontramos con una mayor variedad tipológica. Este cambio parece coincidir con la aparición de Homo erectus —y coincidiría también con un aumento considerable del tamaño cerebral de nuestros antepasados—. Sin embargo, esta hipótesis choca con una serie de inconvenientes, como el hecho de que los Homo habilis que se supone son los autores de la primera industria Olduvayense desaparecen mucho antes de que entre en escena Homo erectus.

En el yacimiento de Lokalalei 2c (formación Nachukui, Turkana occidental, Kenia), con una antigüedad de 2,34 Ma, se encontraron en 1997 cerca de 3.000 artefactos concentrados en una zona pequeña, de unos 10 metros cuadrados, con gran abundancia de elementos pequeños (menores de un centímetro) 6. Los útiles estaban asociados a algunos restos de animales, aunque no se encontraron marcas de corte que indicaran su manipulación.

La mayor importancia de estos útiles radica en la presencia de numerosos materiales de desecho que han permitido establecer la cadena completa de construcción in situ. Los autores sostienen que la técnica utilizada implica una preparación y utilización de los materiales muy cuidadosa, inimaginable con anterioridad para unos homininos tan antiguos, lo que nos obliga a plantearnos que sus capacidades cognitivas debían estar bastante más desarrolladas de lo que suponíamos hasta ahora. Por ejemplo, se halló un núcleo que había sido golpeado hasta 20 veces para extraer lascas; mientras que la cuidadosa elección de los materiales (lavas volcánicas como el basalto en su mayor parte) implica que quienes los trabajaban conocían sus propiedades mecánicas.

Otras investigaciones previas ya habían hecho retroceder la fecha de aparición de las primeras herramientas de piedra desde, por ejemplo, los 1,8 Ma (millones de años) del yacimiento de Dmanisi (situado en la república de Georgia) o el conjunto argelino de Ain Hanech (también con fechas de 1,8 Ma) —yacimiento que aúna herramientas con restos de diferentes especies animales—; hasta los 2,6 Ma de la región etíope de Afar 7. Si tenemos en cuenta que los primeros fósiles que se atribuyen sin duda al género Homo sólo alcanzan los 2,4—2,3 Ma de antigüedad, se abre la posibilidad de que otros homininos sean quienes fabricaron esas herramientas de piedra.

En este sentido, entre los descubrimientos más relevantes que apuntan a esta posibilidad se encuentran unos huesos que presentan marcas de corte hallados en Dikika (Etiopía). El equipo dirigido por Shannon McPherron y Zeresenay Alemseged 8 halló una costilla y un fémur fosilizados que mostraban lo que parecían ser marcas de corte realizadas con piedras afiladas. Pese a que las conclusiones de los investigadores no dejaban margen a la duda, otros pusieron en tela de juicio que esas marcas tuvieran que ver con herramientas de piedra, atribuyéndolas a efectos puramente naturales (aplastamiento de los huesos, abrasiones etc.). En cualquier caso, McPherron y Alemseged sostenían que el hallazgo demostraba que nuestros antepasados usaron herramientas de piedra al menos 800.000 años antes de lo que se pensaba (en relación a los 2,6 Ma apuntados por Semaw y colaboradores); y que el mejor candidato para ser su autor era Australopithecus afarensis (la ya famosa Lucy). Aunque no se habían encontrado restos de este hominino cerca de los huesos, era la única especie que vivía en esa región en aquel momento.

El yacimiento Lomekwi 3 y las nuevas herramientas

Localización del yacimiento LOM3.

Localización del yacimiento LOM3.

El yacimiento donde han localizado las nuevas herramientas lo constituye una pequeña colina situada en la orilla occidental del lago Turkana (ver imagen superior) y, según todos los indicios, constituye un contexto primario 9.

Un dato muy importante es saber cómo se ha determinado la antigüedad del yacimiento ya que ello implica establecer la antigüedad de los mismos artefactos. El contexto cronológico de LOM3 se ha obtenido gracias a varios métodos distintos: primero, contamos con la datación de las tobas volcánicas que contiene (un método muy fiable para establecer cronologías) 10; en segundo término, se han realizado análisis de los isótopos estables del carbono del suelo, y por último, de la fauna fósil asociada al yacimiento. Todos estos análisis coinciden en arrojar una antigüedad de 3,3 Ma para las herramientas.

