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La importancia de enseñar la evolución humana

La importancia de enseñar la evolución humana

     Última actualizacón: 21 mayo 2018 a las 18:11

La frase de Theodosius Dobzhansky «Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución» es mi cita científica favorita, ya que resume perfectamente lo importante que es la evolución para nuestra comprensión de la biología. Por desgracia, en demasiadas escuelas no se enseña en absoluto la evolución, o no se enseña en toda su extensión. Cuando se trata de la evolución humana en particular, las estadísticas son aún más deprimentes. De acuerdo con una encuesta realizada en 2008 por Berkman y Plutzer, el 17% de los profesores de biología de secundaria omiten la evolución humana en su totalidad, mientras que la mayoría (60%) dedican entre una y cinco horas de clase para ello. En Estados Unidos, hay muy pocos estados (siete más el Distrito de Columbia en 2007) con unos estándares en ciencia que incluyen específicamente la evolución humana; y la evolución humana ha desaparecido de las normas NGSS aprobadas en 2013 [Next generation science standards]. Hay muchas razones por las que la evolución humana puede no formar parte del programa oficial, pero la «controversia» en torno a nuestros orígenes y el temor a una respuesta negativa de los padres por motivos religiosos están sin duda entre ellas.

Bipedalism

Sin embargo, omitir o minimizar el debate sobre la evolución humana es perder una oportunidad para involucrar a los estudiantes. Desde pequeños nos preguntamos de dónde venimos; la evolución lo explica. A partir de la increíble variedad de fósiles que se han encontrado en África, Asia y Europa podemos reconstruir nuestro linaje evolutivo desde Australopithecus a los primeros Homo sapiens y explorar las diferentes especies que se separaron en medio. Estudiando el registro fósil podemos entender cuándo comenzamos a caminar erguidos, observando los grandes cambios morfológicos que nos distinguen del resto de grandes simios, como una pelvis ancha en forma de cuenco, dedos gordos en línea con el resto de dedos de los pies y brazos más cortos. Podemos ver cuando aumentó el tamaño de nuestro cerebro (cuando apareció Homo erectus) y el consiguiente gran cambio en nuestra tecnología. Como se suele decir, el resto es historia.

Aprovechar nuestra curiosidad inherente acerca de nuestra historia y nuestro origen es una forma estupenda de motivar a los estudiantes sobre la ciencia. ¿Quién no quiere saber por qué hacemos las cosas que hacemos y tenemos el aspecto que tenemos? Aprender acerca de nuestra propia evolución ayuda a los estudiantes a sentirse conectados con la ciencia. Puede ser divertido ver experimentos de química, pero éstos no se identifican con nuestra propia vida. Muchos estudiantes nunca se imaginarían a sí mismos como un «típico» científico con una bata blanca trabajando en un laboratorio durante todo el día. Pero nos podemos identificar al instante con la evolución humana, y lo ven los estudiantes que están interesados en la ciencia pero no se dan cuenta que pasar tiempo en el campo excavando fósiles u observando a nuestros parientes primates en su hábitat natural son ejemplos de «hacer ciencia». Yo era una de esas estudiantes que nunca pensó que podría dedicarme a la ciencia. Estaba concentrada en convertirme en actriz. Las matemáticas me costaban, pero siempre me fue bien en biología. Tras no acceder a la escuela de teatro sino a la Universidad de Bucknell, mi amor por los animales me llevó a estudiar el comportamiento animal. Fue la mejor decisión que he tomado, y mientras estuve en Tanzania durante mi semestre en el extranjero, rodeada de monos verdes durante mi proyecto de investigación, supe que quería ser primatóloga. Mi amor por los primates fue lo que me llevó al campo de la antropología evolutiva y me hizo interesarme y apasionarme por ella.

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Estudiar la evolución humana es una lente a través de la cual los estudiantes, y la gente en general, puede ver cómo estamos conectados con el mundo. Somos primates, igual que los animales que llamamos simios y monos, aunque nuestro propio camino evolutivo nos recompensó haciendo que camináramos sobre dos piernas y teniendo un cerebro realmente grande. La evolución no es direccional; no se esfuerza para mejor. Los animales que están mejor adaptados a su ambiente sobreviven el tiempo suficiente para reproducirse y dejar sus genes a su descendencia. Los rasgos únicos que nos definen como humanos no nos hacen mejores que nuestros parientes primates— simplemente nos hacen diferentes. Los chimpancés están bien adaptados a los ambientes en los que viven y prosperan; de ninguna manera son «menos evolucionados» que nosotros. Es cierto que los seres humanos hemos dominado y alterado el mundo que nos rodea, pero si entendemos nuestro lugar evolutivo en el mundo, se hace más difícil justificar la idea de que somos mejores que los organismos con los que compartimos el planeta. De este modo, el estudio de la evolución humana nos enseña humildad, y hoy en día, todos necesitamos un poco de humildad.