Quizás lo más destacado del hallazgo sea el contexto ambiental. Según los resultados de los análisis, los artefactos se han asociado a un ambiente boscoso (explicaremos la importancia de este aspecto en las conclusiones de este artículo).

Se han recuperado un total de 149 artefactos, entre los que se incluyen 83 núcleos, 35 láminas (completas o rotas), siete elementos pasivos o yunques potenciales, siete percutores, tres cantos trabajados, dos cantos escindidos y doce artefactos que se han catalogado como fragmentos indeterminados o piezas que carecen de atributos suficientes para permitir su clasificación.

Muestras de las herramientas encontradas en el yacimiento LOM3.

Muestras de las herramientas encontradas en el yacimiento LOM3.

Estas herramientas destacan porque estamos ante una industria diferente de aquella asociada a los primeros humanos: vemos lascas grandes de doce centímetros y núcleos con un peso promedio de tres kilos. Este tipo de núcleos no permite una manipulación cómoda con una sola mano, por lo que es muy probable que se golpearan utilizando un yunque. Es una técnica menos refinada y menos exigente neurológicamente que aquella en la que cada mano controla una herramienta diferente para coordinar el impacto entre los dos objetos a la vez.

En este sentido, los investigadores han llevado a cabo diversos experimentos para tratar de reproducir, con los mismos materiales, la técnica empleada en la fabricación de estas herramientas (lo que ha permitido al mismo tiempo descartar que tuvieran su origen en una fractura accidental de las rocas). Los resultados han demostrado que nos encontramos sin duda ante unos artefactos fabricados intencionadamente, y que el hominino que los hizo no controlaba con precisión el movimiento del percutor, como demuestra el hecho de que aparezcan repetidas marcas de impacto en el núcleo provocadas por golpes fallidos aplicados demasiado lejos del borde de la plataforma.

¿Quién pudo fabricar estas herramientas?

Una vez determinada con seguridad la antigüedad de las herramientas y su origen intencionado, queda por responder una de las preguntas clave: ¿quién fue el responsable de su fabricación?

Como hemos visto, la antigüedad de este nuevo yacimiento se adelanta en el tiempo a los especímenes fósiles más antiguos del género Homo localizados en Turkana occidental (datados en 2,34 ± 0,04 Ma). Esta diferencia de casi un millón de años deja dos posibilidades a juicio de los autores del estudio: la única especie de hominino que se conoce que vivió en la región en esta época es Kenyanthropus platytops 11 (aunque como también hemos señalado, no todos los investigadores reconocen la validez de esta especie). La segunda hipótesis planteada es que fuera bien Australopithecus afarensis 12, o quizás un tipo aún no descubierto de Homo.

La pregunta sigue en el aire y es preciso continuar con las excavaciones para tratar de obtener una respuesta satisfactoria.

Conclusiones

Hoy en día reconocemos sin ningún complejo que el ser humano no es el único animal que es capaz de utilizar herramientas. Estamos acostumbrados a ver a chimpancés, orangutanes e incluso cuervos, emplear diversos palos, piedras y otros elementos para acceder a determinados alimentos en un comportamiento que no podemos sino calificar de consciente.

Kanzi, un bonobo, fabricando lascas de piedra.

Kanzi, un bonobo, fabricando lascas de piedra.

En un caso bastante llamativo, un bonobo llamado Kanzi aprendió a fabricar herramientas de piedra por medio de la imitación tras años de ensayo y error, logrando de este modo cortar y abrir un contenedor donde había alimentos. Sus habilidades han mejorado considerablemente desde el inicio de este experimento en 1990 y, de hecho, muchos de sus artefactos se parecen a los que podemos encontrar en los yacimientos olduvayenses. Sin embargo, tanto las lascas como los núcleos aún presentan diferencias importantes con los que vemos en los yacimientos del Paleolítico inferior.

Los simios antropomorfos y todos los primates en general pueden utilizar muchas herramientas aunque de forma más automática y sin la capacidad de integración y desarrollo que tenemos los humanos 13.

Esta realidad ha abierto el debate sobre si es posible que exista una cultura material preolduvayense, es decir, una producción lítica a medio camino entre los primeros ensayos de algunos primates y las producciones propias del Olduvayense 14.

El yacimiento LOM3 puede representar esa etapa tecnológica intermedia entre el uso de herramientas de piedra por un hominino primitivo, y la talla de las herramientas Olduvayenses posteriores. Por este motivo se sugirió el término “preolduvayense” para los casos en los que se encuentren piedras modificadas en depósitos de una antigüedad superior a los 2,6 Ma. Sin embargo, Harmand y sus colaboradores reivindican que las diferencias tecnológicas y morfológicas que hay entre los artefactos que se han descubierto en LOM3 y los primeros yacimientos olduvayenses descritos por los Leakey son lo suficientemente significativas para evitar esta agrupación. Defienden que hacerlo así podría enmascarar los importantes cambios culturales y cognitivos que tuvieron lugar entre los homininos en un periodo de cerca de dos millones de años.

De esta forma, como sucede cuando se nombra una nueva especie que presenta notables diferencias con las existentes, los autores proponen un nombre diferente para esta cultura lítica: Lomekviano.

En cualquier caso, aceptemos o no el empleo de este término para designar toda una nueva cultura lítica, resulta evidente que la morfología de los artefactos encontrados en LOM3 apunta a que el control motor de quienes los fabricaron debió ser considerable y, por consiguiente, que la reorganización o la expansión de varias regiones del córtex cerebral, del cerebelo, y de la médula espinal debió producirse antes de esos 3,3 Ma. Por lo tanto, se hace preciso contar con más estudios de la morfología funcional de las extremidades superiores de los homininos del Plioceno, especialmente en términos de adaptación para la fabricación de herramientas, si queremos comprender mejor y extraer todo el significado evolutivo de este sensacional hallazgo.

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Referencias

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Notas

  1.  3.3-million-year-old stone tools from Lomekwi 3, West Turkana, Kenya
  2.  El término Olduvayense lo acuñó formalmente Louis Leakey cuando describió esos materiales.
  3.  Por entonces únicamente se reconocían estos dos géneros dentro de la familia Hominidae.
  4.  Leakey, L. S. B.; Tobias, P. V. y  Napier, J. R. (1964), «A new species of the genus Homo from Olduvai gorge». Nature, vol. 202, núm. 4927, p. 7-9.
  5.  Es un texto esencial —en castellano— para estudiar nuestro pasado: Senderos de la evolución humana.
  6.  El artículo técnico es: Roche, H., et al. (1999), «Early hominid stone tool production and technical skill 2.34 Myr ago in West Turkana, Kenya». Nature, vol. 399, núm. 6731, p. 57-60.
  7.  Nos referimos a los artículos de Semaw y colaboradores: 2.5-million-year-old stone tools from Gona, Ethiopia y 2.6-Million-year-old stone tools and associated bones from OGS-6 and OGS-7, Gona, Afar, Ethiopia.
  8.  «Evidence for stone-tool-assisted consumption of animal tissues before 3.39 million years ago at Dikika, Ethiopia».
  9.  Nos encontramos ante un contexto primario cuando los objetos son abandonados en el lugar en que se realizaba la actividad, sin que se haya producido un transporte, por cualquier agente, antes o después del abandono de la zona. Esto significa que podemos estar seguros que lo que vemos hoy día es la misma situación que tenía la zona hace 3 Ma.
  10.  Concretamente, se ha determinado que las herramientas se depositaron durante el subcrón de polaridad inversa Mammoth C2An.2r, que abarca un margen temporal entre 3,33 y 3,21 Ma.
  11.  Representado por un cráneo de 3,3 Ma de antigüedad encontrado en 1999 a un kilómetro de LOM3. Un diente de este homínido y un hueso craneal se descubrieron a pocos cientos de metros de allí; y aún está pendiente de estudio un diente que se encontró a escasos 100 metros.
  12.  El espécimen más cercano se encuentra en el Awash, con una antigüedad de 3,39 Ma en asociación con los huesos con marcas de corte encontrados en Dikika.
  13.  Es habitual leer la frase de que “sólo los humanos construimos objetos que sirven para construir otros objetos».
  14.  Los últimos trabajos de campo en yacimientos generados por chimpancés, esencialmente en Costa de Marfil, permiten equiparar las primeras evidencias tecnológicas del uso de la piedra con los usos que los chimpancés le dan a este recurso para golpear y conseguir acceder a los frutos que consumen.
Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, 1 comentario