Nos enfrentamos a un cambio climático de una escala sin precedentes a causa de nuestras acciones, poniendo en riesgo la Tierra tanto para nosotros como para el resto de plantas y animales que viven aquí. Debemos empezar a utilizar bien nuestros grandes cerebros para detener los cambios que podrían significar el fin de nuestro camino en este planeta. Hubo especies de homínidos, como Australopithecus afarensis, que vivieron durante unos 900.000 años, casi cuatro veces más de lo que hemos existido nosotros, pero finalmente se extinguieron. Estos ejemplos enseñan a los estudiantes que nuestra especie no es el sine qua non de la evolución humana. No somos inmunes a las fuerzas que pueden causar la extinción. Ahora podemos ver lo vulnerables que somos a enfermedades epidémicas como el ébola, el VIH, e incluso la gripe común. Los desastres naturales —en aumento debido al cambio climático— pueden dejarnos indefensos y vulnerables. La tecnología nos puede ayudar, pero no podemos dar por sentado que nos salvará.

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Tenemos el deber de enseñar a la próxima generación de dónde viene, evolutivamente hablando, y luchar contra la idea de que somos de alguna forma invencibles y omnipotentes. Los estudiantes deben comprender cuál es nuestro lugar biológico en el mundo. La enseñanza de la evolución humana es demasiado importante como para eludirla por miedo a la controversia que la rodea. He visto el momento en el que un estudiante comienza a entender la imagen general de dónde venimos, y es increíble contemplarlo. Tenemos que darles más oportunidades para que vivan momentos como este, que pueden cambiar su perspectiva y mostrarles una nueva forma de pensar. Sólo cuando eso suceda será cuando esta generación vea lo precario que es nuestro lugar en este mundo, y estará motivada para hacer todo lo que pueda por evitar que el cambio climático cause estragos en el único lugar que nosotros, y el resto de la vida en la Tierra, llamamos hogar.

 

Traducción de la anotación The Importance of Teaching Human Evolution escrita por Lauren Saville.

Gracias al Centro Nacional por la Educación Científica por autorizar la traducción del texto.

Courtesy of the National Center for Science Education, www.ncse.com.

Publicado por José Luis Moreno en ANTROPOLOGÍA, 15 comentarios
Einstein, la importancia de la educación

Einstein, la importancia de la educación

     Última actualizacón: 29 agosto 2017 a las 16:41

Ya hemos hablado en otras ocasiones de algunos aspectos del pensamiento de Albert Einstein más allá de sus logros científicos. La última vez reprodujimos una carta donde bosquejaba sus ideas acerca de la educación y la labor de los profesores.

Vaya por delante que no pretendo emplear las opiniones de Einstein como criterio de autoridad ―él mismo dejó claro que no era sociólogo ni educador, sino que sus ideas eran fruto únicamente de su experiencia como alumno y más tarde profesor―. Ahora bien, dada la situación actual de la educación en nuestro país, con la trascendental importancia que tiene para el futuro de nuestros hijos, creo que es ilustrativo conocer qué pensaba el que ha sido considerado como el científico más importante del siglo XX. La claridad de sus argumentos y su perfecto encaje en la sociedad actual, pese a que fueron planteados hace casi cien años, no dejan de admirarme.

He extraído algunos párrafos del discurso que pronunció en Albany, Nueva York, con motivo en la celebración del tricentenario del inicio de la enseñanza superior en Norteamérica, el 15 de octubre de 1936.

Como estudiante, Einstein sufrió la mayor parte del tiempo los efectos de un sistema escolar rígido y autoritario durante sus primeros años, fruto de una tradición que primaba la memorización mecánica de los conceptos. Sin embargo, tuvo ocasión de acceder a una forma diferente de educar cuando ingresó, a los 16 años, en la escuela cantonal de Aarau (Suiza) para preparar su ingreso en el Escuela Politécnica Federal de Zurich, matriculándose en la Escuela de orientación matemática y científica con la idea de estudiar física.

La enseñanza ha sido siempre el medio más importante de transmitir el tesoro de la tradición de una generación a la siguiente. Esto sucede hoy aún en mayor grado que en tiempos anteriores, pues debido al desarrollo moderno de la vida económica se ha debilitado la familia en cuanto portadora de la tradición y de la educación. La continuidad y la salud de la humanidad dependen, en consecuencia, en grado aún mayor que antes, de las instituciones de enseñanza.

Casa de Einstein en Caputh

Casa de Einstein en Caputh

Como hemos dicho, cuando Einstein tenía 16 años (1895) se marchó a vivir a Suiza dejando a su familia atrás (su padre se había marchado a Milán buscando mejor fortuna). Renunció a su lugar de origen y a la nacionalidad alemana quizás con la intención añadida de evitar el servicio militar obligatorio en el ejército del Káiser. En Aarau (en cuya escuela se había construido recientemente un nuevo laboratorio de física) vivió con la familia Winteler, convirtiéndose tanto Jost como Rosa y sus siete hijos en sus amigos el resto su vida (su propia hermana se casó con uno de los hijos Winteler). Finalmente, Einstein adoptó la nacionalidad suiza.

A veces, uno sólo ve la escuela como instrumento para transmitir el máximo de conocimientos a la generación en desarrollo. Pero esto no es correcto. El objetivo ha de ser, por el contrario, formar individuos que actúen y piensen con independencia y que consideren, sin embargo, su interés vital más importante el servir a la humanidad.

A pesar de obtener el título que le permitía ejercer como profesor de matemáticas y de física, no tuvo suerte a la hora de encontrar trabajo. La tan esperada ayuda llegó de la mano de uno de sus compañeros de clase, Marcel Grossmann, quien le ofreció un puesto en en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual de Suiza, en Berna (una oficina de patentes) donde trabajó de 1902 a 1909. Esta estabilidad laboral y, sobre todo, monetaria, posibilitó que contrajera matrimonio en 1903 con Mileva Maric. Un año más tarde nació su primer hijo, Hans Albert y, cuando Einstein obtuvo el puesto de profesor en la Universidad de Berna en 1910, nació su segundo hijo Eduard.

El poder del maestro debe basarse lo menos posible en las medidas coercitivas, de modo que la única fuente del respeto del alumno hacia el profesor sean las cualidades humanas e intelectuales de este.

Durante sus años en Berna, Einstein completó el doctorado y se convirtió en lo que hoy llamaríamos un catedrático. Ya en esta época era reconocido como uno de los físicos teóricos más importantes del mundo ―en 1905 redactó varios trabajos considerados fundamentales en física teórica, uno de los cuales le valió ganar el Premio Nobel de Física― y a la edad de 32 años fue el participante más joven en la primera Conferencia Solvay que se celebró en Bruselas a finales de 1911.

Conferencia Solvay - 1911

Conferencia Solvay – 1911

La motivación más importante del trabajo, en la escuela y en la vida, es el placer que proporciona el trabajo mismo, el placer que proporcionan sus resultados y la certeza del valor que tienen estos resultados para la comunidad. Para mí, la tarea más importante de la enseñanza, es despertar y fortalecer estas fuerzas psicológicas en el joven. Este cimiento psicológico genera por sí solo un deseo gozoso de lograr la posesión más valiosa que pueda alcanzar un ser humano: conocimiento y destreza artística.

[…]

Una escuela así exige que el maestro sea una especie de artista en su campo. ¿Qué puede hacerse para que impere este espíritu en la escuela? En primer lugar, hay que formar a los propios profesores en escuelas así. En segundo, debe darse amplia libertad al profesor para seleccionar el material de enseñanza y los métodos pedagógicos que quiera emplear. Pues también en su caso se aplica lo de que el placer de la organización del propio trabajo se ve asfixiado por la fuerza y presión exteriores.

Más adelante la situación en Alemania se volvió asfixiante. Durante los inviernos de 1930 a 1932 había realizado varios viajes a Estados Unidos, invitado por el Instituto Tecnológico de California, para impartir clases semestrales. Al año siguiente, el 12 de enero, la familia Einstein desembarcó de nuevo a California para otro periodo temporal aunque nunca más regresaron a Alemania. El 30 de enero Hitler había accedido a la Cancillería alemana, los nazis confiscaron todas sus pertenencias y los periódicos pro nazis pusieron un precio a su cabeza equivalente a 50.000 dólares. Finalmente, en octubre de 1933 Einstein se trasladó a Princeton al aceptar un puesto en el recién creado Instituto de Estudios Avanzados. Tras alquilar un apartamento en Princeton por un año, compraron la casa del número 112 de la calle Mercer, donde pasó el resto de su vida.

Pero nada he dicho aún sobre la elección de las disciplinas a enseñar, ni sobre el método de enseñanza. ¿Debe predominar el idioma o la formación técnica en la ciencia? Todo esto es de una importancia secundaria. La escuela debe siempre plantearse como objetivo el que el joven salga de ella con una personalidad armónica, y no como un especialista. Lo primero debería ser, siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de conocimientos especializados. Si un individuo domina los fundamentos de su disciplina y ha aprendido a pensar y a trabajar con independencia, hallará sin duda su vía y además será mucho más hábil para adaptarse al progreso y a los cambios, que el individuo cuya formación consista básicamente en la adquisición de unos conocimientos detallados.

Como hemos podido ver, Einstein defendía la idea de que la labor de la escuela debía ser la formación integral del individuo, lograr que las personas fueran capaces de razonar y desarrollar un pensamiento independiente puesto al servicio del bienestar de la sociedad. Además, pensaba que la religión debía jugar un papel relevante, por cuanto es la memoria portadora de los más altos valores éticos que la humanidad ha desarrollado a lo largo de los siglos de su historia.

¿Alguien puede dudar de que adoptar sus proposiciones no serían beneficiosas hoy en día? ¿No se merecen nuestros hijos un futuro mejor?

Publicado por José Luis Moreno en BREVE, 8 comentarios